Archivo - Milicianos huthis en Yemen - Hani Al-Ansi/dpa - Archivo
MADRID, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
El recrudecimiento de los combates en Yemen, especialmente a causa de la ofensiva lanzada por los rebeldes huthis en febrero en la provincia de Marib, en manos del gobierno reconocido internacionalmente, amenaza con dar al traste con los esfuerzos internacionales para intentar llevar a las partes a la mesa de negociaciones para alcanzar un alto el fuego y un acuerdo político que ponga fin a la guerra desatada en el país en 2014.
Los rebeldes, que controlan la capital, Saná, y las zonas norte y occidental del país, iniciaron su ofensiva con el objetivo de hacerse con el control de la capital de la provincia, rica en petróleo y principal bastión de las fuerzas del presidente, Abdo Rabbu Mansur Hadi --quien se encuentra en Arabia Saudí--, en el norte de Yemen.
Durante las últimas semanas los huthis han asegurado haber logrado avances hacia la ciudad de Marib y han cercado la ciudad de Abdiya, lo que ha provocado un aumento de los bombardeos por parte de la coalición internacional que encabeza Arabia Saudí, que apoya a Hadi y que ha anunciado la muerte de cientos de rebeldes durante la última semana, unos balances no confirmados por Ansar Alá, nombre oficial de los huthis.
Así, el grupo ha dicho que se ha hecho con varias aldeas situadas en la provincia, que acoge a decenas de miles de desplazados internos huidos de los combates en otros puntos de Yemen, lo que ha provocado la alarma ante el impacto sobre unas poblaciones ya vulnerables y que podrían verse sometidas a una nueva oleada de desplazamiento.
En este contexto, los rebeldes anunciaron además la toma de varias localidades en la adyacente provincia de Shabua, situada en el sur del país, en el marco de la operación 'Rabie al Nasr' (Manantial de Victoria), según ha recogido la agencia yemení de noticias SABA, vinculada al grupo chií, que cuenta con apoyo de Irán en el marco del conflicto.
El líder de los huthis, Abdulmalik Badradín al Huthi, hizo el lunes un llamamiento a hacer frente a la "brutal" agresión de la coalición y denunció "atroces crímenes" contra el pueblo de Yemen. "Lograr la libertad y la independencia es una yihad sagrada que nunca será sometida a regateos", manifestó.
Al Huthi reiteró que entre estos crímenes están "el cerco injusto" y la "ocupación" de distintas zonas para "esclavizar" a la población y "confiscar la libertad y la independencia" de los yemeníes. Por ello, recalcó que los combates continuarán hasta que la coalición y el Gobierno reconocido internacionalmente sean "derrotados" y "se ponga fin al cerco y la ocupación", incluido el pago de "compensaciones" por los daños causados durante el conflicto.
Por su parte, el ministro de Información del Gobierno de Hadi, Muamar al Eryani, ha reclamado este martes a la comunidad internacional una presión "real" sobre los rebeldes para que pongan fin a sus "ataques sistemáticos" contra los civiles y al cerco a Abdiya, donde residen varias decenas de miles de personas y donde ha quedado cortado el acceso de suministros y ayuda humanitaria.
En este sentido, ha hecho hincapié en la necesidad de que la ONU adopte una postura "firme" sobre los "horribles crímenes y violaciones" de los huthis contra los residentes en esta ciudad, que ha descrito como "una violación flagrante y sin precedentes del Derecho Internacional y el Derecho Humanitario".
La ofensiva es considerada de importancia crucial por su impacto en el curso general del conflicto e incluso el ministro de Defensa yemení, Mohamed al Maqdashi, reconoció en mayo que los combates tenían tintes "decisivos", al tiempo que resaltó en declaraciones al diario saudí 'Asharq al Ausat' que los avances militares huthis suponían una amenaza "grave".
