Los afectados por el derribo de 25 chabolas en la Cañada Real buscan entre los escombros algunas de sus pertenencias

Europa Press Madrid
Actualizado: miércoles, 10 octubre 2007 20:22

MADRID 10 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los afectados por el derribo de 25 viviendas ilegales construidas en el poblado chabolista de la Cañada Real Galiana, unas 30 familias de origen musulmán, buscaban hoy entre los escombros de sus casas las pertenencias que quedaron ayer sepultadas y que podrían ser todavía útiles.

Uno de los afectados, Hamed, relató a Europa Press que ni su familia ni él, que se encontraba trabajando en el momento en el que llegaron las excavadoras, había recibido ninguna notificación del juzgado y "menos una orden de desalojo" por una vivienda que, según él, ha costado 6.000 euros.

Hamed, natural de Tanger, lamentó que la Administración "deje en la calle y sin nada a un montón de familias que no hacen nada malo, solamente intentar vivir y trabajar en un país donde la vivienda es muy cara y no se puede costear". Esta familia es una más de las centenares que viven en esta población marginal situada junto al vertedero de Valdemingómez, una zona degradada por el tráfico de drogas en la que se han instalado muchas de las personas que fueron expulsadas de Las Barranquillas.

En la Cañada Real se instalaron hace 30 años los primeros asentamientos ilegales y, desde entonces, se han alternado las resoluciones judiciales que autorizaban el derribo de las viviendas con la construcción de nuevas chabolas y poblados en los que poco a poco se han ido acomodando gente de diferente nacionalidad.

Fuentes policiales consultadas por Europa Press señalaron que los afectados habían sido informados "en tiempo y forma" y con acuse de recibo, es decir, bajo una notificación legal. Durante el desalojo de ayer se vivieron momentos de gran tensión entre la veintena de agentes de Policía Municipal y antidisturbios que escoltaron a las excavadoras y los afectados por el derribo, aunque finalmente el caso no pasó a mayores y no se produjo ninguna detención.

Hamed, rodeado por sus vecinos, también marroquíes de origen, se preguntaba qué hacer con su mujer e hijos y achacó el derribo de las viviendas "a gente sin corazón que no le importa ver en la calle a toda esta gente".

Al menos, su familia durmió anoche en la casa de unos familiares que viven en la zona de la Cañada Real Galiana. Ése no es el caso de una familia rumana, compuesta por una mujer y sus siete hijos, todos ellos menores de edad, que han pasado la noche a la intemperie y que continuaban esta mañana buscando entre los escombros; lo poco que podían salvar lo montaba en una furgoneta repleta de bolsas.

Mientras sus hijos revoloteaban entre los trozos de hormigón y la basura, la mujer se afanaba en encontrar enseres útiles entre los cascotes, al tiempo que se quejaba de no tener "ningún sitio a donde ir". "Ni familiares, ni amigos, ni nada. Nos hemos quedado en la calle", dijo.

Las decenas de personas que esta mañana se arremolinaban en torno a los restos de las 25 casas derribadas comentaban la posibilidad de que en los próximos días se produjeran más demoliciones. Un vecino temía por su vivienda, aunque aseguraba que había "escuchado versiones contradictorias" sobre el lugar donde iban a producirse los derribos".

"Solo queda rezar y esperar a que no sea tu casa", afirmó.

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