Archivo - Una persona camina con un paraguas bajo la lluvia, a 15 de septiembre de 2023, en València, Comunidad Valenciana (España). - Rober Solsona - Europa Press - Archivo
MADRID 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los récords de temperatura que el Mediterráneo registró durante los días previos a la dana de este fin de semana pudieron proveer de más energía y humedad a la atmósfera y ayudar a que los fenómenos asociados a la gota fría fuesen más intensos, según una serie de mensajes en Bluesky de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
"La dana del 11 y 12 de julio de 2025 provocó precipitaciones muy intensas. No es extraño que una dana nos visite en pleno verano, aunque es más frecuente que lo haga en agosto. Lo que no es tan habitual es la intensidad de las precipitaciones o el granizo de gran tamaño", ha indicado el organismo estatal.
AEMET ha destacado que Castellón-Almazora registró 57,6 litros por metro cuadrado (l/m2) el sábado, recórd de la estación para el mes de julio. En este sentido, ha especificado que la ubicación actual tiene datos desde 1975, pero que esta cifra también supera la del anterior observatorio, con registros desde 1911.
De acuerdo con un artículo publicado el sábado en el blog de AEMET y elaborado por Meteoclimática, iniciativa del CREAF con contribución del organismo estatal, las temperaturas medias del verano del Mediterráneo han ido aumentando de forma progresiva a lo largo de los últimos 40 años, aunque los últimos años han sido especialmente extremos para la cuenca.
En este sentido, el texto destaca que las playas españolas más afectadas por el incremento de las temperaturas de las últimas décadas son las murcianas y, concretamente, las que se encuentran dentro del mar Menor. En concreto, la playa de Las Palmeras (Los Alcázares, Región de Murcia) es la que mayores anomalías de temperatura ha registrado en los últimos 40 años en todo el litoral mediterráneo.
El artículo incide en que, según portavoces del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-CSIC), todos los modelos de análisis apuntan a que el Mediterráneo está atravesando una ola de calor. En el caso del Mediterráneo Occidental, desde principios de junio. Además, recoge declaraciones de expertos que explican que un mar cálido es una condición necesaria para que se produzcan las lluvias torrenciales, pero no la única.
Así, el investigador de la Universidad de las Islas Baleares Daniel Argüeso explica que el calor acumulado en la superficie marina aporta energía y humedad, ingredientes clave para el desarrollo de fenómenos tormentosos. Sin embargo, para que estas tormentas se materialicen, también debe haber inestabilidad atmosférica, como la llegada de masas de aire frío en altura. "Es en la combinación de estos factores donde se multiplican las posibilidades de que se formen episodios intensos", apuntan en el texto.
En este marco, también habla de cómo este tipo de tormentas extremas son poco frecuentes y muy variables, lo que dificulta detectar una señal clara del cambio climático en los extremos de precipitación en el Mediterráneo. De acuerdo con los estudios más recientes, la variabilidad natural sigue predominando por ahora.
Por otro lado, el jefe de Climatología de AEMET en la Comunidad Valenciana, José Ángel Núñez Mora, ha recordado que las lluvias torrenciales se producen a final de verano o en otoño porque el hecho de que el mar esté cálido es una condición necesaria para que se produzcan mientras que een invierno y en primavera suele primar la persistencia sobre la torrencialidad. Sin embargo, estas tormentas torrenciales necesitan de la configuración atmosférica adecuada.
"Si se produce, la importancia de la temperatura del mar será relativa a la masa de aire que lo sobrevuela, es decir, a la diferencia de temperatura entre el aire y el mar, pero si no se produce la situación atmosférica adecuada, el mar por sí mismo no es capaz de generar lluvias torrenciales", se detalla en el texto.