Crónica Tailandia.- Los 'camisas rojas' mantienen su pulso pese a la muerte de 21 personas en el Sábado Negro

Actualizado: domingo, 11 abril 2010 17:00

Abhisit lamenta las muertes, pero reitera su negativa a dimitir y defiende la actuación del Ejército

MADRID, 11 Abr. (EUROPA PRESS) -

Los manifestantes de la Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (UDD), conocidos como 'camisas rojas', continúan ocupando el centro de Bangkok para pedir la convocatoria de elecciones anticipadas a pesar de los graves disturbios por la intervención del Ejército y que se ha saldado entre ayer y hoy con la muerte de 21 personas y con al menos 858 heridos --casi 600 de ellos civiles-- , según el propio Gobierno, unos incidentes bautizados ya por los medios como Sábado Negro o Día del Juicio Final.

Uno de los dirigentes del UDD, Natthawut Saikua, afirmó que mantendrán la ocupación del cruce de Ratchaprasong y el puente Phan Fa --bastiones de los 'camisas rojas' ocupados desde el 14 de marzo-- hasta que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, disuelva la Cámara de Representantes y convoque elecciones. "Pedimos a Abhisit que dimita inmediatamente", afirmó Natthawut ante los 'camisas rojas' en un acto en recuerdo de los fallecidos celebrado este domingo ante el Monumento a la Democracia. Natthawut aseguró que "no han muerto en vano". Otro dirigente del UDD, Veera Musijapong, demandó directamente el exilio de Abhisit.

La ofensiva militar para retomar el puente Phan Fa comenzó a las 13.00 horas del sábado, y no se interrumpió hasta las 21.15, cuando los duros enfrentamientos del cercano cruce de Khok Wua provocó "demasiados heridos y muertos", informó el diario 'The Bangkok Post'.

Uno de los generales implicados en la represión de los manifestantes, Jattiya Sawasdipol, acusó a los autodenominados "guerreros ronin", "una fuerza desconocida" ayudaron a los 'camisas rojas' en su enfrentamiento con los militares.

Los 'ronin' --término utilizado para denominar a los guerreros samurái japoneses que no estaban a las órdenes de ningún señor feudal-- dispararon granadas M79 contra los soldados y una incluso llegó a impactar contra la tienda del comandante de la operación, lo que descabezó momentáneamente a la fuerza militar, reconoció. "Esto provocó que los soldados no tuvieran un comandante y por eso perdieron la batalla", afirmó Jattiya en declaraciones a 'The Nation'. "El comandante del Ejército creyó que sería fácil aplastar a los 'camisas rojas', pero no lo es", apuntó.

Según el Hospital Wachira, de los 20 muertos, 14 eran civiles, incluido un fotoperiodista japonés que trabajaba para la agencia de noticias Reuters, y seis eran militares.

INVESTIGACIÓN DE LAS MUERTES

Ahora la polémica gira en torno a la responsabilidad de las muertes, ya que los 'camisas rojas' acusan a los militares de haber empleado balas de verdad en la carga, mientras que desde el Gobierno sostienen que sólo se usó material antidisturbios y disparos al aire, aunque reconocen que los militares tenían permiso para emplear fuego real para su defensa propia.

Un portavoz del Gobierno, Panithan Wattanayakorn, aseguró este domingo en declaraciones televisadas que las fuerzas de seguridad no dispararon balas contra los manifestantes y que las informaciones preliminares apuntan a la utilización contra los soldados de granadas y munición no incluida en el arsenal del Ejército. En cualquier caso, aseguró que se realizará una investigación independiente por parte de académicos y representantes del propio UDD.

Anoche el primer ministro Abhisit compareció en televisión para defender la actuación de los militares. "El Gobierno ha sido muy paciente en sus medidas para con la turba, empeñada en una escalada de presión para doblegar al Gobierno. La violencia, especialmente las granadas M79, son la prueba de que la concentración no tenía objetivos pacíficos", dijo. "Aún no ha terminado. Estoy seguro de que somos fieles en la rectitud, al final venceremos", apostilló.

Este domingo ha sido una jornada de relativa calma, aunque con tensión. En una escenificación más del conflicto, los manifestantes entregaron esta tarde a cuatro de los soldados que lograron reducir y capturar durante la ofensiva militar.

En un acto semioficial, el comandante de la Primera División de la Policía, el general Wichai Sangprapai, se desplazó al puente Phan Fa, uno de los bastiones de los manifestantes, donde le fueron entregados los cuatro militares tras firmar un memorándum en el que reconocía la liberación. Después fue abucheado por la multitud.

La guerra también se juega en el campo mediático, y por ello este domingo uno de los dirigentes del UDD atrincherado en el puente Phan Fa, Somchai Phaibool, instó a todos los manifestantes a impedir la presencia de periodistas en la zona. Somchai acusó a todos los medios de estar de parte del Gobierno de Abhisit y de no emitir imágenes de los manifestantes muertos. Tras su discurso, los manifestantes corearon consignas contra la presencia de periodistas, que tuvieron que abandonar efectivamente el lugar.

El pulso por el poder continuará el lunes, con marchas ya convocadas por la UDD en recuerdo de los fallecidos.

INTERVENCIÓN MILITAR

La dura acción militar del sábado ha puesto de nuevo al Ejército en el centro del escenario político tailandés. Desde 1932 ha habido 18 golpes de Estado exitosos en el país y a pesar de los recientes intentos de imponer la hegemonía civil, las fuerzas armadas conforman tradicionalmente un centro de poder que ejerce de contrapeso a las distintas corrientes políticas y burocráticas.

"El Ejército es un caballo de carreras y los gobiernos son simplemente los jinetes que vienen y van (...). Sus dueños son la nación y el rey", afirmó en julio de 2006 el general Prem Tinsulanonda en un discurso a una promoción de cadetes. Dos meses después, el Ejército depuso al primer ministro Thaksin Shinawatra, multimillonario elegido democráticamente, en un golpe de Estado incruento.

Desde entonces el país se ha debatido entre los seguidores de Thaksin, que constituyen la columna vertebral del UDD, y las élites políticas tradicionales.

Por el momento, parece que el Ejército responde a la voluntad del primer ministro Abhisit, aunque no faltan los precedentes de desobediencia de los militares a órdenes de represión de manifestaciones, cuatro en total desde 1997.

Algunos creen que los militares temen volver a manchar su reputación con muertes, pero otros consideran que el criterio es simplemente interesado, que buscan perpetuar su influencia, y por eso mantienen su pacto de conveniencia con Abhisit. Desde su llegada al poder, los militares han visto incrementado notablemente su presupuesto, mientras que se han relajado los controles sobre la adquisición de material, según apunta la revista 'Time'.

En el último gesto para con el Ejército, Abhisit declaró el miércoles pasado el estado de excepción, que concede un amplio margen de maniobra en la gestión de las protestas de los 'camisas rojas'. El objetivo declarado es acabar con la protesta y la ocupación del centro de Bangkok, paralizado por los manifestantes desde hace casi un mes.