La ex novia del acusado por homicidio en Toledo confirma que le dejó porque éste continuaba con la asesinada

Actualizado: martes, 3 marzo 2009 22:00

Testigos que sacaron al acusado del "Robledo del Piélago", donde se quedó atascado, dicen que en ese lugar no hay buenas vistas del valle

TOLEDO, 3 Mar. (EUROPA PRESS) -

La ex compañera sentimental de K.K, juzgado en la Audiencia de Toledo por un jurado popular por un delito de homicidio tras acabar en 2001 en Almendral de la Cañada (Toledo) con la vida de la que entonces era su compañera sentimental, María Concepción L.M., de 48 años, cuyo cuerpo apareció en una maleta, aseguró hoy que rompió la relación sentimental que mantenía con el acusado porque éste continuaba unido sentimentalmente con la fallecida.

En su declaración como testigo en la segunda sesión de esta vista oral que se desarrolla en Toledo, M.J.F, confirmó que mantuvo una relación sentimental con el acusado entre mayo y noviembre del 2000, y que le dejó porque continuaba unido con la fallecida, a los que vio juntos en enero de 2001 en Talavera de la Reina.

Según M.J.F, el acusado le llamó varias veces en febrero para decirle que tenía que marcharse por "movidas de las que ya se enteraría", y que fue el 2 de marzo, cuando le llamó para pedirle ayuda porque se había quedado atrancado con la furgoneta en la sierra.

Tiempo después, prosiguió la que fuera compañera sentimental del acusado, le llamó desde Badajoz, Francia y Portugal, afirmando que estaba segura que lo hizo desde esos lugares porque ella comprobó los prefijos que aparecían en su teléfono móvil, y pensó que se había marchado por los juicios pendientes que tenía por "trata de blancas y movidas de droga".

Según la testigo, K.K "estaba agobiado y harto de Conchi", y aseguró haber estado muchas veces en la furgoneta del que fuese su novio, donde llevaba mantas, una bolsa de viaje, pero no una pala-- como afirma el acusado-- y que estuvo más de una vez con él en el lugar donde se quedó tirado.

A preguntas de la acusación particular, dijo que conocía a la asesinada del Real de San Vicente, que esta "era un histérica" y que "gritaba mucho", y vivía con un lituano, al que en alguna ocasión vio salir de la casa con sangre.

El primero en declarar fue J.A.M, que a preguntas del Ministerio Fiscal dijo que acogió en su casa de Talavera de la Reina (Toledo) a la asesinada, cerca de un mes, y confirmó que ésta en febrero de 2001 tenía un compañero sentimental polaco, al que reconoció en las fotos que después le mostró la policía.

Fue J.A.M. quien avisó al hijo de la fallecida de que ésta no iba por casa, aunque tampoco se extraño de su ausencia "porque no daba explicaciones de su vida". Agregó que Conchi "andaba con un bielorruso o un lituano", y que mantenía una relación con el acusado.

UNA TARJETA DENTRO DE LA MALETA

Declaró también uno de los agentes de la Guardia Civil que realizó las primeras diligencias tras la aparición del cadáver, después de que un ingeniero de montes lo encontrase de forma casual en una zona escarpada y de noche en el paraje conocido como "Robledo del Piélago". Apuntó que la maleta era más ancha que el hueco donde había estado enterrada, del que sobresalía, y que no vio ningún indicio, ni prueba.

Fue otro de los agentes de la Benemérita, quien apuntó que en la maleta, junto con el cadáver encontraron una tarjeta, que les permitió identificar a la fallecida, identificación que ratificaron tras hacer la prueba de ADN a los familiares.

Mientras, la abogada de la defensa se centró en la tarjeta que se halló junto al cadáver y que correspondía a un taller de restauración de Madrid, que se la podría haber facilitado a la fallecida un ciudadano de nacionalidad alemán, pero que la Guardia Civil no investigó esta pista, ni tampoco la del ciudadano lituano, con el que Conchi y el acusado habían sido detenidos por robo de coches y falsificación de vehículos.

El agente de la Guardia Civil explicó que tampoco comprobaron sí las llamadas realizadas por K.K a M.J.F fueron realizadas desde Badajoz, Francia y Portugal como ella mantiene, porque consideraron que la compañía telefónica, trascurrido tanto tiempo, no les facilitaría esa información.

Así, otro de los agentes de la Guardia Civil admitió que en la investigación que determinó quien podría haber dado esa tarjeta a la fallecida barajaban varios nombres, entre ellos el de un ciudadano alemán, pero que se centraron en el de K.K.. Apuntó que tampoco investigaron al ciudadano lituano que trabajaba con la asesinada y el acusado, porque un trabajador del Piélago identificó al polaco, como el hombre que se había quedado atrapado en el paraje donde apareció el cadáver.

Compareció también como testigo el ingeniero de montes que realizó el hallazgo del cadáver, y que a preguntas del fiscal dijo que fue el 23 de junio, sobre las 20.00 horas cuando vio algo semienterrado que le llamó la atención. Se asomó y vio un zapato, y con un palo intentó desenterrarlo y apareció un cuerpo que llevaba tiempo muerto, en posición fetal en una maleta, que le pareció de una mujer.

A preguntas de la defensa, dijo que la zona no es muy transitada, es un zona abierta con vegetación y mucha pendiente, cercana a la zona en la que están los repetidores de telefonía.

DÍA DE NIEBLA

Así, tanto los trabajadores de Retevisión, como el agente forestal que sacaron al acusado del lugar donde se había quedado atascado con la furgoneta, entre finales de febrero y principios de marzo, explicaron que el acusado estaba empapado, tiritaba de frío, estaba nervioso, y dentro del bosque, un poco alejado del camino.

Coincidieron también en que en ese lugar no hay buenas vistas del valle, en que había mucha niebla, llovía mucho, y en que el acusado, al que identificaron en las fotografías que les enseñó la policía como el hombre que se quedó atascado, les dijo que iba a llevar a este lugar a su novia.

En calidad de testigo compareció también J.F.M, compañero de trabajo del acusado, que explicó que acogió en su casa a K.K entre seis y ocho meses, y que éste le dijo que se tenía que ir porque estaba "en un lío". Se extraño porque le llamó sobre las 5.30 horas, y le pidió dinero, que no le pudo prestar porque no lo tenía.

Declararon también la madre de la asesinada y su hijo. La primera dijo que en varias ocasiones el acusado le pidió dinero, y que entre él y su hija no había ninguna relación sentimental.

Mientas el hijo, dijo que la última vez que vio a su madre fue el 6 de enero, día del funeral de su abuelo, mientras K.K. le esperaba en un bar. Confirmó también que que desde 1996 vivía con sus abuelos, que su madre le llamaba cada "tres ó cuatro meses porque viajaba", que ésta nunca le decía a qué se dedicaba, y que en septiembre de 2001 puso la denuncia de su desaparición.