La limitación del esfuerzo terapéutico es "una buena" práctica clínica, según defiende un neurólogo

Juan Luis Trueba califica de "ética" la retirada de tratamientos médicos que sólo prolongan la vida sin recuperar al enfermo

Europa Press Navarra
Actualizado: sábado, 10 noviembre 2007 11:51

PAMPLONA, 10 Nov. (EUROPA PRESS) -

La limitación del esfuerzo terapéutico, un neologismo que define la retirada o no inicio de tratamientos al estimar el médico que son inútiles para el paciente al conseguir sólo prolongarle la existencia sin proporcionarle una recuperación funcional con una calidad de vida mínima, es "consecuente con el concepto de no dañar de la tradición hipocrática". Por lo tanto, esa actuación "no es contraria a la ética, ni es punible, ni es eutanasia; en definitiva, es una buena práctica clínica".

Así lo estima el médico Juan Luis Trueba Gutiérrez, neurólogo en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y presidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, que participó ayer, jueves 8 de noviembre, en unas Jornadas de estudio sobre "Implicaciones ético legales de las decisiones sobre el final de la vida", organizadas por la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Pública de Navarra.

El experto, doctor en Medicina y asesor de la Cátedra en Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), enmarcó el nacimiento de la limitación del esfuerzo terapéutico en las unidades de cuidados intensivos de Estados Unidos, de donde se ha extendido a la práctica clínica española.

"Los médicos saben que deben actuar en beneficio del paciente, pero, a veces, pierden la batalla y hay que dejar llegar a la muerte no haciendo cosas. Es una justificación que se asienta en la bioética", explicó.

DIFERENCIA CON LA EUTANASIA

La limitación del esfuerzo terapéutico, continuó el experto, "permite la muerte, pero no la produce, porque deja a la enfermedad concluir su victoria sobre la vida; esto la diferencia de la eutanasia".

La base de la limitación del esfuerzo terapéutico es "un juicio clínico de los médicos sobre la futilidad o inutilidad del tratamiento", algo no siempre fácil, porque "en medicina no hay certezas matemáticas". "En esa decisión debe ponderarse también la opinión del paciente capaz, o, si es incapaz, se pueden conocer sus deseos a través de la voluntad anticipada o hay que obtener el consentimiento de sus familiares", añadió.

Juan Luis Trueba señaló que la práctica de la limitación del esfuerzo terapéutico es común en las unidades de cuidados intensivos (UCI) de España y del todo el mundo. "Existe un consenso sobre ella: en los códigos deontológico médicos, entre los juristas, que no la tipifican en el Código Penal, y hasta en la Iglesia Católica", indicó.

Para el presidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, la limitación del esfuerzo terapéutico implica dos visiones: una, utilitarista y otra, ética.

"En el primer caso, por indicación médica, se retiran todos los medios que pretenden atrasar el momento de la muerte, como la reanimación cardiopulmonar, la ventilación mecánica, la circulación asistida, la diálisis, la oxigenación... Esto implica dos modos de actuación: restringir los cuidados intensivos, bien renunciando al ingreso en la UCI o bien retirando los tratamientos ineficientes, y mantener los cuidados paliativos que permiten un mayor confort al paciente", señaló.

La visión ética exige que la valoración médica deje claro que "se limitan medios extraordinarios" y que "su mantenimiento es una obstinación terapéutica".

Juan Luis Trueba fundamentó históricamente estas dos visiones en la tradición hipocrática, que data del siglo IV antes de Cristo. "Hay dos sentencias tópicas clásicas que están en su fundamento: favorecer al paciente o, al menos, no dañar; y, ante todo, no hacer daño -primun non nocere-", subrayó.

El presidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica enumeró, finalmente, los estados clínicos de posible limitación del esfuerzo terapéutico. "Estados terminales del organismo entero, como los oncológicos o los fracasos multiorgánicos; los estados de insuficiencia constitutiva psico-orgánica, como los estados vegetativos permanentes o la muerte clínica, que es, este último, el diagnóstico más habitual en medicina; y los casos particulares infantiles, de neonatos o prenatales, como lesiones congénitas, malformaciones inviables, prematuros...", concluyó.

Juan Luis Trueba participó en una mesa redonda con el lema "Implicaciones éticas de las decisiones para el final de la vida", junto a Koldo Martínez Urionabarrenetxea, médico intensivista, presidente del Comité de Ética asistencial del Hospital de Navarra, máster europeo en Bioética y vocal de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica.

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