Actualizado 31/03/2017 05:03

Los negocios de Trump ponen a prueba el límite constitucional

MADRID, 22 Nov. (OTR/PRESS) -

El presidente electo de EEUU Donald Trump es un hombre de negocios. Desde luego lo era hasta su elección como inquilino de la Casa Blanca. Eso es algo que conocían los más de 60 millones de estadounidenses que le dieron su voto para alcanzar la presidencia del país más poderoso del mundo. La cuestión que plantean muchos expertos es si va a seguir siéndolo, o cómo va a separar su faceta política de la personal en el plano empresarial.

El límite entre ser el inquilino de la Casa Blanca y el magnate hombre de negocios es tan fino que pone al límite la Constitución. La Cláusula de Emolumentos plantea riesgos para Donald Trump si cosecha beneficios con transacciones en compañías controladas por gobiernos extranjeros. El magnate, y ahora presidente de EEUU, tiene interés comerciales en medio mundo, desde La India hasta Argentina. La "marca" Trump quiere dejarla en manos de sus tres hijos mayores, aunque esto tampoco lo hayan hecho nunca otros presidentes que dejaban sus activos en manos de fideicomisos ciegos.

Hay una cantidad enorme de abogados que están dando vueltas a cómo se puede evitar que los negocios de su marca interfieran o vulneren la leyes de incompatibilidad.

Expertos del país creen que "se debe enviar un mensaje claro" de que va a desprenderse de sus activos y a reconsiderar las relaciones de sus empresas en el extranjero ya que podría suponer una violación de la Cláusula de Emolumentos, según ha manifestado Richard W. Pintor, quien fue principal abogado de ética de la Casa Blanca durante el mandato del también republicano George W. Bush.

También el profesor de Derecho en Fordham, Zephyr Teachout, afirma que el Congreso tiene "la obligación constitucional de asegurarse de que Trump no esté violando esta cláusula" y con ese fin deben de asegurarse de que las transacciones de mercado son justas y no centrarse sólo en si se reciben regalos de gobiernos extranjeros.

A pesar de la preocupación en ciertos sectores sobre la decisión de Donald Trump de incluir a su familia en el círculo cercano de la Casa Blanca, los expertos aseguran que hay pocas maneras de detenerlo. Hacerlo directamente supondría que fuera acusado de nepotismo, pero existen maneras de que al menos su yerno participe como asesor no remunerado.

El propio equipo de transición del presidente electo ha repartido fotografías oficiales que muestran a Donald Trump es su 'Casa Dorada' con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en presencia de su hija mayor Ivanka y su yerno Jared Kushner, a pesar de que no tienen autorización especial en Seguridad Nacional.

Se ha conocido también, que el magnate se ha reunido la pasada semana con inversores indios que están construyendo en una localidad de La India un edificio de apartamentos con la firma "Trump". Aunque su asesor de Estrategia, Steve Bannon, se apresuró a decir que la reunión se limitó a un saludo cordial y que son sus hijos "en quienes confía" quienes se encargan de llevar los negocios del magnate.

"La clave es que están rompiendo las normas", aunque eso no signifique que de momento esté "violando la ley de ninguna manera", afirma Roberto Rizzi, un abogado y profesor visitante de Derecho de Harvard en declaraciones que recoge el diario británico 'The Guardian'. Señala también que su familia deberá andar con cautela para evitar vulnerar la ley sobre el nepotismo federal que fue promulgada después de que Kennedy nombrara fiscal general a su hermano Robert.

No obstante, ni los hijos de Trump ni su yerno son empleados federales, remunerados o no. Simplemente pueden "merodear" muy a menudo por la Casa Blanca y "bailar alrededor de la ley". ¿Quién impide al presidente hablar en privado, en familia, sobre determinados asuntos? Es prácticamente imposible de comprobar. Existen muchas lagunas legales para los asesores de alto nivel y la transición que está llevando a cabo se está saltando las reglas de lo que venía siendo habitual.

El desfile de candidatos a ocupar puestos de responsabilidad en su administración es visto por muchos como una excentricidad más en plan showman, ya que normalmente se llevaba a efecto con la máxima discreción. Confundir el límite entre lo legal o ilegal es algo habitual en el magnate Donald Trump. La diferencia es, si quien ocupará la presidencia a partir del 20 de enero, se comporta como el hombre de negocios que ha sido hasta ahora y pone a prueba los límites constitucionales, o bien se comporta como un hombre de Estado que deja a un lado intereses personales o familiares.