GINEBRA, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -
Casi 18.000 iraquíes han abandonados sus casas en las últimas tres semanas en el centro y el sur de Irak, según datos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que estima que hasta un millón de personas podría desplazarse este año, sumándose al total de 1,4 millones de desplazados que ya existe en el país.
Según un estudio realizado por la organización, dado a conocer hoy, sólo en los 15 distritos del centro y el sur, 290.000 personas han tenido que salir de sus casas desde febrero de 2006. En los tres distritos del norte, han sido 84.0000 los iraquíes desplazados en un año.
Sin signos de que terminen los desplazamientos y con el anuncio del cierre de las fronteras por parte del Gobierno iraquí, que tendrá un efecto importante en los refugiados iraquíes, la OIM estima que hasta un millón de personas más podrían desplazarse este año.
"Las necesidades son enormes. Se necesitan urgentemente materiales de emergencia como tiendas de campaña y comida para estas personas que están sufriendo física y psicológicamente estas experiencias terribles", explicó el jefe de la misión para Irak de la OIM, Rafiq Tschannen. "Tenemos que recordar que los desplazados internos son en gran parte personas que no tienen los recursos financieros para abandonar el país para buscar seguridad y que tienen muy pocos medios para ayudarse", agregó.
Según la OIM, el rápido aumento del número de personas que huyen de sus casas también implica que hay pocas comunidades con la capacidad de absorber y ayudar a los nuevos desplazados. "Significa que para aquellos que buscan refugio, se está poniendo más duro encontrar lugares en Irak donde puedan encontrar seguridad y cobijo", explicó una especialista de desplazamientos en Irak en la organización, Dana Graber.
Además, varios distritos de los más estables han decidido restringir la entrada o directamente han cerrado sus regiones a los desplazados internos, mientras los nuevos llegados ocupan cada vez en mayores cantidades los hospitales locales, colegios e instituciones sanitarias. Mientras, el aumento del desempleo y de los alquileres están añadiendo aún más tensión a las ya existentes entre los desplazados y las comunidades de acogida.
Según la OIM, muchos de los desplazados están alquilando espacios en edificios en ruinas o están construyendo viviendas con materiales que tienen al alcance, como juncos o lodo. Estos lugares con frecuencia no tienen electricidad, aislamiento, ni sanitarios o cocinas.
NIÑOS MENDIGOS Y COMBATIENTES
Asimismo, la OIM asegura que ha recibido informaciones de que niños desplazados no están asistiendo a las escuelas, y están siendo obligados a trabajar o mendigar para llevar dinero a la familia. Además, se han registrado casos de niños de entre 10 y 14 años que se han unido a los insurgentes locales en Diyala, por dinero o para vengar a miembros de su familia.
Los niños además sufren un creciente número de casos de malnutrición, enfermedades e infecciones, debido a la falta de comida y al deterioro de los servicios sanitarios, incluyendo el éxodo de muchos profesionales sanitarios de Irak.
"Los niños desplazados no pueden vivir una vida normal. Dejan sus casas, amigos y entornos propios de la infancia con un sentimiento de abandono", explicó a la OIM un iraquí que tuvo que huir de su país hasta Jordania, pero que tiene familiares en el país, algunos de ellos desplazados. "Ser desplazado es duro para los padres, demasiados sufren por acabar con sus relaciones, y no es fácil dejar sus casas sin nada", relató.
Los desplazados han asegurado a la OIM que sus necesidades más urgentes son cobijo, empleo y comida. El 46% de ellos asegura que ha recibido hasta ahora ayuda en alimentos. Sin embargo, la inseguridad y la falta de dinero dificulta la tarea de las agencias humanitarias, incluyendo la propia OIM, que el pasado año proporcionó material de emergencia a más de 150.000 personas.
"A pesar de las aplastantes necesidades de desplazados, nuestro llamamiento para Irak el pasado año sólo se cubrió en un 25%", lamentó Tschanne, señalando que las perspectivas para los desplazamientos internos este año "son desalentadoras de nuevo".