MSF alerta de heridas "inusualmente graves" entre los palestinos atendidos en Gaza

Sala de espera en la Franja de Gaza
MSF/LAURIE BONNAUD
Actualizado: viernes, 20 abril 2018 16:35

"Me paso el tiempo recordándome la escena. ¿Qué pasó? ¿Qué hice mal para que me disparen?", se pregunta un herido

MADRID, 20 Abr. (EUROPA PRESS) -

Los palestinos a los que ha atendido la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) en la Franja de Gaza tras la ola de protestas iniciada el pasado 1 de abril presentan "heridas de bala inusualmente graves y de consecuencias devastadoras", ha alertado la ONG, que teme que a la mayoría de los pacientes les queden secuelas a largo plazo o de por vida.

MSF ha atendido a más de 500 pacientes, de los cuales un 95 por ciento presentaba heridas en las piernas. El número de personas asistidas en las últimas tres semanas supera las cifras de todo 2014, año en el que Israel lanzó la operación 'Margen Protector' sobre el territorio costero.

El cirujano Thierry Saucier ha afirmado que estos heridos presentan "impresionantes lesiones" que incluyen "un nivel extremo de destrucción" de huesos y tejidos blandos --piel, tendones, músculos, nervios y arterias--, así como "grandes heridas de salida hasta del tamaño de un puño", según un comunicado.

Las lesiones, ha advertido Saucier, "son obviamente difíciles de reparar y a menudo requerirán injertos". "En la mitad de los heridos que hemos recibido en nuestras clínicas de atención posoperatoria, la bala ha alcanzado el hueso, causando fracturas en múltiples fragmentos, lo que significa que el hueso se ha convertido literalmente en polvo", ha explicado.

Si la bala toca el nervio ciático, causa parálisis que puede ser irreversible, mientras que una lesión arterial implica "riesgo inmediato que pone en peligro la vida, así como una desvitalización de las extremidades y, por lo tanto, a menudo una amputación", según el cirujano.

MSF ha señalado que muchos de los pacientes necesitarían cirugías adicionales y un largo proceso de recuperación. En algunos de los casos, la falta de la atención adecuada se podría traducir en amputaciones, razón por la cual la organización ha reforzado su presencia en Gaza con un cuarto centro y el despliegue de un equipo para tratar los casos más graves.

Yahya, de once años, fue a la Gran Marcha del Retorno para "entender" por qué las fuerzas israelíes actuaban como lo hacían. "Estaba muy cerca de la valla cuando me dispararon. Era el único niño de mi edad que estaba tan cerca. Quería acercarme para ver el paisaje del otro lado. ¡Era muy hermoso, mucho más bello que Gaza! Pero luego me dispararon", ha contado.

Recibió una bala en el tobillo que le provocó daños en músculos, tendones y hueso. Lo que comenzó "como una descarga eléctrica" le dejó sin apenas movilidad en los pies y ahora los médicos esperan que vuelva a caminar en un plazo de seis meses.

"No creo que sea demasiado joven para haber resultado herido. Puedo soportar el dolor y la tristeza, como todas las demás personas en Gaza que han herido con los disparos", señala.

"¿QUÉ HICE MAL?"

Jameel, de 50 años, explica que acudió a la movilización más bien como observador --"no estaba tirando piedras, por supuesto, y no estaba gritando"--. Cuando estaba a unos 600 metros de la frontera, "parado den medio de un grupo de personas que no conocía" y "comiendo un bocadillo", sintió un dolor agudo en la pierna.

"Me acababan de disparar. Me caí y las personas a mi alrededor de inmediato me llevaron a una ambulancia, que me llevó al hospital. Perdí mucha sangre", afirma. Tenía una arteria seccionada y considera un "milagro" que haya salvado la vida, pero necesitará una segunda cirugía y ha quedado incapacitado físicamente.

"Me paso el tiempo recordándome la escena. Pienso en ello todo el tiempo. ¿Qué pasó? ¿Qué hice mal para que me disparen?", se pregunta Jameel.

Sana comparte la misma desesperación. A sus 30 años, siente que en Gaza "no hay esperanza ni futuro y que, de hecho, acudió a la marcha con la intención de "morir como una heroína". Antes de irse, incluso le dio dinero a su padre para que pudiese comprar comida para su funeral y se despidió de todos su familiares.

"Mis padres y hermanos me prohibieron ir a la manifestación y que me acercara a la valla de separación, pero fui en secreto con dos de mis amigas", relata. De la marcha salió con heridas en las piernas que ahora la han convertido en "una carga", según sus propias palabras.

Sana, sin embargo, está dispuesta a volver a la frontera, en contra de nuevo del criterio de su familia. "Mi madre intenta disuadirme. Es normal, ella es mi madre. Pero quiero morir esta vez. El signo de la victoria es la única
esperanza que me queda", sentencia.

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