Minas.- La ONU alerta de los "daños terribles" a civiles que causan los obuses, misiles y bombas que quedan sin estallar

Actualizado: miércoles, 4 abril 2007 14:33

NUEVA YORK, 4 Abr. (EUROPA PRESS) -

Las municiones que quedan sin explosionar durante los conflictos, en particular los misiles, los obuses de mortero y las bombas, causan "daños terribles" a los civiles y ponen en peligro las misiones de paz, afirmó el secretario general adjunto para las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU, Jean-Marie Guéhenno, con motivo de la celebración del Día Internacional para la Concienciación y la Ayuda a la Acción contra las Minas.

Estas municiones pueden contener cientos de minibombas que se expanden por amplias zonas, afirmó Guéhenno en rueda de prensa celebrada ayer en Nueva York. Aunque están diseñadas para explosionar tras el impacto, un importante porcentaje de ellas no lo hacen y permanecen en el terreno después del conflicto, añadió. "Lo hemos visto en Afganistán, Kosovo, Irak, Laos, Vietnam y más recientemente en el conflicto entre Israel y Hezbolá en Líbano", declaró.

La Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL) ha hecho "esfuerzos considerables" para retirar cientos de miles de municiones, pero aún quedan un millón en el país, aseguró Jean-Marie Guéhenno. "Cinco 'cascos azules' han resultado heridos durante el desminado y se han registrado 22 muertes en Líbano, además de 139 heridos", lamentó.

LAS MINAS

El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU (DPKO, por sus siglas en inglés) ya se ha enfrentado en ocasiones al problema de las minas "años después del final de un conflicto", aseguró el responsable, quien citó como ejemplos los casos de Sáhara Occidental y Chipre. "La permanencia de las minas es un problema para el retorno a la vida normal y un peligro para nuestras tropas", advirtió.

"En realidad aún quedan artefactos sin explosionar de la Primera Guerra Mundial, pero se encuentran en zonas poco frecuentadas, por lo que no suponen demasiado peligro", explicó. "El mayor problema es la sospecha que levanta", prosiguió. Por ejemplo, "basta con que un cartel indique que hay una zona minada, aunque no quede una sola mina, para que todo el campo quede inutilizado para el cultivo y para las actividades económicas", manifestó.