MADRID, 20 Nov. (EUROPA PRESS) -
Más de 300.000 civiles están desplazados en el norte de Sri Lanka a causa del conflicto entre el Ejército gubernamental y los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE), según advirtió hoy la organización humanitaria Amnistía Internacional (AI), que reclamó a ambas partes que tomen las medidas necesarias para proporcionar refugio y protección a estas poblaciones, que carecen de alimentos, cobijo, agua o servicios sanitarios en plena estación de las lluvias.
Los civiles están atrapados en la región de Wanni, controlada por los Tigres Tamiles, los cuales, según denunció AI en un comunicado, "siguen reclutando por la fuerza a un miembro de cada familia y que recientemente han aumentado de forma drástica el reclutamiento forzoso de personas más jóvenes".
Los Tigres, añadió la organización, "han impedido a la población de esta zona llegar a lugares más seguros mediante la imposición de un estricto sistema de tránsito". A algunas personas las han obligado a quedarse en retaguardia como garantes del regreso del resto de la familia, aseguró.
Los Tigres Tamiles también controlan la circulación de personas desplazadas dentro de la región de Wanni. "Estas medidas parecen concebidas en parte para usar a la población civil como escudo contra las fuerzas gubernamentales", denunció AI.
El pasado mes de septiembre, el Gobierno de Sri Lanka ordenó a los trabajadores de ayuda humanitaria de Naciones Unidas y de las organizaciones no gubernamentales que abandonaran la región y asumió toda la responsabilidad de satisfacer las necesidades de la población civil afectada por las hostilidades.
"Sin embargo, pese a las afirmaciones de que la situación está bajo control, hay indicios que apuntan a que el Gobierno carece de la capacidad necesaria para proporcionar la ayuda humanitaria que precisan la población desplazada y los habitantes civiles de Wanni", advirtió Amnistía.
En concreto, los organismos gubernamentales y su personal tienen dificultades para responder a las necesidades de las personas desplazadas sin la asistencia de las organizaciones humanitarias. El Gobierno de la India ha reconocido la gravedad de la situación al decidir enviar a Sri Lanka 2.000 toneladas de material de ayuda humanitaria, cuya entrega será gestionada a través del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Seún la organización, el Gobierno srilankés se ha negado a autorizar la entrada de observadores internacionales independientes en la región de Wanni, "que se encargarían de vigilar y asegurar que los convoyes de alimentos, medicamentos y otros suministros básicos llegan a la zona y de supervisar la distribución de todos esos suministros".
ALIMENTOS Y ABRIGO
Según la lista básica de alimentos del Programa Mundial de Alimentos (PAM), se necesitan aproximadamente 773 toneladas de alimentos semanales para abastecer a las 230.000 personas de la región de Wanni que actualmente están dadas de alta en el plan del Programa Mundial de Alimentos. Los últimos tres convoyes transportaron solamente 650, 750 y 462 toneladas de alimentos respectivamente, de ahí que la seguridad alimentaria a corto y largo plazo siga representando un problema, advirtió AI.
Aparte, prosiguió, se calcula que alrededor del 35 por ciento de las zonas de producción de arroz y verduras de Wanni ya no es accesible. Las personas desplazadas afirman que ya están empeñando o vendiendo joyas para comprar alimentos básicos. Las madres lactantes y sus bebés son especialmente vulnerables, pues no reciben los alimentos adicionales adecuados para satisfacer sus necesidades específicas.
Por otra parte, cuando las organizaciones humanitarias abandonaron el país el 16 de septiembre, habían dejado construidos 2.100 refugios temporales. Las autoridades gubernamentales de los distritos de Kilinochchi y Mulaithivu han calculado que al menos 20.000 familias necesitan cobijo en estos momentos.
"El Gobierno srilankés ha declarado recientemente que la hoja de palma es un material adecuado para construir refugios, pero tales abrigos no cumplen las condiciones mínimas que debe reunir un alojamiento para personas desplazadas", advirtió Amnistía.
"Muchas familias viven a la intemperie bajo refugios improvisados", añadió. Asimismo, numerosas personas desplazadas se han congregado en zonas que en otros tiempos fueron arrozales y que son proclives a las inundaciones. Organizaciones expertas ya habían valorado estos terrenos como potenciales campos de refugiados, pero los habían considerado inadecuados.
Varias imágenes recientes de Wanni, según Amnistía, muestran que la población ha roto sacos de arroz para colgarlos sobre palos de madera en un intento desesperado de construir sus propios refugios. Sin un cobijo adecuado, los habitantes tienen dificultades para mantener secos los alimentos y otros productos básicos y están más expuestos a las serpientes.
LLUVIA Y CONDICIONES SANITARIAS
Aparte de todo ello, las intensas lluvias del monzón, que deberían durar hasta mediados de febrero, han agravado la situación. En estos momentos, la precipitación media mensual es de 300 milímetros. Aunque la lluvia ha ralentizado los enfrentamientos, "también ha hecho estragos entre la población desplazada", según AI.
Se ha incrementado el riesgo de brotes de enfermedades al tiempo que está limitado el acceso a las medicinas. El sistema de salud de la región de Wanni necesita urgentemente personal y suministros: los hospitales han cerrado o ha sido preciso trasladarlos para atender a la población desplazada. Si surgen casos de malaria, a los pacientes les será muy difícil recibir el tratamiento necesario.
Aparte, las autoridades locales calculan que son necesarios 5.230 retretes provisionales. Según trabajadores de ONG locales que instalaban este tipo de aseos, el 95 por ciento de la población desplazada no dispone de retretes adecuados, y por descontado, también carece de aseos e instalaciones higiénicas separados para las necesidades específicas de las mujeres.
Debido al bloqueo del transporte de cemento, los aseos no se pueden construir de acuerdo con la normativa, por lo que las autoridades sanitarias de Wanni han aprobado la construcción de aseos en los que la taza del inodoro se asienta sobre un piso de madera y los recipientes se hunden en la tierra a modo de fosa séptica. Las autoridades responsables de la salud de Wanni temen que, si no se toman medidas de inmediato, tal vez sea imposible evitar las epidemias entre la población desplazada, se lee en el informe de Amnistía.
La extrema carencia de agua potable ha potenciado, además, dolencias relacionadas con el agua, como la diarrea. Funcionarios del departamento de salud han afirmado que la falta de agua potable y las condiciones de salubridad se han convertido en un problema acuciante y son origen de infecciones.
"El Gobierno de Sri Lanka y los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil deben permitir que los observadores internacionales valoren las necesidades de los miles de personas atrapadas en Wanni y velen por la distribución adecuada de alimentos y otros recursos", declaró el director del Programa Regional para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional, Sam Zarifi. "Además, el personal internacional ha desempeñado un papel fundamental en la protección de trabajadores humanitarios locales frente a los abusos de los Tigres de Liberación", añadió.