ROMA, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un niño de seis años y un hombre de 45 son las últimas víctimas mortales de las bombas racimo dejadas caer por la aviación israelí durante la ofensiva efectuada en Líbano en el verano del año pasado, según informaron fuentes locales citadas por la agencia misionera de noticias MISNA.
El niño estaba jugando con unos amigos en el patio de una casa cuando explosionó una submunición que se encontraba entre los arbustos. La otra víctima murió cuando llevaba el ganado a pastar. Ambos vivían en el sur del Líbano y habían sufrido el año pasado los bombardeos de los aviones israelíes y los combates entre las tropas de israel y las milicias del movimiento chií libanés Hezbolá.
"Lo que sucedió", declaró Nasser Abu Lteif, director de una asociación que se ocupa de rehabilitación, "renueva la necesidad de reforzar nuestros esfuerzos contra las fábricas que producen estos artefactos y de inducir a los Estados que los producen, importan o usan, a destruir sus reservas de bombas de racimo".
