El Ejército birmano dispersa a 2.000 manifestantes, cierra los principales monasterios y suspende Internet

Actualizado: sábado, 29 septiembre 2007 0:01


RANGÚN, 29 Sep. (EUROPA PRESS) -

Los soldados birmanos volvieron a disparar al aire y a golpear a los cerca de 2.000 manifestantes que se congregaron ayer, desafiando a la Junta Militar, en torno a la Pagoda de Sule, si bien, en general las protestas antigubernamentales fueron mucho menos multitudinarias. Además, el Gobierno procedió a ocupar varios monasterios budistas y suspendió el acceso a Internet, en un intento por frenar las protestas e impedir la difusión al exterior de informaciones e imágenes perjudiciales para el régimen.

La opacidad informativa impuesta por las autoridades y el miedo de la población impiden un conocimiento seguro sobre el número de víctimas causadas por los disparos del Ejército contra los manifestantes. El Gobierno ha asegurado que diez personas han muerto desde que comenzaron los disturbios esta semana, pero fuentes diplomáticas han estimado que el balance podría ser muy superior y algunos grupos disidentes lo han elevado hasta 200.

Las fuerzas de seguridad aislaron ayer un barrio de Rangún, cerca de la Pagoda de Sule, después de que una multitud tomara las calles para seguir protestando contra el régimen.

Los soldados y los policías, llegados al lugar en 20 camiones, arremetieron contra alrededor de 2.000 manifestantes. Según testigos presenciales, algunas personas fueron golpeadas e introducidas a la fuerza en un camión. Asimismo, los soldados y los agentes se enfrentaron a numerosos grupos de entre 200 y 300 activistas en otras zonas, en ocasiones disparando al aire.

Aparte, las tropas del Ejército han ocupado los principales monasterios, a fin de confinar a los monjes que han liderado desde hace casi dos semanas las manifestaciones contra la Junta Militar. Las puertas de los monasterios fueron cerradas y las principales intersecciones cerca de los templos en Rangún y Mandalay fueron cortadas con alambre mientras las calles de estas dos ciudades permanecían en silencio, sin rastro de los monjes.

"Nos han dicho que las fuerzas de seguridad tienen a los monjes bajo control", explicó bajo anonimato un diplomático asiático. El motivo de esta medida seguramente sea acabar con la presencia de monjes en las manifestaciones, dejando vía libre para reprimir más cómodamente a los manifestantes civiles.

LAS CIFRAS

Mientras tanto, las cifras de la represión siguen sin aclararse, sobre todo porque la población tiene miedo a denunciar y porque a los periodistas extranjeros se les prohíbe entrar libremente en el país. Los soldados y la Policía están registrando algunos hoteles en busca de foráneos.

El embajador de Australia en Birmania, Bob Davis, declaró que algunos informes no confirmados dan un balance "varias veces superior a los diez muertos reconocidos por las autoridades". "Hemos hablado con varias personas durante la noche antes de que se aplicara el toque de queda y a través de ellas tenemos informaciones" según las cuales se ha retirado "un número significativamente mayor de muertos en el lugar de los hechos", declaró el diplomático a la emisora ABC por teléfono.

Por su parte, el grupo disidente Campaña Estadounidense por Birmania, con sede en Washington, aseguró que alrededor de 200 manifestantes han muerto y numerosos han sido detenidos y golpeados.

El día más sangriento se registró el jueves, cuando las tropas abrieron fuego contra la multitud. En estos días, cientos de personas han sido detenidas, introducidas a la fuerza en camiones o golpeadas por las fuerzas de seguridad, según informaron testigos presenciales y fuentes diplomáticas.

Las manifestaciones comenzaron el 19 de agosto para protestar por la elevada subida del precio de los combustibles, y la consecuente inflación que generaron, y han ido creciendo después de que el Gobierno detuviera a más de 200 manifestantes. La semana pasada, los monjes budistas del país se sumaron al movimiento de protesta, generando una nueva ola de manifestaciones que culminó el martes con la más multitudinaria en los últimos 20 años.

Estas protestas son las primeras en más de diez años y cuentan con el apoyo de una buena mayoría de la población, especialmente afectada por la decisión del Ejecutivo militar de aumentar el precio del diésel un cien por ciento y el de la gasolina un 66 por ciento.

El actual régimen es el resultado del golpe de Estado militar de 1988, con el que se reprimieron las revueltas en favor de la democracia. En 1990, la dirigente opositora Aung San Suu Kyi, de la Liga Nacional por la Democracia (LND), obtuvo la victoria en las primeras elecciones libres en casi 30 años, pero los militares anularon los comicios y se negaron a renunciar. Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991, se encuentra en arresto domiciliario desde 2003.

INTERNET Y MÓVILES

A fin de ocultar las cifras de la represión, el Gobierno ha empezado a actuar sobre los modernos sistemas de telecomunicaciones. A diferencia de las movilizaciones y la represión de 1988 --que concluyeron con un baño de sangre--, las fotografías sobre lo que sucede en estas fechas están llegando a todo el mundo a través de correos electrónicos y teléfonos móviles.

El Gobierno suspendió ayer el servicio de los dos proveedores de Internet, BaganNet y Myanmar Post-Telecom, pero las grandes compañías y las conexiones a la red a través de satélite de las Embajadas permanecen activas. Internet ha jugado un papel fundamental en la difusión de las imágenes tanto de las manifestaciones como de la represión contra los participantes.

Asimismo, el Gobierno ha interrumpido algunas líneas de teléfonos móviles e intensificado la confiscación de estos aparatos, según denunció el director de la revista independiente elaborada desde Tailandia 'Irrawaddy', Aung Zaw. "Internet fue cortada esta tarde. La televisión está mostrando imágenes de ayer", explicó. No obstante, se mostró convencido de que la gente encontrará este próximo fin de semana otras vías para acceder a la red.

El periodista recordó que en los disturbios de 1988 "se tardó días, en ocasiones semanas e incluso meses", para obtener imágenes, mientras que en la actualidad la población está utilizando todos los medios posibles para difundirlas rápidamente.

Esta inmediatez, a su juicio, es fundamental para que la comunidad internacional actúe rápidamente. "El mundo no sabía dónde estaba Birmania, pero ahora ve imágenes sobre esta situación y quiere saber más. Esta es la mayor diferencia respecto a 1988", declaró Aung Zaw.

Los teléfonos móviles han aportado pruebas impagables, destacó, por su parte, Soe Aung, un portavoz del Consejo Nacional de la Unión de Birmania, una coalición de grupos de la oposición con sede en Tailandia.

Aparte, las comunicaciones dentro del propio país son también importantes, según Aung Din, director de política de Campaña Estadounidense por Birmania. "Los estudiantes usan teléfonos móviles para enviarse mensajes SMS a fin de compartir informaciones", explicó. Estos mensajes sirven para organizar manifestaciones o para informar sobre dónde se encuentran los soldados. "La Junta no puede controlar la tecnología totalmente", añadió.