Las familias denuncian "el machaque psicológico" y las "amenazas" que sufrieron por parte de Defensa

Actualizado: jueves, 26 marzo 2009 16:25


MADRID, 26 Mar. (EUROPA PRESS) -

Las familias de las víctimas del accidente del Yak-42, que costó la vida el 26 de mayo de 2003 a 62 militares que regresaban de una misión en Afganistán, denunciaron hoy ante el tribunal que juzga las identificaciones erróneas el "machaque psicológico" y las "amenazas" que tuvieron que sufrir por parte de los responsables del Ministerio de Defensa cuando dudaron de que los cuerpos que les habían entregado fueran los de sus allegados.

La primera víctima que tomó la palabra en la tercera sesión del juicio, que se sigue en la Audiencia Nacional, fue Teresa Jiménez Cabello, esposa del brigada Juan Carlos Jiménez Sánchez, quien denunció ante el tribunal el "machaque psicológico y maltrato a los familiares y a los propios muertos" que tuvieron que sufrir en los meses posteriores a la catástrofe.

La testigo, que tuvo que interrumpir su relato para contener el llanto, explicó que el error en la identificación provocó que otra familia incinerara los restos de su marido y esparciera parcialmente sus cenizas. "Yo no quería que fuera incinerado, eso también fue un golpe para nosotros", relató.

Asimismo, indicó que habló con el general Navarro y que éste le pidió "tranquilidad" y le confirmó que su esposo había sido identificado "por el nombre del uniforme y por los galones". "Sé a ciencia cierta que no se equivocaron, no le identificaron, hubiera sido tan fácil como coger su hoja de servicio y ver que era él", apuntó antes de señalar que los familiares "nunca" pidieron que el proceso de identificación fuese "rápido".

"VÁMONOS DE AQUÍ PORQUE NOS ESTÁN MINTIENDO"

También entre lágrimas, Amparo Gil, madre del sargento Francisco Cardona, denunció que el coronel de la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) les dirigió "amenazas" para que no dijeran "nada de lo que se pudieran arrepentir algún día", y les impidió ver el cuerpo de su hijo alegando que estaba "prohibido abrir los féretros".

Además, contó que en noviembre de 2003 el general de Sanidad Vicente Navarro les confirmó en el despacho del secretario general de Política de Defensa Jaime Jiménez Ugarte que había visto el cuerpo de su hijo y les aseguró, a la pregunta de "si tenía cicatrices", que el cuerpo estaba "limpio". "Nuestro hijo tenía cicatrices, así que le dijimos: 'Vámonos de aquí porque nos están mintiendo'", contó.

Gil también confesó al tribunal que su "corazón sabía" que los restos que les habían entregado no eran los de su hijo y añadió que esas sospechas se confirmaron cuando su marido volvió de Turquía con varias chapas, insignias identificativas, esferas de reloj y otros objetos personales de los fallecidos que no habían sido entregados a las familias.

"NO SERÍAMOS DIGNOS DEL CARIÑO DE LOS NUESTROS"

Durante la sesión matutina del juicio también comparecieron Carlos Perla, Alfonso Agulló y José Antonio Alarcón, hermanos de un comandante, un cabo primero y un sargento primero, respectivamente, que fallecieron en la tragedia, que se produjo cuando el contingente volvía de una misión humanitaria en Afganistán.

Los tres describieron los detalles que les llevaron a descubrir que sus familiares habían sido mal identificados y las largas gestiones que tuvieron que realizar para confirmar sus sospechas sobre esta cuestión, que asumieron como un compromiso con los fallecidos. "No seríamos dignos del cariño de nuestros familiares si no les defendiésemos ahora que no están aquí", aseguró Agulló.

Tras estos testimonios, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, levantó la sesión hasta las 17.00 horas, cuando se reanudará con el testimonio de otros tres familiares de las víctimas.