Actualizado 12/04/2013 14:00

Escaño Cero.- El órdago de Tardà.

MADRID, 12 Abr. (OTR/PRESS) -

Si yo fuera Jesús Posada, presidente del Congreso, habría permitido a Joan Tardà defender en catalán la posición de su grupo respecto a la ley que modifica las jubilaciones anticipadas. El debate, sin duda importante, sirvió, entre otras cosas, para que una vez más la oposición pusiera de manifiesto que los recortes de derechos están minando a los ciudadanos. Pero en esas, Joan Tardà decidió dar la "nota" haciendo su intervención en catalán y Jesús Posada le avisó en un par de ocasiones en que si no hablaba en castellano le tendría que expulsar del hemiciclo. Tardà esgrimió en su defensa que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña había sentenciado que si un solo alumno en un colegio pedía la enseñanza en castellano estaban obligados a dársela, de manera que él reivindicaba el derecho de poder hablar en catalán.

Verán a mí me parece que si un diputado vasco o catalán quiere hablar en su lengua materna lo mejor es dejarles que lo hagan, eso sí, corren el riesgo de que el resto de sus compañeros de la Cámara no le entiendan y por tanto no puedan debatir con él.

Las lenguas están para entenderse, para que las personas nos podamos comunicar las unas con las otras, y en España tenemos la inmensa suerte de tener varias lenguas, en español nos podemos entender todos, en catalán, vasco y gallego unos cuantos, pero eso no quita que sean lenguas tan españolas como el castellano. Por eso, creo que no hay que hacer un problema del hecho de que un diputado quiera hablar en su lengua materna. Que lo haga, otra cosa es que tienen que asumir que seguramente los ministros no le respondan porque desconocen el catalán, o que el resto de los diputados de la Cámara no les terminen de entender.

En realidad, la decisión de utilizar una lengua que no conoce la mayoría de la Cámara es solo ganas de llamar la atención. Bueno, pues que lo haga. Es absurdo que si hay una lengua, en este caso el castellano, en la que todos se entienden, se pretenda convertir la Cámara en una torre de Babel, pero allá cada cual. Eso sí, lo que no tendría sentido es poner traductores porque lo que no se puede es gastar un euro del dinero de los contribuyentes sin pensarlo dos o tres veces.

Joan Tardà ha tenido su minuto de gloria, y ahora mismo nadie sabe realmente cuál es la posición de Esquerra respecto a la ley que modifica las jubilaciones anticipadas y que va a provocar mayor desamparo en amplios colectivos ciudadanos. Pero a lo que parece, al señor Tarda le parecía más importante defender que quería hablar en catalán, aunque pocos le entendieran, que el drama que en estos momentos viven miles de ciudadanos que cada día que pasa no solo ven más reducidas sus pensiones sino que cobrarlas se está convirtiendo en una carrera de obstáculos.

Yo creo que el presidente del Congreso tendría que haber dejado a Tardà hablar en catalán y dejarle correr el riesgo de que nadie le respondiera habida cuenta de que la ministra Báñez es de Huelva y no sé yo si habla catalán. Insisto, las lenguas están para acercarnos los unos a los otros, para entendernos, no para convertirlas en armas políticas. Ese es el error que cometen los nacionalistas de uno u otro lado.