Actualizado 12/02/2008 14:28

El 40% de los 300.000 menores soldado del mundo son niñas, las grandes olvidadas en la reintegración

Muchas son esclavas sexuales de sus superiores y después no son aceptadas por su familia o comunidad


MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -

Cerca de 120.000 de los alrededor de 300.000 menores soldado que hay en el mundo (equivalente al 40 por ciento) son niñas, por lo que si unimos su condición de mujeres al hecho de participar activamente en los conflictos armados se trata de un colectivo doblemente vulnerable y que suele quedar olvidado en muchos procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR).

Así lo manifiesta la Coalición Española para acabar con la Utilización de Niños y Niñas Soldado, que organizó hoy en Madrid, junto con la Obra Social de la Fundación La Caixa, la jornada 'Las Niñas Soldado: Una realidad olvidada en los conflictos armados', en la que se llamó la atención sobre las especiales características y necesidades de estas menores que no sólo son obligadas a participar directamente en los combates, sino que, a menudo, sufren abusos y explotación sexual por parte de sus superiores.

La Coalición --integrada por las organizaciones Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, el Servicio Jesuita a los Refugiados, Fundación el Compromiso y Save the Children-- remarca que, además del sufrimiento padecido por estas niñas, enfermedades, embarazos no deseados y daños psicológicos, se ven también rechazadas por sus familias y comunidades en mayor medida que los niños.

El desarme, la desmovilización y la reintegración (DDR) constituyen los primeros pasos hacia el fin del conflicto y el establecimiento de la paz, pero en estos procesos las niñas normalmente han sido pasadas por alto porque no se les considera parte integrante de la categoría de los niños soldado.

China Keitetsi fue una niña soldado en Uganda, reclutada cuando sólo tenía ocho años por la guerrilla del Frente de Liberación Nacional, liderada entonces por el actual presidente del país, Yoweri Museveni. De esta experiencia, Keitetsi ha tardado, según afirmó, más de diez años en recuperarse, "en convertirme en la mujer que soy".

"Yo he tenido suerte, he aprendido a vivir con ello", señaló Keitetsi, pero se preguntó también "qué pasará con el resto de niñas soldado". En su opinión, lo que necesitan cuando escapan o les liberan de las guerrillas y milicias es "un sitio adonde ir, donde criar a sus hijos, donde aprender un oficio". En definitiva, "tienen que convertirse en mujeres y en ser un modelo para sus hijos".

NUEVA VIDA EN EUROPA

En el año 1986, con la ascensión de Museveni al poder en Uganda, Keitetsi pasó a formar parte de la Policía militar, pero años después huyó a Ruanda, de allí a Sudáfrica y de allí a Dinamarca, donde actualmente reside con sus dos hijos y desde donde promueve la reintegración de las niñas soldado.

"Llegué a Europa con 22 ó 23 años. Era todo un reto para mí: no veía soldados por la calle, no tenía que mirar hacia atrás por miedo...", cuenta esta ex niña soldado, que relata también cómo tuvo que aprender a vestirse como una mujer, a cuidarse el pelo que le había crecido --ya que en las filas de la guerrilla todos los niños lo llevan rapado--, "a recuperar la dignidad perdida".

Pero Keitetsi no recomienda los tratamientos psicológicos para estos menores "porque no es bueno hurgar en la herida". A su juicio, y por su propia experiencia, es necesario convencer a los niños para que hablen entre ellos y así llegar a aceptar su niñez y adolescencia. La mejor medida es, asegura, "conectar a las víctimas porque así nadie se burla de nadie".

Las niñas soldado pueden desempeñar muchas funciones en las fuerzas armadas o en las guerrillas, al igual que los niños. De hecho, muchas prestan servicio en primera línea y ocurre con frecuencia que se sienten satisfechas de tener, por primera vez en su vida, cierto poder y estatus igual al de los hombres.

Y ocurre que otras tienen la traumática experiencia de haber sufrido abusos durante años, de haber sido obligadas a tener hijos de hombres que las trataban con violencia. Normalmente, las niñas vuelven a sociedades en las que se mira con desprecio a mujeres que son madres solteras o que han tenido relaciones no admitidas, por lo que no son aceptadas. En muchos casos, no encuentran más alternativas que la prostitución, y no es infrecuente que tengan pensamientos de suicidio.

EXPERIENCIAS DIFERENTES

Para Mark Canavera, director del Programa para la Protección Infantil de Save the Children en Costa de Marfil, pocas de las niñas que han sido reclutadas se consideran realmente mujeres --ya que les rapan el pelo y les visten de soldados, como a los niños--, pero resaltó que este colectivo de menores es muy heterogéneo y que no hay dos niñas con la misma experiencia, por lo que concluyó que a la hora de diseñar programas e iniciativas para su reintegración hay que tener en cuenta la realidad de cada una.

Pero sí hay una cosa que tienen en común: según subrayó Canavera, todas han manifestado su deseo de rehacer su vida al salir de la milicia, pero puede ser muy difícil. "La aceptación familiar es difícil, pero la aceptación de la comunidad lo es mucho más. Las niñas son víctimas de una estigmatización en mayor medida que los niños", indicó, a lo que añadió la complicación por el hecho de tener un hijo o estar embarazadas. "Muchas no pueden ocuparse de sus hijos, otras veces la familia no los acepta. Son niñas que tienen que aprender a ser madres", señaló.

En su opinión, los programas de desarme, desmovilización y reintegración no deben depender de los acuerdos de paz, pues "si esperáramos a que acabasen, podríamos esperar eternamente". Pero para Keitetsi, "parece que los gobiernos --tanto del Norte como del Sur-- se desentienden y no asumen sus responsabilidades, pero ellos son los responsables porque fabrican las armas".

Por ello, Canavera y Keitetsi hicieron un llamamiento para una mayor implicación, tanto de la sociedad civil como de las instituciones, de todo el mundo para favorecer la reintegración de los niños y niñas soldado.

Por su parte, la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Leire Pajín, también presente en esta jornada, denunció el reclutamiento forzoso de los menores, aunque algunos se unen al Ejército o a las milicias de forma voluntaria, "siempre engañados o porque no ven otra salida".

Además, resaltó la alta vulnerabilidad de las niñas, por lo que consideró "importante incluir a las mujeres en los procesos de paz, apoyarlas para apoyar su independencia" futura a través de un fortalecimiento institucional.

A su juicio, es necesario "lograr que los menores vivan en la tolerancia para que aprendan a ser tolerantes", sensibilizando a la población y así encontrar soluciones concretas a una situación "indignante".