HUESCA 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los testigos presenciales y los policías que acudieron al lugar del múltiple atropello ocurrido la noche del 27 al 28 de julio de 2007 a las puertas de la discoteca Manhattan de Huesca, y que han prestado declaración en la Audiencia Provincial de Huesca, donde ha comenzado el juicio contra el único acusado, Víctor Manuel Rivero Gómez, de 25 años, han constatado la conducción temeraria que presenciaron en el momento del trágico suceso, en el que murieron dos personas y otras ocho sufrieron heridas.
Han prestado declaración dos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía y cuatro agentes de la Policía Local, algunos de ellos como testigos presenciales y otros, por su intervención en las acciones posteriores al suceso, como inspecciones oculares del lugar de los hechos o realización del test de alcoholemia, entre otras.
Uno de los policías que, en el momento de los hechos, se encontraba en las inmediaciones de la discoteca, ha narrado como "en primer lugar, se oyó un gran chirrido de neumáticos" y, posteriormente, observó un Renaul Megane de color gris "haciendo un trompo". Ha indicado ante el tribunal que "el vehículo iba a una velocidad excesiva, sin control, y la parte trasera se cruzaba hacia la acera y chocó contra una furgoneta, que allí estaba estacionada". En ese momento, "vi volar a personas y a objetos".
El agente se dirigió al coche y "el conductor estaba aturdido, pero no estaba inconsciente". Ha asegurado que no recordaba si el conductor podía mantenerse en pie, pero ha precisado que "me identifiqué y le dije que estaba detenido, lo dejé custodiado y me fui a ayudar a los heridos". Este testigo ha asegurado que "la forma de conducir era bastante temeraria".
Otro de los policías que hoy ha prestado declaración ha explicado que intervino atendiendo a los heridos y acordonando la zona al llegar al lugar del suceso tras ser avisado de lo ocurrido. "Llegué al lugar para atender a los heridos y también para cortar el tráfico en ambos sentidos, con el fin de que las ambulancias pudieran hacer su trabajo".
Otros dos policías, uno de ellos intervino en el atestado y el otro en las labores de señalización de la vía, han coincidido en resaltar la existencia de las señales de curva peligrosa, límite de velocidad y paso de peatones en el lugar del siniestro. El conductor iba sin cinturón y en el vehículo se encontraron varias bebidas, según uno de estos testimonios. Víctor Manuel Gómez Gómez se encontraba "completamente indiferente" tras conocer lo sucedido, ha añadido; "daba la sensación de que nada hubiera ocurrido, estaba frío".
También ha prestado hoy declaración Luis D. Guiró, que se encontraba junto a su amigo, Benito Joaquín, quien posteriormente murió, y otras personas más hablando a las puertas de la discoteca Manhattan, cuando el vehículo arrolló a varias personas.
A Guiró lo salvo su instinto, ya que según ha dicho "ví el coche venir y, por instinto, di un paso hacia atrás". Según ha explicado, él pudo tener esa reacción ya que se encontraba frente al vehículo que se dirigía en dirección a la Manhattan, mientras que su amigo Benito no tuvo tiempo de reacción porque estaba de espaldas al vehículo.
Al igual que otro de los testigos, ha recordado que oyó un fuerte chirrido de neumáticos, aunque no se trataba de un frenazo. "Fue un chirrido muy fuerte, vi el coche, personas y objetos saltando y gritos", ha dicho, al tiempo que ha concluido que "el coche estaba siendo conducido de forma temeraria".
Por otra parte, ha prestado declaración el doctor Sebastián Menao, adscrito al Servicio de Toxicología del Hospital Clínico Universitario 'Lozano Blesa' de Zaragoza, quien ha ratificado su informe sobre los resultados de la concentración de cannabis en sangre del conductor del vehículo. Según ha explicado, el consumo de cannabis debió realizarse pocas horas antes del suceso, ya que "el cannabis en sangre dura muy poco".
Varios testigos han apuntado que la discoteca Manhattan solía cerrar sobre las 6,30 horas, hora en la que sucedió el accidente. Este suceso reabrió un debate que había surgido en Huesca con anterioridad, sobre la conveniencia de ubicar discotecas en polígonos industriales de la ciudad, por razones de seguridad. Además, en concreto la discoteca Manhattan había acumulado varias sanciones por no cumplir el horario de cierre establecido, ya que no contaba con licencia de discoteca, sino de disco-bar.