Acusado de matar a su mujer en Murcia dice que no la acuchilló y que fue a Comisaría a que lo escoltaran al hospital

Actualizado: martes, 1 diciembre 2009 21:32

Los testigos de la Policía Nacional aseguran que el procesado les pidió la pistola porque "había matado lo que más quería"

MURCIA, 1 Dic. (EUROPA PRESS) -

La jornada vespertina del juicio que se celebra desde hoy en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial arrancó con la declaración del acusado, José Vicente, que en enero del pasado año mató a su mujer y llevó su cadáver en coche hasta la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Murcia. El procesado, durante el interrogatorio, aseguró que no le clavó el cuchillo ni la tapó con un parasol en el asiento del copiloto, negando la autoría del crimen, y que la razón por la que acudió a Comisaría fue para que lo escoltaran hasta el hospital.

Al comienzo de la declaración, José Vicente, que en un principio dijo sentirse indispuesto para comparecer, se refirió al día en que se cometió el crimen como el "día de marras, un día muy bonito", y puso de manifiesto que nunca se llevó bien con su mujer, ni tuvo una relación con ella desde el primer día en que se casó con ella, hasta el punto de no llegar a comprender por qué nunca se enamoró de él.

Según comentó, la víctima le era infiel, algo que "no podía pensar, porque era una locura" pero que comenzó a sospechar, debido a que ésta se había marchado del domicilio conyugal. No obstante, ésta volvió en reiteradas ocasiones con él, una de ellas para que le acompañara al médico, aunque finalmente terminó marchándose tras las discusiones que mantenían.

En la primera sesión de la vista oral, y a preguntas del Ministerio Fiscal, el acusado puso de manifiesto que su mujer no sólo lo había engañado a él, sino también a sus hijos, que su vida había sido un "martirio" pero que "sin ella no puedo vivir, la necesitaba para mí".

El acusado fue interrumpido varias veces durante su declaración, puesto que abundaba en contradicciones varias. En concreto, y sobre el día en que sucedieron tales hechos, recordó que fue a comer a casa de su hijo, que le puso "cara larga" y que posteriormente acudió con su mujer a una tienda de tejidos para comprarse ropa, puesto que desde que la había dejado adelgazó 24 kilos.

Durante ese trayecto, admitió haber discutido con ella, entrando "cabreados" a la tienda y después, una vez en el coche, le insistió en que se callara y al negarse ésta, sacó el cuchillo que llevaba 12 años en la parte lateral del turismo para intimidarla y tras un forcejeo, ésta se lo arrebató.

Así, defendió que él no le asestó ninguna de las dos puñaladas en el hemitórax izquierdo ni en la espalda y que las heridas se las hizo ella sola de forma accidental, al caer sobre el arma homicida. El acusado dijo que no observó ninguna herida a su mujer y que comprobó que estaba muerta cuando le fue a dar un beso y ésta cayó sobre su muslo derecho.

"No sospeché que estuviera herida y la llevé hasta la Comisaría porque en el Puente Viejo [las inmediaciones a la Jefatura Superior de la Policía Nacional] me vi encajonado y era más sencillo que los guardias me dieran paso con las sirenas y fuera a un hospital", declaró el procesado, quien subrayó que no acudió a Comisaría a entregarse, sino que quería acompañar a su mujer hasta el hospital.

Igualmente, José Vicente consideró que el informe que le han realizado un psiquiatra y un psicólogo del hospital psiquiátrico Román Alberca, en el que se concluye que padece un trastorno celopático, es una "soberana tontería, porque un hombre que tiene delirios no es capaz de ser jefe de ventas que se ha ocupado de escoger a visitadores médicos de toda España no tiene delirios".

QUERÍA PEGARSE UN TIRO

Llegado el turno de los testigos, los agentes policiales coincidieron en señalar que el acusado llegó en coche y aparcó en un lugar reservado para la Policía. Fue entonces cuando cuatro agentes se acercaron para decirle que no podía estacionar, a lo que el procesado contestó, tras bajar del coche y poner el freno de mano, que había matado a su mujer, "lo que más quería", requiriéndoles a los agentes su pistola porque quería "pegarse un tiro".

Asimismo, se le incautó el arma homicida, un cuchillo de 13 centímetros de hoja, que llevaba semienvuelta en una chaqueta, asomando únicamente el puño, "artesanal y con piedras de colores", comentó uno de los agentes.

También observaron sangre en la chaqueta del procesado, pero ninguna herida, aunque éste aseguraba que su mujer le había pinchado con el cuchillo durante el forcejeo; y el parasol, que cubría aparentemente el cadáver de la mujer.

"El acusado preguntó cómo estaba su mujer y repitió que quería pegarse un tiro porque había matado lo que más quería", precisó el testigo.

Finalmente, el único testigo, a preguntas del abogado defensor sobre la actitud del acusado, indicó que parecía arrebatado, pero en ningún momento loco.