VALENCIA 10 Dic. (EUROPA PRESS) -
Ana Prada regresa a Valencia después de 15 años en Londres para inundar la Sala Parpalló de fotografías, plastilina y objetos cotidianos manipulados y transformados en arte que juegan con el espacio y lo llenan de texturas y colores. Con humor e ironía, la artista busca provocar emociones físicas y lecturas personales en el espectador, al tiempo que da un toque crítico a sus obras, generalmente en lo que al consumo se refiere.
La muestra, que permanecerá en la Parpalló hasta el 14 de febrero, es la más amplia que ha realizado la creadora hasta el momento. Ha supuesto todo un "reto" que le ha hecho cambiar su forma de trabajo habitual, tanto por la singularidad de este "predominante" espacio expositivo, que le ha obligado a explorar nuevas formas de distribución, como porque se ha saltado su "norma" de montar sola y ha aprendido a "delegar", gracias a la colaboración de 12 estudiantes del último curso de la Facultad de Bellas Artes de Valencia, donde ella estudió.
Con esta muestra realizada ex profeso para la sala valenciana e inaugurada hoy, la artista zamorana confesó haber "ganado mucho", puesto que le ha "abierto posibilidades en la forma de exponer". Planteada como un proceso de trabajo, Prada se sirve de diversas estrategias -de una manera absolutamente personal y sin encasillarse en ninguna de ellas- que van desde el arte minimal, el arte pop, el conceptual o surrealismo.
Más de 30 trabajos creados a partir de objetos tan habituales en la vida diaria como sacapuntas, cordones de zapatos, uñas, perchas, cuchillos de plástico, chupachups, clavos, rollos de papel, medias, bolsas de té o botellas de agua, junto a 5 grande fotografías y esculturas de plastilina componen "un trabajo cultural más que comercial" con el que Prada confió en "estimular" la imaginación del espectador.
Consciente de que su obra "no es muy comercial", le confiere unas pinceladas críticas con el "mercado del arte y el capitalismo", aunque su prioridad es más bien hacer "disfrutar" y que cada uno aplique su lectura, su "respuesta" ante lo que ve, de un modo más "abstracto y orgánico, no tan mecánico", apuntó.
Detrás de cada pieza se esconde una historia personal, una anécdota de la propia artista, quien reveló que todo el proceso de creación hasta descubrir las posibilidades de transformación de un objeto y los "accidentes" que lo hacen mutar hasta cobrar "otra identidad", le lleva alrededor dos meses de trabajo.
Al respecto, el comisario de este "complejo" proyecto, José Luis Clemente, manifestó que Ana Prada "se abastece de los objetos cotidianos que nos rodean en casa y crea objetos nuevos con una dimensión evocadora y crítica" mientras juega con la dualidad del exceso y los conceptos mínimos. La artista "corta" los objetos, "amputa su funcionalidad" y les "quita su identidad" hasta convertirlos en algo distinto, explicó.
En la misma línea, la directora de la Sala Parpalló, Ana de Miguel, resaltó "el cambio de identidad" que la creadora transfiere a los objetos para invitar al público a "reflexionar que nada es lo que parece". Asimismo, la responsable del espacio expositivo mostró su agradecimiento a Prada por una fotografía hecha especialmente para la Sala y con ella de fondo.
Por su parte, el diputado de Cultura de la Diputación de Valencia, Salvador Enguix, elogió esta muestra con la que "casi" despedirá el 2009 la Sala Parpalló.