Actualizado 15/01/2008 18:42

La Universidad de Sevilla estudia el bioetanol de segunda generación como una alternativa a los biocarburantes

SEVILLA, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -

El grupo de investigación Ingeniería Ambiental y de Procesos de la Universidad de Sevilla desarrolla, en colaboración con Abengoa Bioenergía NT, un modelo de combustible de origen vegetal que utiliza la totalidad de las plantas, que además no tienen un uso alimentario.

Este proyecto internacional, cofinanciado por la Unión Europea dentro del VI Programa Marco, ha sido calificado de excelencia por la Junta de Andalucía y subvencionado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa con 178.100 euros, según indicó Andalucía Investiga a través de una nota.

El proyecto 'Renew' surge ante la problemática europea de la inexistencia de yacimientos de petróleo y la consiguiente dependencia energética de los países productores de Oriente Medio y América Latina, además de la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

De este modo, la iniciativa pretende afrontar estos problemas "aportando una alternativa más ecológica", como son los nuevos biocarburantes. Así, "aunque hace tiempo que se está produciendo bioetanol y biodiésel en Alemania, España, Francia y Suecia, la novedad surge con el desarrollo de un biocombustible al que los científicos denominan de segunda generación".

Los biocarburantes producidos a día de hoy son la diana de numerosas voces críticas que alegan que conseguir producir un litro de biocombustible necesita prácticamente un litro de combustible fósil (es decir, petróleo) empleado en recolectar y trasportar la cosecha, fabricar y esparcir fertilizantes, etc. Además, algunos analistas también sostienen que la producción de este tipo de combustible interacciona directamente con el mercado alimentario, haciendo subir el precio del trigo, con la consecuente subida de precios de la harina, el pan y sus derivados. No obstante, en este último punto hay diversidad de opiniones.

Por su parte, uno de los principal investigador del proyecto, Pedro Ollero, sostuvo que el porcentaje de trigo y de maíz que se utiliza para la producción de los biocombustibles es sólo un uno por ciento del total de la cosecha, "una cantidad demasiado pequeña como para alterar el precio total del resto".

La principal peculiaridad de este nuevo estudio es que para la producción de este bioetanol de segunda generación, no sólo se aprovecha una pequeña parte de la planta, sino que se hace uso de ella en su totalidad, con lo que las producciones por hectáreas son mayores, el precio de producción es menor y no se interacciona con el mercado alimentario ya que estos nuevos biocombustibles se pueden obtener a partir de árboles, por ejemplo eucaliptos, o cultivos energéticos, como el caso del 'miscantus', que no se utilizan para alimentación.

Sin embargo, aclaró que el sistema de producción es "más complejo que el empleado en los biocarburantes anteriores" y que aún existen "incógnitas" en cuanto al catalizador indispensable para su desarrollo, "por lo que todavía no hay ninguna planta industrial capaz de desarrollar este carburante".