García-Gasco dice que la Iglesia "no quiere imponer nada a nadie, pero tampoco se calla ante quienes quieren imponerlo"

Europa Press C. Valenciana
Actualizado: jueves, 14 febrero 2008 15:45

VALENCIA 14 Feb. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, defiende en su carta de esta semana la necesidad de una legislación que favorezca la familia y llama a "exigir a los gobernantes el establecimiento de leyes justas, fundadas en la ley natural". El prelado sostiene que la Iglesia "no quiere imponer nada a nadie, pero el Evangelio tampoco se calla ante quienes pretenden imponerlo todo" y recuerda que "la familia no es una institución cualquiera de la sociedad, sino su célula básica", según informaron fuentes del Arzobispado en un comunicado.

Por ello, advierte de que los "cambios legales económicos que perjudican a la familia son negativos para la sociedad" y lamenta que España "se haya convertido en uno de los países con más baja natalidad de Europa, un dato muy negativo con graves consecuencias en todas las esferas".

De igual forma, señala que las leyes "que desdibujan el contorno y la definición de la familia acaban creando desconcierto, inseguridad e inestabilidad en la propia sociedad", que hace constar que "todos necesitamos un entorno estable y seguro para desenvolvernos". Por ello, "las leyes que favorecen la desintegración unilateral y sin causa de la familia la privan de toda eficacia y estabilidad", señala.

En su carta, que titula 'Leyes justas y familia', el cardenal afirma que la existencia de la familia "es anterior a la de las Naciones, los Estados y las Comunidades" y resalta la "importancia esencial que la naturaleza ha dado a la existencia de sexos complementarios para generar vida y para conformar el núcleo esencial de la familia".

Ante esta realidad, la Iglesia "no se cansa de proclamar la relevancia fundamental de la familia en cada individuo, en la propia sociedad, y también en el desarrollo del futuro del mundo y de las relaciones internacionales".

Además, según el purpurado, "nadie puede extrañarse de la importancia esencial que la Iglesia concede a todo lo que afecte a la familia" porque "no se trata de moralismos, sino de defender la verdadera libertad: la que respeta siempre la dignidad humana".

El cardenal García-Gasco destaca que el cristianismo "fortalece el matrimonio natural basado en el amor verdadero y en la dignidad de los contrayentes". Así, "la fidelidad, lejos de vivirse como una carga, se ve por las personas que se aman como un signo de donación total".

A este propósito, deice, se refiere a la fórmula sacramental empleada al contraer matrimonio y precisa que "no es lo mismo casarse 'hasta que la muerte nos separe' que casarse 'hasta que me convenga'". En realidad, existe una "clara diferencia entre el amor pleno y vital con la mera conveniencia esporádica".

Al término de su carta, el purpurado llama a las familias cristianas "para que se conviertan en ejemplo verdadero que ilumine a toda la sociedad sobre la grandeza de formar familias estables, generadoras de vida y de las que depende el futuro de la humanidad".

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