VALENCIA 27 Nov. (EUROPA PRESS) -
El acusado de descuartizar a una amiga suya en Valencia negó hoy haberla matado aunque sí que reconoció que troceó su cuerpo para deshacerse del cadáver con el fin de evitar que la policía y un juez acudieran a su domicilio, en el que se produjo la muerte de la mujer la noche del 31 de mayo al 1 de junio de 2005, y descubrieran la droga que él tenía en la casa y con la que comerciaba.
Asimismo, aseguró, en el juicio que se celebra contra él en la sección segunda de la Audiencia de Valencia, que él no intervino en la muerte de su amiga, Samira Sayegh, una joven de 27 años que era sordomuda. Indicó que el fallecimiento se produjo sobre las 3 ó 3.30 horas de la madrugada mientras ambos hacían el amor, después de haber consumido drogas y alcohol y de haber pasado parte de la tarde con unos amigos que también consumieron estas sustancias.
Negó que antes se hubiera producido una fuerte discusión entre ambos el día de la muerte y dijo que sí que hubo una pelea una temporada antes. El acusado manifestó que al morir, la joven se desplomó encima suyo, según dijo, pálida y con los ojos abiertos. Señaló que él se quedó "sorprendido" y que intentó que reaccionara dándole unos "cachetes en la cara" aunque no logró que recuperara la conciencia.
El ministerio fiscal considera que este hombre, Rufino M.G., es autor de un delito de homicidio, por lo que solicita para él 14 años de prisión, así como que pague las costas procesales y que indemnice a los padres de Samira con 180.303 euros. Igualmente, la fiscal estima que este individuo es autor de un delito contra la salud pública, por el que pide que se le condene a nueve años de prisión y al pago de una multa de 1.786,26 euros.
El acusado, que respondió a las preguntas de la fiscal y de su abogado y se negó a contestar a las de la acusación, explicó que tras producirse la muerte de su amiga, su intención era llamar a los servicios de urgencia pero que finalmente decidió no hacerlo. Sostuvo que no lo hizo por el "pánico" que le entró al darse cuenta de la situación que se podía generar en su contra si se desplazaban a su domicilio agentes de la policía y un juez para levantar el cadáver y veían la droga que había en su casa, según dijo, cocaína y unos 65 kilos de hachís.
Rufino M.G. admitió que consumía este tipo de sustancias desde hacía unos 20 años y hasta su ingreso en prisión por estos hechos, que eran de su propiedad y que también las vendía en su residencia, ubicada en la calle Noguera de Valencia. Durante su declaración apuntó que por el "pánico" que le entró decidió descuartizar el cuerpo de su amiga y deshacerse después de él.
Explicó que trasladó el cuerpo de Samira desde el salón de su casa, arrastrándola por el pasillo, hasta una de las habitaciones, en la que lo dejó sobre la cama y donde le seccionó algunos miembros para desmembrarlos después en el comedor ya que esto era algo que no podía hacer viendo el cadáver, dijo. Indicó también que tras deshacerse de la ropa de la joven, la tarde del día siguiente a la muerte compró en un supermercado cercano a su casa bolsas de basura, guantes de látex y limpiador para tirar los restos de su amiga y limpiar la casa.
A lo largo de su declaración, el acusado afirmó que conoció a Samira en una cervecería que ambos frecuentaban y a la que la joven acudía con su novio y unos amigos para "tomarse unas copas y consumir" cocaína. Sostuvo que después de romper con su novia, pasadas las Fallas de 2005, precisó, comenzó a mantener una relación más continua con la fallecida, que también había terminado la relación con su novio. Dijo también que se veían "en ocasiones esporádicas" sin mantener una relación de pareja y que era siempre quien se ponía en contacto con él para consumir droga.
Rufino M.G. reconoció también en el juicio haber mantenido fuertes discusiones con su ex novia, a la que llegó a romper el tendón de un dedo cuando ésta intentaba huir de su casa y a la en una ocasión tiró al suelo y tapó la boca y la nariz con la mano y empezó a contar hasta que consideró oportuno soltarla.
Por su lado, la ex novia, que compareció como testigo aseguró estos hechos pero reconoció que no presentó denuncia aunque sí que acudió al hospital y pensó que podía haber muerto asfixiada. Explicó que tras años de relación con Rufino decidió dejar la relación porque no estaba a gusto y veía que "empezaba a hacer cosas raras".
"CERROJOS FUERTES Y DUROS".
Esta mujer aseguró que cuando el acusado se enfadaba le tiraba cosas como el móvil o el mando de la televisión y que cerraba con llave su casa sin dejarla salir hasta que él se relajaba. Comentó también que Rufino M.G. le envió desde la cárcel algunas cartas, que en una de ellas nombraba a Samira y que decía que no había sido él el que la había matado.
Por otra parte, los padres de la fallecida, que también comparecieron como testigos y que denunciaron su desaparición a principios de junio de 2005, afirmaron que su hija gozaba de buena salud y que acudía a un psiquiatra por una depresión que tuvo a los 18 años. La madre relató que antes de Fallas de 2005, una madrugada Samira le contó "con angustia y miedo" que un chico, que era hijo de un militar y que tenía un ojo artificial, la encerró en su casa, donde tenía "cerrojos fuertes y duros", dijo, aunque logró escaparse.
Asimismo, declararon como testigos dos hombres que en distintas ocasiones habían acudido al domicilio de Rufino M.G. a comprar droga. Éstos afirmaron que a veces habían visto a una chica que "hablaba con dificultad" pero señalaron que no habían estado con ellos reunidos porque adquirían la droga y se iban. La tía de Samira indicó en un receso de la vista que no creía lo dicho por el acusado, mostró su confianza en la justicia y pidió a los políticos que reflexionen sobre la violencia de género.