MADRID 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
La igualdad de oportunidades en el mundo laboral, la violencia de género y la trata de personas son los tres retos pendientes más importantes a los que se enfrenta la sociedad occidental para alcanzar la igualdad real entre sexos y, así, la libertad, según la Catedrática de Filosofía moral y política, Amelia Valcárcel.
En una entrevista concedida a Europa Press con motivo de la edición de su último libro, titulado 'Feminismo en el mundo global' (Cátedra), la experta afirmó que el gran desafío a futuro es conseguir "la paridad absoluta en todas las esferas, pues si las mujeres tienen los mismos méritos, se tiene que notar en la vida profesional".
Valcárcel, que describe el feminismo como una forma de "pensar normativamente como si el género no tuviera consecuencias particulares", destaca el papel de la mujer en el momento de crisis económica actual, desde la oportunidad que plantea el poder exigir igualdad a cambio del soporte público que están recibiendo muchas empresas.
Según explicó, atendiendo a la presencia de mujeres en la esfera financiera y bancaria "no parece que tengan mucho que ver con la crisis" actual, sin embargo, debería aprovecharse. "Ya que les estamos abriendo la caja pública, que ellos abran el reducto de poder que están guardando para los hombres", señaló.
Sobre este machismo, que describe como "un rizo que siempre torsiona por el mismo punto", la feminista incide en que la dificultad de combatirlo reside en el individualismo en que está asentado. "A nadie le gusta salir de una posición de privilegio, y sobre todo cuando la tiene sin haber tenido que hacer nada por ello", explicó.
En este sentido, descarta que en el presente se estén reproduciendo nuevas formas de machismo, ya que "siempre es el mismo, que utiliza tácticas de resistencia (...) y que está condenado porque mata, empobrece y atonta".
Este machismo es el que está detrás, en su opinión, de las nuevas "tensiones planetarias", como la lucha por las fuentes de energía y las materias primas. Según señaló, la más importante de estas tensiones versa sobre los valores y "cruza por la espalda de las mujeres" dejando al margen su concepción del mundo y su derecho a participar.
"Las que podemos decir algo somos las mujeres de Occidente porque hemos alcanzado cierto estatuto de libertad, ni mucho menos paritario, pero comparado con otras partes del mundo donde las mujeres no están autorizadas ni para hablar sin pedir antes perdón, estamos muy bien", señaló.
Por eso, anima a la reivindicación del papel de la mujer y cita a Montesquieu para decir que "la medida de la libertad de una sociedad es la libertad que tengan las mujeres en esa sociedad". "La libertad de las mujeres está relacionada con la apertura económica, con la solvencia del sistema político, con la tolerancia que se sea capaz de tener. Cuando una sociedad maltrata y excluye a sus mujeres no va a sacar nada bueno de sí misma. Somos la medida de las libertades", sentenció.