Antonio Azcona, María del Carmen Forcada y Leonardo Polo reciben la Cruz de Carlos III El Noble de Navarra

Actualizado: miércoles, 23 abril 2008 16:34

 

   PAMPLONA, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -

   El presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, entregó esta mañana la Cruz de Carlos III el Noble de Navarra al sacerdote Antonio Azcona, a la empresaria tudela María del Carmen Forcada y al filósofo Leonardo Polo en reconocimiento "a sus trayectorias, que nos ofrecen una enorme lección de vida, de entusiasmo y de servicio a los demás". El presidente del Centro Navarro de Rosario (Argentina), Sandalio Monreal, también galardonado en esta edición, recibirá el premio en unos meses.

   Al acto de entrega, que se celebró a las 12 horas en el Salón del Trono del Palacio de Navarra, asistieron, además del presidente Sanz y varios miembros de su Ejecutivo; la presidenta del Parlamento, Elena Torres; el delegado del Gobierno en Navarra, Vicente Ripa; representantes del resto de formaciones políticas y los rectores de la UPNA, Julio Lafuente, y de la UN, Ángel José Gómez Montoro, entre otros representantes y familiares de los homenajeados.

   En su intervención, Miguel Sanz recordó la figura del rey Carlos III y la importancia de la condecoración que tiene su nombre y que reconoce públicamente "el progreso social y el prestigio de Navarra". De Antonio Azcona subrayó "sus fuertes convicciones religiosas que le han llevado siempre a servir a los más necesitados y a la ofrecerles absolutamente todo lo que él poseía en el orden material".

   Sobre María Forcada, Sanz destacó que es "una mujer ejemplar, con gran iniciativa profesional, su espíritu moderno y pionero, opuesto a convencionalismos y clichés sociales, que le han llevado a imprimir carácter a su trabajo creativo e innovador".

   Por último, el presidente recalcó de Leonardo Polo "su brillantísima carrera en el pensamiento y en la docencia, con aportaciones generales que han acierto nuevos caminos en esa ciencia del pensar, en este amor a la sabiduría que es la materia filosófica".

   Tras la lectura de los decretos forales por los que se concede los galardones, el presidente Sanz hizo entrega uno a uno de las cruces y a continuación los protagonistas ofrecieron sus discursos de agradecimiento. Además, también intervinieron otras tres personas que realizaron las glosas de cada uno de los premiados.

   En primer lugar, Antonio Azcona, capellán de la cárcel Pamplona durante más de 30 años, aseguró no tener palabras para agradecer esta concesión y recordó que su labor rehabilitando presos "fue siempre difícil, pero grata". Además, afirmó que su tarea la ejerció "con amabilidad y perseverancia, estableciendo una relación de afecto y confianza con los internos que nos ha servido de alivio esperanzador".

   Sobre la cárcel de Pamplona, dijo que es un centro "de oasis de relaciones entre internos y profesionales, un colegio gratuito y bien organizado, donde no están los 'malos', sino los marginados por la sociedad, los que nadie quiere".

   Por su parte, María del Carmen Forcada, empresaria tudelana dedicada a la decoración y al interiorismo, afirmó que recoge el premio "con mucha emoción, pero también con gran humildad, pues a buen seguro habrá muchas más personas en Navarra que tengan más méritos que yo para recibirlo".

   Durante su discurso, Forcada, que recientemente donó al Ayuntamiento de Tudela la casa palacio del Almirante, recordó su trayectoria y sus primeros y "duros" años en los que primó "la soledad en mis decisiones y la poca credibilidad que teníamos las mujeres que queríamos ser empresarias y hacer un sitio con nuestro trabajo".

   Sin embargo, añadió, "con trabajo, voluntad, valentía y mucha ilusión por mi profesión fui saliendo a flote y hoy creo que modestamente mi empresa es reconocida y estimada en el ámbito de la decoración en cualquier lugar".

   Por último, José Ignacio Murillo, discípulo de Leonardo Polo, fue el encargado de leer en su nombre el discurso con el que el filósofo recordó parte de su trayectoria y reconoció el apopo de algunos de sus colegas de Facultad, entre ellos a Juan Cruz, Alejandro LLano o Rafael Elvira.

   Asimismo repasó su estancia en Pamplona, que comenzó en 1954 aconsejado por José María Escrivá, para realizar aquí su dedicación académica. A lo largo de estos años, "el interés prevalente de mi trabajo", dijo "se ha ido desplazando desde la Metafísisca y la Teoría del Conocimiento a la Antropología".

   Con todo, concluyó, ha intentado siempre "avanzar con optimismo en el despliegue de la inteligencia humana hasta donde he sido capaz en una época marcada por el pesimismo acerca de la capacidad del hombre para afrontar intelectualmente los grandes temas y los grandes retos de su existencia".