Por Javier Carrión
Rembrandt y Van Gogh, los populares molinos, el Barrio Rojo y los canales de Ámsterdam, la señorial La Haya, los grandes diques que protegen al país del mar o la arquitectura de última generación y diseño son los habituales alicientes de cualquier visita a Holanda. Pero existe un país más sorprendente y oculto que vale la pena explorar. Una Holanda diferente y divertida donde es posible realizar una excursión en una auténtica góndola italiana en un marco incomparable, los canales de Utrecht, o un paseo en autobús anfibio por el río Mosa junto a la renacida y moderna Rotterdam, pasando por un viaje asombroso por el interior del cuerpo humano en "Corpus". Luego el visitante puede deleitarse con la comida más natural en un auténtico invernadero de Ámsterdam que cuenta con su propia huerta y conocer la asombrosa historia del bolso o la de los cócteles al estilo "Tom Cruise".
Estos son solo algunos de los ejemplos que podrían constituir los "tesoros ocultos" de una Holanda multicultural que sigue teniendo en Ámsterdam su referente turístico principal. A las espaldas del Rijksmuseum y enfrente del Museo Van Gogh, las dos grandes pinacotecas que atraen a cientos de miles de turistas anualmente, abre desde hace un año la Casa de Bols, un centro hipermoderno e interactivo dedicado a Lucas Bols y su compañía productora de bebidas alcohólicas que tiene una antigüedad de 400 años. Este "mundo de los cócteles" es toda una sorpresa para el que penetra en él por primera vez. No se trata de un museo, ni de una bodega o un bar, pero el visitante puede ver, tocar y oler las especias, las hierbas y, en definitiva, los ingredientes de las bebidas. Incluso puede atreverse a distinguir los aromas de 36 botellas con spray que desprenden toda clase de olores (melón, fresa, peppermint, menta, fruta del amor...) y terminar la visita elaborando su propio cóctel degustándolo en el "bar de los espejos". La guinda final para los más avezados es emular al mismísimo Tom Cruise en su popular película "Cocktail" tirando las botellas al aire y vertiendo su contenido en las copas en un ejercicio de malabarismo improvisado. A continuación se les filma en la sala "flairbooth" una pequeña película digital para recordar esta "hazaña" que puede ser enviada a los amigos o a la familia.
Si uno no está satisfecho con los aromas de la Casa de Bols, puede probar con las tartas. En el número 10 de Ferdinand Bolstraat un espigado y simpático holandés, Siemon de Jong, lleva dieciocho años creando "tartas a medida" con un asombroso éxito. Siemon nos cuenta que sus obras -especialmente las de chocolate y manzana, las favoritas de su público- son "protagonistas" en todo tipo de fiestas como bodas, cumpleaños o nacimientos. De hecho, en su supercoloreado local del centro, "De Taart van mijn Tante" ("La tarta de mi tía"), con "bed and breakfast" en el anexo, nos sorprende con una gran tarta dedicada a una gitana flamenca muy próxima a otra de ositos infantiles, demostrando que cualquier tema es posible para él y su equipo. Siemon prepara entre 30 y 40 tartas grandes al mes (para unas 50 personas por pieza) y su precio es de 500 euros.
Solo necesitaremos un pequeño paseo a pie para llegar al Museo de los Bolsos y Monederos. Lo dirige desde 2007 Sigrid A. Ivo en el bello edificio del número 573 del Canal de los Caballeros (Herengracht). Estamos ante un museo único en el mundo donde se repasa la historia del bolso desde el siglo XVII hasta la actualidad con más de 3.500 ejemplos originales. Sigrid continúa una tradición familiar que inició su abuela Hendrike, una auténtica coleccionista de diferentes temas, cuando descubrió y compró en Norwich (Inglaterra) una preciosa pieza de cuero y carey alemana, fechada en 1820, que sirvió para iniciar su pasión por los bolsos y su historia. "Hoy seguimos adquiriendo unos cincuenta bolsos al año para incrementar la colección -nos dice Sigrid-, el Metropolitan de Nueva York ha hecho varias menciones de nuestro museo y ya hemos realizado varias exposiciones temporales en Suecia e Italia". Ante tal universo de modelos, los visitantes - especialmente las mujeres- se sienten atraídos casi por igual tanto por las piezas históricas de la etapa final de la Edad Media como por los originales diseños de las más conocidas firmas contemporáneas que están presentes en el museo: Pierre Cardin, Paco Rabanne, Yves Saint Laurent. Gianni Versace, Gucci, Hermes, Channel. Donna Karan... La visita no defrauda, pues además el interior del palacete, que contiene pinturas originales del siglo XVII, ofrece unas excelentes vistas del canal más señorial de Amsterdam.
