Actualizado 30/03/2009 13:38

HRW denuncia los abusos de la Policía keniana contra los cientos de miles de refugiados somalíes

Advierte de las graves carencias humanitarias en los campamentos de Dadaad, "el mayor asentamiento de refugiados del mundo"


MADRID, 30 Mar. (EUROPA PRESS) -

La organización humanitaria Human Rights Watch (HRW) acusó hoy a la Policía keniana de extorsionar y cometer todo tipo de abusos contra los cientos de miles de somalíes refugiados en el país, al tiempo que advirtió de la necesidad de atender la creciente crisis humanitaria en los campamentos de Dadaab, que engloban el "asentamiento de refugiados más grande del mundo".

HRW presentó hoy el informe 'Del horror a la desesperanza: La crisis olvidada de los refugiados somalíes en Kenia', que en sus 58 páginas documenta los casos de extorsión, detención, violencia y deportación perpetrados por la Policía keniana ante el "número sin precedentes de somalíes que llegan a Kenia".

"Las personas que huyen de la violencia en Somalia necesitan protección y asistencia, pero se enfrentan en cambio a más peligros, abusos y privaciones", señaló el investigador sobre refugiados de Human Rights Watch y autor del informe, Gerry Simpson. "Los solicitantes de asilo somalíes deberían poder cruzar a salvo la frontera con Kenia y obtener la asistencia que necesitan con urgencia", agregó.

En 2008, se alcanzó la cifra histórica anual de 60.000 nuevos refugiados somalíes en tres campamentos cercanos a la ciudad de Dadaab, en el noreste de Kenia, y es posible que decenas de miles más se trasladaran a Nairobi. Los refugiados recién llegados se suman al cuarto de millón de refugiados anteriores "que luchan por sobrevivir en campamentos diseñados para un tercio de esa cantidad", prosiguió la organización.

"Los recién llegados se enfrentan a la extorsión y la violencia policial y la deportación injustificada cuando intentan cruzar la frontera oficialmente cerrada con Kenia, y acaban en condiciones de terrible hacinamiento en campamentos de refugiados carentes de servicios", se lee en el informe.

En enero de 2007, recordó HRW, Kenia alegó razones de seguridad para cerrar oficialmente su frontera de 682 kilómetros con Somalia, cuando las tropas etíopes intervinieron para apoyar al débil Gobierno de transición somalí y expulsaron a una coalición de tribunales islámicos de Mogadiscio, la capital de Somalia.

Durante los últimos dos años, la escalada del conflicto de las fuerzas gubernamentales de Etiopía y Somalia contra la insurgencia, en el que se han cometido numerosos crímenes de guerra y abusos contra los Derechos Humanos, ha obligado a casi un millón de residentes de Mogadiscio a huir de la ciudad y ha provocado un flujo creciente de refugiados somalíes a Kenia. A pesar de la retirada de Etiopía a finales de 2008, se mantiene la violencia entre los grupos islamistas y el Gobierno, y se espera la llegada de más refugiados durante 2009, advirtió la organización.

CIERRE Y MALTRATO POLICIAL

Según el informe, el cierre de la frontera ha fomentado que los agentes de la Policía keniana ("cuyo maltrato contra los somalíes se conoce desde hace tiempo") hayan aumentado el alcance de la extorsión a los solicitantes de asilo somalíes que intentan llegar a los campamentos.

Este cierre ha obligado a decenas de miles de somalíes a recurrir a las redes de tráfico de personas para cruzar clandestinamente la frontera con Kenia. También ha forzado al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a cerrar su centro de tránsito, donde todos los refugiados recién llegados se registraban y sometían rápidamente a exámenes médicos antes de ser trasladados a los campamentos.

