Actualizado 23/04/2008 14:21

"Calidad de la democracia y problemas ambientales",por Federico Aguilera Klink de la Universidad de La Laguna (Tenerife)

Federico Aguilera Klink
Federico Aguilera Klink

Cada vez es más importante prestar atención a cuál es la causa de los problemas ambientales. Como señala el informe 'Nuestro futuro común', los países en desarrollo "deben evolucionar en un mundo donde la diferencia de recursos entre la mayoría de los países en desarrollo y los países industriales sigue aumentando, y donde éstos predominan en la adopción de decisiones de ciertos órganos internacionales clave y ya han utilizado gran parte del capital ecológico del planeta. Esta desigualdad es el principal problema 'ambiental' del planeta y su principal problema de desarrollo".

En esta línea, pero con más contundencia, se expresa la anterior ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en el prólogo del informe Recursos Mundiales 2004, al señalar que "no hay mayor amenaza para el medio ambiente que la demagogia, es decir, el engaño a los ciudadanos, el ocultismo intencionado de datos y decisiones, la manipulación interesada de la situación real de los recursos naturales y de las alternativas que existen para explotarlos adecuadamente".

Narbona concluye de una manera que ilustra acertadamente el papel de la toma de decisiones y su vinculación con los problemas ambientales, afirmando que "la forma en que adoptamos las decisiones y quién las adopta a menudo determina lo que decidimos". Esta idea enlaza con la cuestión central de la calidad de la democracia y el deterioro ambiental, que es de lo que está hablando la ministra (algo que se puede aplicar, obviamente, a su ministerio y a su Gobierno).

Además de lo anterior, existe otra cuestión clave: la actitud de los ciudadanos, en el sentido de si éstos adoptan o no los valores y comportamientos democráticos. Ambos aspectos son muy débiles ya que "el proceso de plena institucionalización de la democracia (y la consiguiente interiorización de sus reglas de juego, convertidas en conducta habitual de los agentes) ha sido mucho más arduo, lento y contradictorio. Lo es en todas partes. En Italia no se ha conseguido del todo, al cabo de cincuenta años; y los italianos han tenido que reconstituir su república, por así decirlo, de nuevo. En España, casi veinte años después de la Transición, el clima de corrupción político-financiera y de desdén por la ley ha generado una crisis política de enorme gravedad, aún por cerrar definitivamente".

Lo más grave es que no sólo no se ha cerrado sino que, en los últimos años, se ha ahondado gracias a la economía del "pelotazo" y a una sociedad totalmente "marbellizada", con unos partidos políticos más atentos a los intereses empresariales que a los sociales y cada vez más alejados de los problemas que realmente preocupan a los ciudadanos.

No se trata sólo de la corrupción urbanística y de sus secuelas y antecedentes, sino también de la corrupción relacionada con decisiones sobre la construcción de costosísimas e innecesarias infraestructuras de todo tipo financiadas con fondos públicos; a esta corrupción se le está prestando poca atención, pudiendo ser más grave que la urbanística. Si la necesidad de esas infraestructuras no está razonablemente justificada, como ocurre en la mayoría de los casos, su construcción se puede entender como un indicador de baja calidad de la democracia.

Como ha señalado el Nobel de Economía Amartya Sen, "existe la tentación de ver a la democracia de forma excesivamente restringida y estrecha, exclusivamente en términos electorales y no en términos mucho más amplios, en lo que John Rawls ha llamado 'el ejercicio de la razón pública'. Este concepto mucho más vasto y rico incluye la posibilidad de que los ciudadanos participen en el debate político y, con ello, estar en disposición de influir en las opciones relativas a los asuntos públicos. La democracia tiene demandas que trascienden a la urna electoral. ¿Qué es exactamente la democracia? Para empezar debemos evitar su identificación con la idea de gobierno de la mayoría".

Por eso es muy relevante asumir que es necesario abrir la toma de decisiones públicas a la sociedad ya que, de lo contrario, persistirán, entre otros, los problemas ambientales. No es fácil hacerlo y, además, no tenemos mucha experiencia en debatir en público pero tenemos capacidad de aprender.

Federico Aguilera Klink es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de La Laguna (Tenerife).