Saliendo de Ámsterdam
A 37 kilómetros de la ciudad del Ajax, en dirección sur hacia Leiden, se encuentra "Corpus", el museo que inauguró la Reina Beatriz el pasado 14 de marzo y que ofrece un original viaje espectacular por el interior del cuerpo humano. Saber que es lo que pasa cuando estornudamos, explorar el funcionamiento del cerebro o comprobar qué hace el estómago cuando recibe un bocadillo de queso puede resultar aquí divertido, ameno, didáctico en un viaje en el que se visita también la "fábrica" de sangre del cuerpo o la garganta con la dentadura y las cuerdas vocales. Durante este original paseo por nueve pisos, y con la ayuda de un auricular en español, se asiste al portentoso funcionamiento del cuerpo humano en un atrevido edificio transparente de 35 metros de altura de donde sobresale la forma de un cuerpo humano.
La siguiente parada nos lleva a Rotterdam, el gran puerto comercial del norte de Europa, segundo del mundo en superficie tras el de Singapur. La ciudad que quedó arrasada durante la II Guerra Mundial ofrece una imagen renovada que se puede captar en su arquitectura de vanguardia, laboratorio de nuevos diseños. "Los habitantes de Rotterdam crecemos al mismo tiempo que crece la ciudad y no creo que acabemos de verla completamente terminada" afirma nuestra guía Dagmar de la oficina de turismo local, mientras observamos su torre Euromast, una especie de Pirulí "a la holandesa", con una altura de 185 metros, desde el que se observa un espectacular panorama siempre que el día no sea gris o lluvioso.
Enel casco viejo de la ciudad, el Eje del Arte propone una apuesta cultural interesante encabezada por la Casa Sonneveld (1931), englobada en el Museo de Arquitectura Holandés (NAI), un palacete modernista milagrosamente salvado de los bombardeos de la Gran Guerra. La casa, ejemplo de la arquitectura "La Nueva Construcción", corriente que empezó a principios del siglo XX y floreció entre 1918 y 1939, sorprende por la iluminación y transparencia de todas sus estancias, la funcionalidad, la simetría y el uso de colores. Resulta sorprendente ver el diseño modernista interior y exterior de este viejo edificio que no lo parece. Pero Rotterdam nos depara otra sorpresa arquitectónica más reciente con las llamadas "Casas Cubo", 30 viviendas en forma de cubo inclinado que recuerdan la figura de un árbol. Surgieron como estilo revolucionario en los años ochenta del siglo pasado y son el reclamo más llamativo del animado centro de la ciudad.
Por último, Utrecht, la capital de la provincia más pequeña de los Países Bajos, está presidida por su vieja catedral y la torre campanario, de 112 metros y 465 escalones, la más alta de todo el país. Vale la pena recorrer esta ciudad alegre y relajada, repleta de casas señoriales, y si el tiempo acompaña hacerlo a través de sus canales y muelles peatonales que fueron construidos hace siglos para dar acceso a los sótanos debajo de los edificios que están en las orillas de los canales. Unas orillas plagadas hoy de terrazas donde se puede saborear un café o una cerveza mientras vemos el paso de las embarcaciones de motor y sin él que recorren estos históricos canales que protegían defensivamente a la ciudad medieval.