El informe 'Del horror a la desesperanza' concluye que el cierre de la frontera a los refugiados viola las leyes internacionales sobre refugio que prohíben la devolución y ha provocado otros abusos graves. En el informe se citan las declaraciones de refugiados que describen su devolución forzada a Somalia porque no pudieron pagar sobornos a la Policía keniana, y otros casos de refugiados que fueron arrestados, recluidos en terribles condiciones en los campamentos y ciudades cercanas, golpeados y, en algunos casos, deportados a Somalia.

"Las preocupaciones de seguridad de Kenia son legítimas y tiene derecho a controlar sus fronteras, pero no puede cerrarlas a los refugiados que huyen de los combates y la persecución", señaló Simpson. "El cierre de la frontera sólo ha servido para aumentar el riesgo de que los refugiados somalíes sufran abusos y reducir el control del gobierno y el ACNUR sobre las personas que entran a Kenia y las que se registran en los campamentos", añadió.

SITUACIÓN EN LOS CAMPAMENTOS

Incluso cuando logran entrar a Kenia, los recién llegados se enfrentan a enormes obstáculos, según revela el informe. La mayoría se dirigen a uno de los tres campamentos de Dadaab, los únicos lugares en Kenia donde tienen derecho a refugiarse y recibir otras formas de atención. Sin embargo, es difícil recibir asistencia incluso dentro de los campamentos.

Desde agosto de 2008, con el freno de la expansión de los asentamientos informales, los recién llegados ni siquiera cuentan con terrenos ni materiales para establecer refugios y se han visto obligados a hacinarse con familiares o desconocidos en tiendas o cabañas. ACNUR y las organizaciones no gubernamentales han calculado que, para finales de este año, serán necesarios más de 40.000 nuevos refugios para cumplir con las normas sobre asistencia internacional.

En febrero, el Gobierno concedió terrenos para un cuarto campamento con el fin de iniciar el proceso de descongestión de los existentes. Si la comunidad local y ACNUR llegan a un acuerdo sobre su funcionamiento, 50.000 refugiados serán trasladados a este campamento para mediados de este año. Sin embargo, todavía quedarían unos 230.000 refugiados en los campamentos anteriores, advirtió HRW, que considera urgente la concesión de nuevos terrenos para dos campamentos más con capacidad para un total de 100.000 refugiados. "Es muy posible que haya 300.000 refugiados somalíes en Dadaab a finales de 2009", señaló Simpson.

El informe advierte también de que, a causa de las graves carencias de financiación de los campamentos de Dadaab (que se han hecho más patentes con la llegada de nuevos refugiados en 2006 y, sobre todo, en 2008), la cifra de desnutrición grave en los campamentos alcanzaba el 13 por ciento a mediados de 2008.

Aunque los refugiados registrados reciben la cantidad mínima de alimentos establecida por las normas internacionales, ACNUR ha reconocido que muchos se ven obligados a vender su comida para adquirir productos esenciales no alimentarios como materiales para construir refugios, leña y productos básicos para el hogar.

Aparte, los campamentos de Dadaab están sumidos en una terrible crisis sanitaria, sufrieron una epidemia de cólera en febrero y han padecido epidemias similares en años anteriores. ACNUR calcula que hacen falta más de 36.000 letrinas y lavabos para cumplir con las normas mínimas. Un informe reciente de Oxfam concluyó que miles de refugiados no tienen acceso alguno a las letrinas mal conservadas de los campamentos y que la mayoría de las mujeres y niños (que constituyen la mitad de la población de los campamentos) pueden usarlas muy pocas veces porque no están segregadas por sexo y siempre están repletas de gente.

En el mejor de los casos, el deteriorado sistema de abastecimiento de agua --con cerca de 20 años de antigüedad-- de Dadaab suministra 16 litros por persona al día, cuatro litros por debajo de los criterios mínimos de las normas de asistencia internacional, y muchos refugiados tienen acceso a una cantidad mucho menor de agua, según Oxfam. Las clínicas, que padecen escasez de personal y carencia de medicinas, se enfrentan a dificultades para tratar las crecientes enfermedades crónicas.