Así, la toma de Marib por parte de los rebeldes podría aumentar sus fuentes de ingresos, dado que la provincia genera cerca de un tercio de los ingresos nacionales por la exportación de petróleo y gas, si bien este mercado se ha visto golpeado por la bajada de los precios a nivel internacional y la inseguridad a causa de la guerra.
Por otra parte, Marib supone el último enclave del Gobierno de Hadi en el norte de Yemen, en un momento en el que además hace frente a un aumento del disenso y las tensiones con el Consejo de Transición del Sur (STC), integrado por separatistas suryemeníes y que controlan la ciudad de Adén, situada en el sur del país.
El actual Ejecutivo vio la luz en diciembre de 2020 tras un acuerdo entre las autoridades reconocidas internacionalmente y el STC, si bien siguen existiendo tensiones. El STC cuenta con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos (EAU), integrado en la coalición internacional, lo que revela también el contexto multifacético que atraviesa el conflicto en los últimos años.
PREOCUPACIÓN INTERNACIONAL
En este contexto, el enviado de Naciones Unidas para Yemen, Hans Grundberg, recalcó la semana pasada la necesidad de lograr un acuerdo "de una vez por todas" y manifestó que entre los objetivos debe estar "restaurar y reunificar las instituciones estatales" y "allanar el camino para la recuperación económica y el desarrollo".
Grundberg arguyó que "poner fin a la guerra es sólo un primer paso, esencial, en una larga recuperación que incluye sanar las heridas sociales que se profundizan con cada día de conflicto", si bien reconoció que "la falta de confianza entre las partes en conflicto es amplia y creciente" y reiteró que "una solución duradera sólo podrá lograrse a través de un acuerdo político negociado".
Por otra parte, destacó que el cerco en Abdiya ha dejado a "miles de personas" en "una situación desesperada", mientras que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha denunciado este mismo martes un "hito vergonzoso" en el país tras alcanzarse la cifra de 10.000 niños y niñas muertos o mutilados desde el inicio del conflicto. "Eso equivale a cuatro niños al día", ha lamentado el portavoz del organismo, James Elder.
"Estos son, por supuesto, los casos que la ONU ha podido verificar. Hay muchas más muertes y lesiones infantiles que no constan en los registros, aunque sí para las familias de esos niños y niñas", ha manifestado, al tiempo que ha recordado que la crisis humanitaria en Yemen "es la peor del mundo" y una "trágica convergencia" de "un conflicto violento y prolongado", "la devastación económica", "los servicios destrozados para todos los sistemas de apoyo" y "una respuesta de la ONU con una grave falta de fondos".
En este sentido, ha apuntado que cuatro de cada cinco niños en el país necesitan ayuda humanitaria, mientras que 400.000 "sufren desnutrición aguda grave" y más de dos millones están sin escolarizar, a los que se suman otros cuatro millones que "corren el riesgo de abandonar la escuela".
Asimismo, 1,7 millones de niños se han visto desplazados en el país por la violencia, mientras que 15 millones de personas, 8,5 millones de ellas, niños, no tienen acceso a agua potable, saneamiento e higiene. "A medida que los combates se intensifican, sobre todo en torno a Marib, más familias huyen de sus hogares", ha alertado Elder.
Por ello, ha pedido "no subestimar" la gravedad de la situación y ha incidido en que "la economía se encuentra en una situación crítica", con una caída del 40 por ciento desde 2015 y un "gran número de personas" habiendo perdido su trabajo desde entonces. Así, ha pedido 235 millones de dólares (más de 200 millones de dólares) para mantener los trabajos de UNICEF hasta mediados de 2022.
"Yemen es el lugar más difícil del mundo para ser niño y, aunque parezca increíble, está empeorando", ha señalado. "Los niños y niñas en Yemen no se mueren de hambre debido a la falta de alimentos, se mueren de hambre porque sus familias no pueden pagar la comida. Se mueren de hambre porque los adultos siguen librando una guerra en la que los niños y niñas son quienes más pierden", ha remachado.