VALLADOLID, 23 Feb. (EUROPA PRESS) -
El que fuera comisario jefe de la Brigada de Policía Judicial de Valladolid en 1998, Andrés H.P, firmante además en ese año de tres informes con los que se inició de forma definitiva la ofensiva policial y judicial contra el denominado 'Clan de los Monchines', aseguró hoy que cuando esta familia comenzó a traficar con drogas en el ya desaparecido barrio de La Esperanza copó de tal forma el mercado que allí "no se movía nadie" sin su permiso, al tiempo que calificó a Miguel Romero-Larralde ('Monchín') como el jefe de la organización y a su hermana María Concepción ('Maruja') como su "lugarteniente".
El testigo, hoy jubilado, compareció, a propuesta de la acusación popular, en la décima jornada del juicio que se celebra desde el pasado día 1 del presente mes en la Audiencia de Valladolid contra doce personas, cinco de ellas del 'Clan de los Monchines', por delito de tráfico de drogas relacionado con hechos acaecidos entre los meses de septiembre del 99 y marzo de 2000 que desembocaron en la incautación en la capital de 1 kilo de heroína y 2,4 kilos de cocaína.
Durante su interrogatorio, el ex mando policial, en declaraciones recogidas por Europa Press, recordó que sus primeros contactos profesionales con este clan familiar se remontan a los 70 cuando la madre de todos ellos, la anciana 'Maruxa', y otra mujer apodada 'La Perfecta', ninguna de las cuales se encuentra imputada por la presente causa, "comenzaron a robar todas las carteras que había en Valladolid".
Luego, tal y como aseguró el ex agente, la ingente prole de 'Maruxa' dio un salto cualitativo y pasó a copar el mercado de la droga en Valladolid, tomando como principal núcleo de operaciones el ya desaparecido barrio de La Esperanza, hasta el punto de que "no se movía nadie" sin su consentimiento y "siempre estaban metidos en el ajo".
Andrés H.P. puso en la cúspide de la organización a 'Monchín', con la peculiaridad de que jamás tocaba la droga, y a su hermana 'Maruja', a la que adjudicó el papel de "lugarteniente" y en tareas de venta directa, al tiempo que denunció que otros familiares colaboraban con ellos y que incluso tenían a su servicio "subordinados o esclavos".
El monopolio de la droga que, según el ex mando, ejercían los 'Monchines' era tal que en ocasiones, cuando esta presunta red no despachaba mercancía por uno u otro motivo los cientos de toxicómanos que a diario acudían al poblado se veían obligados a desplazarse en masa hasta Salamanca, fenómeno que se produjo en varias ocasiones.
El testigo, quien aseveró que "fueron muchas horas las dedicadas a estos señores", también recordó que el cerco policial no dio sus frutos hasta que finalmente, a raíz de tres informes que él mismo firmó en 1998 solicitando la apertura de diligencias penales contra miembros del clan y el registro de sus viviendas, pudo procesarse y más tarde condenar a doce de ellos por blanqueo de dinero procedente del narcotráfico.
"¡HE VISTO VENDER AL JALERO!"
También declararon durante la vista varios miembros de la Coordinadora Contra el Narcotráfico de Pajarillos, entre ellos su presidenta, Aurelia Fernández, quien, en calidad de vecina que vivía muy próxima al poblado, aseguró haber presenciado un continuo ir y venir de toxicómanos a quienes incluso se acercó en alguna ocasión en la que éstos se encontraban en un parque pinchándose. "Cuando se colocaban eran personas majísimas", dijo Aurelia, quien añadió que en las conversaciones sostenidas con estas personas siempre salía a relucir el apodo de 'Maruja' como la persona que les suministraba la droga.
La testigo también aseguró haber visto personalmente al marido de la anterior, Vicente Ramírez Jiménez ('Jalero'), mientras vendía droga a los 'yonkis', al tiempo que otro miembro de la coordinadora, Teodoro Garrido, declaró que dos amigos ya fallecidos a causa de su adicción y un compañero de trabajo heroinómano le confesaron más de una vez que habían adquirido la mercancía "donde La Maruja".
Aunque la madre de todos los 'Monchines', 'Maruxa', siguió la evolución del juicio mascullando todo tipo de lindezas hacia los testigos, al igual que en jornadas precedentes, los mayores ex abruptos los lanzó precisamente contra Teodoro Garrido, al que, tras declarar y cuando abandonaba la sala, le espetó un "! a comer mierda en un plato, y demasiado que te lo ponen!"