El presidente de la Comisión de Enseñanza del Espicopado dice que el TC "ha tardado" pero les "ha dado la razón"

Actualizado: viernes, 23 febrero 2007 15:27

MÁLAGA, 23 Feb. (EUROPA PRESS) -

El obispo de Málaga y presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Dorado Soto, afirmó hoy que el Tribunal Constitucional (TC) "ha tardado en responder", pero que finalmente ha resuelto "a favor de la Iglesia".

Durante la presentación en Málaga del informe de la Conferencia Episcopal de Enseñanza y Catequesis sobre el número de alumnos que recibe formación religiosa en el curso 2006/2007, el prelado explicó que los temas más importantes que se han resuelto son, por un lado, que la Iglesia debe decidir el contenido de la asignatura de Religión y, por otro, designar y destituir a los profesores que la imparten.

"Cuando un obispo propone a una persona para impartir religión, no sólo se fija en que sabe muy bien la teoría, sino en que también es buen cristiano y que va a transmitir la enseñanza de la Iglesia", explicó el obispo, quien aseguró que la tardanza por parte de la Justicia en resolver el fallo "ha generado mucha expectación".

En esta línea, insistió en la importancia "del testimonio de vida del profesor que va a impartir esta asignatura de Religión, así como saber que vive en conformidad con estos esquemas". Al respecto, agregó que cuando se nombra a un profesor "se hace sabiendo que no hay ningún inconveniente de este tipo", y aclaró que "si dicho inconveniente surge después, no se ha cumplido la razón para la que el obispo requirió al profesor".

Esta es la respuesta del obispo de Málaga, ante la sentencia del TC sobre el caso de la profesora de religión María del Carmen Galayo Macías, a quienes las autoridades eclesiásticas de Canarias no le renovaron el contrato por mantener una relación afectiva con un hombre distinto de su esposo, del que se había separado.

En dicho fallo, el tribunal determina que compete a las confesiones determinar "la idoneidad" de los profesores de Religión; además, la Iglesia puede tener en cuenta, al contratarlos y despedirlos, no sólo sus "conocimientos dogmáticos", sino también su conducta, "en la medida en que el testimonio personal supone para la comunidad religiosa un componente definitorio de su credo".