El arzobispo oficia, "en recuerdo de los que le deben la vida", el funeral, al que asistió, entre otros, un amigo destinado en el Líbano
UTRERA (SEVILLA), 27 (EUROPA PRESS)
Vecinos y allegados del joven sevillano de 19 años Manuel Davis Portas, uno de los seis soldados españoles fallecidos el pasado domingo tras una explosión junto a su vehículo en el sur del Líbano, se concentraron hoy, en una cantidad que sobrepasó el medio millar, en las inmediaciones y el interior de la parroquia de San José, en Utrera (Sevilla) --localidad natal de la madre del difunto-- para expresar su respeto y dolor y dar su último adiós al finado.
Fueron numerosas, asimismo, las autoridades que asistieron a la misa funeral, programada para las 9.00 horas --comenzó con pocos minutos de retraso-- y que propició la preparación de un fuerte dispositivo de seguridad policial horas antes del acto que provocó, incluso, pequeñas retenciones a la entrada del núcleo urbano del municipio.
Así, la presencia de soldados ya era destacable una hora antes del comienzo de la misa, con el ensayo por parte de algunos de ellos de las maniobras honoríficas destinadas a portar el féretro, que llegó a las 8.55 horas procedente del tanatorio de Sevilla escoltado por un microbús que transportaba a los familiares más cercanos del fallecido, en cuyo rostro podía leerse el dolor y el cansancio por los muchos kilómetros recorridos en pocos días.
Anteriormente, los vecinos de Utrera habían comenzado a congregarse en torno a las 8.15 en las puertas de la iglesia, con mucha presencia juvenil dada la corta edad del fallecido. Minutos después, las primeras autoridades llegaban a la parroquia, con la presencia del subdelegado de Gobierno en Sevilla, Faustino Valdés, y el concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Sevilla, Francisco Fernández, como representante municipal de la capital hispalense. El alcalde de Utrera, Francisco Jiménez, estuvo desde el inicio coordinando la ceremonia y dando ánimos a la familia. Posteriormente llegaron el teniente general jefe de la Fuerza Terrestre, Pedro Pitarch, y la consejera de Gobernación, Evangelina Naranjo. El cardenal arzobispo de Sevilla y clérigo oficiante de la misa, Carlos Amigo Vallejo, y el delegado de Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, fueron las últimas autoridades civiles en hacer acto de presencia, marcando la entrada en la iglesia de éstas a las 8.45 horas.
Hubo también numerosa representación militar. Además de Pitarch, asistieron el general de división adjunto López Negrette, el general jefe de Estado Mayor Marín Bello, representación del Ejército del Aire y de la Marina y, acompañando a nivel más personal a la familia, seis miembros de la Brigada de Paracaidistas a la que pertenecía Portas e incluso uno de sus más íntimos amigos, destinado con él en el Líbano y que fue repatriado junto con el cuerpo, según indicaron a Europa Press fuentes militares.
Se respiraba en el ambiente un silencio solemne y una tensión y dolor a duras penas contenidos por los primeros allegados presentes. El verde y el negro fueron los colores predominantes a la entrada de San José, que vivió su momento culminante de emoción con la llegada del ataúd --envuelto con la bandera de España y con la boina negra de Portas encima--, cuando, al son de la Marcha Fúnebre entonada por la banda militar Suige Sur, ocho de los miembros del Regimiento de Artillería Antiaérea número 74, con sede en El Copero, trasladaron con los debidos honores el cuerpo del soldado hasta el interior del recinto, lo que provocó un aplauso espontáneo de la concurrencia.
Ya en el interior de la parroquia --autoridades civiles a la derecha del altar, cuadros militares a la izquierda, familia materna en los bancos de la derecha y la del padre en los de la izquierda--, y en medio de grandes muestras de pena y dolor --muchos de los jóvenes presentes fueron los más afectados en este sentido--, Amigo Vallejo dedicó su misa a la memoria de Portas, "para su paz eterna, en recuerdo de los que le deben la vida". El Evangelio según San Mateo y el conocido salmo 'El Señor es mi pastor, nada me falta' fueron, entre otras, las lecturas que acompañaron la ceremonia.
Especialmente emotivas fueron las palabras del cardenal dedicadas al difunto y su familia --la madre, Mercedes Ruiz, portaba un retrato de su hijo-- al afirmar que "la muerte no es el final del camino, sino el principio del alma" y que "la paz, aspiración noble de los militares, tiene a veces unos precios tan grandes como la propia vida".
Al final de la ceremonia, en torno a las 9.45 horas, y tras un recordatorio a la Virgen de la Consolación de Utrera "para que acoja en su manto a Manuel David", la ceremonia religiosa y militar terminó con el porte del féretro hasta el exterior de la iglesia al son de la marcha 'Mater Mea' y el himno de España, lo que motivó otro aplauso, más estruendoso que el primero. Posteriormente, éste fue trasladado hasta el cementerio de Utrera acompañado por la familia, donde recibió sepultura.