JJ.OO.- Los mejores Juegos de la Historia se convierten en los más controlados

Actualizado: lunes, 4 agosto 2008 15:42

BEIJING, 4 Ago. (De la corresponsal de EUROPA PRESS, Débora Altit) -

La inquietud china porque nadie arruine los que se prometían como las Olimpiadas más espectaculares de la Historia reciente, los Juegos de Beijing, parece haber creado un efecto 'boomerang' que ha convertido el gran evento, asociada habitualmente a un momento de celebración, en un despliegue de controles.

Lo que se suponía debía ser la puesta de largo internacional de China ha pasado a convertirse en un cúmulo de prohibiciones que han cubierto todos los campos y han puesto en evidencia el temor a que se produzcan protestas indeseadas.

Y así, el aeropuerto se ha convertido en uno de los principales objetivos de los controles. Tanto en Beijing como en el resto de sedes olímpicas, y ciudades consideradas clave por las autoridades, se ha establecido un control doble de seguridad, que obliga a todos, incluidas las personas que sólo acudan al aeropuerto a llevar o recoger a alguien y no planeen viajar, pasar por el escáner. Los viajeros, además, deberán someterse al control habitual para entrar en las salas de embarque.

Por si no fuera poco, y para garantizar que no haya posibles atentados a imagen del 11-S, el aeropuerto de Beijing permanecerá cerrado el 8 de agosto, durante las alrededor de cuatro horas que dure la ceremonia de apertura de los Juegos

VIGILANCIA EN EL METRO.

Los controles también se han extendido a algunas estaciones de metro, donde los viajeros con bolsos grandes deben enseñar su contenido y, si quieren entrar con sus bebidas en el interior del suburbano, darles antes un sorbo ante la mirada de los policías.

Las instalaciones olímpicas, como era de esperar, también son objeto de las restricciones. El departamento municipal de Seguridad Pública (del que depende la policía) informó en julio que quedaba prohibido introducir en los estadios bebidas, paraguas "largos" o mecheros. Los explosivos, por si alguno tenía la duda, tampoco son bien recibidos, aclararon desde el departamento.

Pero en algunos casos las precauciones comienzan a resultar excesivas. Tal es el caso de la Universidad de Beijing, donde se organizarán las competiciones de tenis de mesa en los Juegos y las Paralimpiadas y a cuyo interior sólo se puede entrar, entre el 20 de julio y el 18 de septiembre, con 'ticket' olímpico o con el carnet que demuestre ser estudiante o personal del centro.

'Beida', como se la conoce popularmente, es junto con la Universidad de Qinghua uno de los centros de estudios más prestigiosos del país (de ellas salen buena parte de los políticos y directivos chinos), y su campus es habitualmente visitado por turistas llegados desde todo el país.

CHIVATAZOS.

El número de policías, guardias y fuerzas de seguridad presentes en las calles de Beijing ha sido reforzado. Pero, por si fuera poco, el Ayuntamiento ha puesto en marcha un sistema de recompensas de hasta 500.000 yuanes (algo más de 46.000 euros) para todos aquellos ciudadanos que informen sobre cualquier actividad sospechosa de ser una "amenaza para la seguridad".

La medida, que funcionará hasta octubre, pretende "movilizar a las masas e implicarlas en el mantenimiento del orden público" durante la celebración de las Olimpiadas en la ciudad, según el Departamento de Seguridad Pública.

Además, en caso de que los chivatazos voluntarios no basten, taxistas, conductores o taquilleras de autobuses deben informar también de cualquier movimiento extraño. El Comité de Transporte de Beijing ha instruido a sus más de 200.000 conductores de autobús, taquilleras e incluso taxistas de que informen de cualquier suceso extraño, para evitar el "extremismo o ataques terroristas".

"Tenemos que avisar si, por ejemplo, vemos que el pasajero lleva un bolso muy grande, y mira nervioso hacia todos lados", explicó un taxista beijinés a EP. Y la vigilancia se completará con 100 patrullas especiales, situadas en "lugares y vías clave".

ROZANDO LA PARANOIA.

Según señala Jonathan Watts, presidente del Club de Corresponsales Extranjeros en China (FCCC), "a falta de un mes, hemos presenciado un recrudecimiento de los controles y un énfasis en la seguridad que roza la paranoia, y que podría acabar con buena parte de lo que debería haber sido la parte divertida de los Juegos".

Tradicionalmente dentro del aparato del Partido Comunista Chino, se han asociado las corrientes de pensamiento más avanzadas y proclives a un cambio con ministerios como el de Asuntos Exteriores, y las más conservadoras y retrógradas con el Departamento de Seguridad Pública.

En opinión de Watts, sin embargo, lo que parece estar ocurriendo es que las directivas "desde arriba sobre libertad para los medios no están siendo ejecutadas por los funcionarios de abajo, quienes en realidad no han cambiado su pensamiento, centrado durante décadas en obstruir a los periodistas".

Grupos como Human Rights Watch, o Reporteros Sin Fronteras, han recordado repetidamente que China no ha cumplido las promesas realizadas cuando se le concedieron los Juegos en 2001 y aseguró que su celebración en Beijing contribuiría a mejorar las condiciones de los derechos humanos en China.

El temor a que algo salga mal pesa más que el deseo de mantener su palabra y, según apunta Human Rights Watch, el Comité Olímpico Internacional no ha hecho nada en este tiempo para forzar al Gobierno chino a que cumpla con lo pactado. Los grupos pro derechos humanos acumulan listados con nombres de activistas políticos, abogados y cualquier persona sospechosa, a juicio de Beijing, que permanecen en paradero desconocido, o han sido forzados a marcharse de la ciudad por una temporada.

Lo que llama la atención, no obstante, es la singularidad de algunas medidas, como la puesta en marcha de un triple cordón de seguridad en los límites de la municipalidad de Beijing, sus carreteras suburbanas y el acceso a la ciudad. De esta forma se pretende evitar la entrada por carretera de cualquier elemento no deseado.

Pero, si Beijing mantiene una relación a prueba de bombas con Corea del Norte o con Irán, naciones asociadas al conocido 'eje del mal' concebido por el presidente estadounidense George W. Bush, ¿a qué le teme exactamente China?

Para Octavio Fernández Montes, mexicano experto en relaciones internacionales chinas formado en Beida, el peligro al que hace frente en estos momentos el país asiático no viene de fuera, como la amenaza terrorista que puede sufrir EE.UU, ni radica en grandes grupos organizados, sino en los no organizados que no responden a una ideología o interés claro.

"Son esos grupos de agraviados y olvidados, que han sido despojados de sus bienes por el propio Estado y a quien las autoridades chinas no han ofrecido una solución a sus problemas". En este grupo se incluirían los llamados "peticionarios", personas que han agotado todas las instancias para reclamar contra las injusticias sufridas y que llegan a la capital desde todo el país en busca de una última oportunidad.

Beijing está trabajando duro por mantenerlos lejos de la ciudad durante los Juegos, y su persecución y expulsión, responde, a juicio del mexicano, a "la imposibilidad del gobierno para controlarlos".

"A China poco le importa si las Olimpiadas son un negocio rentable que permitan duplicar su inversión (el turismo, de hecho, se ha visto afectado en los últimos meses por las trabas puestas por el país para conceder visados a extranjeros). Se trata de una cuestión de prestigio, y un acto terrorista opacaría la imagen de paz y amistad que China quiere dar al mundo", dice Fernández.