- Todo apunta a protestas domésticas de ciudadanos descontentos
BEIGING, 21 Jul. (OTR/PRESS) -
Apenas a 20 días del comienzo de los Juegos Olímpicos, China ve como la tan temida amenaza terrorista se hace realidad. Dos atentados perpetrados contra autobuses públicos en la provincia china de Yunnan dejaron un saldo de al menos tres muertos y más de una decena de heridos. Las causas de los atentados todavía no se ha esclarecido y se barajan dos opciones: que se trate de una ataque terrorista aprovechando la cercanía de los Juegos Olímpicos, o que se trate de dos individuos descontentos o agraviadazos por las autoridades chinas que demandando justicia hacen estallar bombas caseras en el interior de transportes públicos, un tremendo fenómeno que o es extraño en el país asiático. Esta segunda es, según las autoridades chinas, la hipótesis más plausible.
Los hechos ocurrieron sobre las siete de la mañana, hora local, cuando la afluencia de personas en el transporte público es más elevada. La primera de las explosiones tuvo lugar en un autobús a las 7:10 de la mañana y la segunda pocos minutos más tarde y en un lugar muy cercano. Pese a que en un primer momento trascendió que fueron tres las explosiones, un representante del Gobierno de Yunnan informó de que "sólo hubo dos explosiones" y de que "aún se están investigando las causas".
Las dos explosiones dejaron un tremendo saldo de tres personas muertas y 13 heridos. Dos de los fallecidos perdieron la vida en el acto y el tercero en el hospital. Según informa el diario 'Shanghai Daily', el Departamento de Seguridad Pública de Yunna, bajo cuyo cargo está la Policía, ha situado nuevos controles de seguridad en las carreteras fronterizas --la provincia limita con Myanmar, Laos y Vietnam-- para intentar evitar que los autores de los atentados huyan del país.
Aunque la celebración de los Juegos Olímpicos le han convertido en un claro objetivo, no hay indicios de que se trate de actos terroristas y más si tenemos en cuenta que las explosiones de bombas caseras en autobuses, especialmente en verano, no son del todo infrecuentes en China. Los responsables suelen ser trabajadores despedidos o campesinos agraviados por el Gobierno o alguna empresa que con estos actos demandan justicia.
Pero a pesar de no ser un fenómeno inusual en China, los atentados de hoy no han podido llegar en un momento menos oportuno para el Gobierno de Beiging, que trabaja a destajo para que todo esté listo el próximo 8 de agosto, cuando tendrá lugar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. Una cita en la que las protestas domésticas, y no el terrorismo internacional, podrían ser el principal peligro para la seguridad de la competición.
LOS "PETICIONARIOS"
Conscientes de que estos fenómenos pueden dar al traste con la olimpiada, Beijing ha puesto en marcha una campaña para impedir la llegada a la ciudad de los llamados "peticionarios", ciudadanos que ya han agotado todas las instancias judiciales locales y acuden en busca de una última oportunidad al Gobierno central para hacer oír sus demandas. Entre las normas aplicadas para controlar la entrada en Beijing de chinos del resto del país se incluye la puesta en marcha de un triple cordón de seguridad en las carreteras de la capital, y la obligación de que los viajeros presenten su identificación para entrar en la ciudad.
Pero las protestas de ciudadanos airados se han seguido produciendo durante las últimas semanas. En junio 30.000 habitantes de Weng'an, en la provincia de Guizhu, se echaron a las calles para protestar por lo que consideraron que fue un encubrimiento policial de la violación y el asesinato de una adolescente. A comienzos de este mes, los trabajadores de la provincia de Zhejiang protestaron durante tres días, y la semana pasada más de 100 personas de la localidad de Huizhu atacaron a la Policía en una manifestación por la muerte de un motorista. Muchas tensiones internas que pueden poner en jaque el 'espíritu olímpico' y el lavado de imagen que con estos Juegos busca el régimen de Beiging.