Mano de niña con desnutrición en Yemen
FLORIAN SERIEX/MSF
   
Actualizado: lunes, 8 mayo 2017 14:09

En Haydan, quienes no tienen dinero para poder llegar al hospital suelen esperar hasta el último momento y a veces ya es tarde

HAYDAN (YEMEN), 6 May. (Por Médicos Sin Fronteras) -

Atrapada en medio de dos montañas, Haydan es una localidad remota, perdida en el tiempo. Algunas casas tienen el aire de fortalezas medievales; en sus estrechas ventanas en ocasiones aparecen rostros curiosos. Siguiendo la carretera que lleva hasta la localidad, que alterna entre asfalto desgastado y sucio camino, uno se imagina un lugar que conduce a la meditación, donde la cobertura telefónica es aleatoria e internet es solo un concepto.

Pero el sonido de los aviones de combate saudíes que sobrevuelan la localidad, así como los edificios desfigurados por los misiles, nos recuerdan que estamos en un país en guerra, y que la línea de frente se encuentra a tan solo 20 kilómetros de distancia.

Durante el verano de 2016, los violentos bombardeos aéreos sobre la provincia de Saada obligaron a MSF a retirarse de Haydan, dejando el hospital con servicios muy reducidos. Los bombardeos tuvieron trágicas consecuencias para la organización, con un ataque contra el hospital de Abs el 15 de agosto en el que murieron 19 personas y 24 resultaron heridas.

En los días que siguieron, los equipos de MSF que trabajaban en varios hospitales más en la región tuvieron también que retirarse, dejando a miles de pacientes sin médicos.

La salida de MSF fue un revés para la población de esta zona pobre y rural, donde el otro hospital más cercano, en la ciudad de Saada, está a una hora y media de distancia por carretera. Muchos pacientes necesitados de atención de emergencia, de maternidad o pediátrica no podían permitirse ni el viaje ni los medicamentos que necesitaban, y se enfrentaban con una trágica situación.

FLORIAN SERIEX/MSF

"LA GENTE MUERE EN SILENCIO"

"Aquí la gente muere en silencio", afirma un líder comunitario. "Son invisibles porque no se pueden mover. Hay decenas de personas en esta situación, muchos de ellos mujeres y niños", subraya.

Seis meses después de la marcha de MSF, un equipo permanente de tres trabajadores internacionales ha vuelto a Haydan --un médico, un enfermero y un coordinador-- que trabajan con entre 15 y 20 empleados yemeníes. El 19 de febrero relanzaron oficialmente las actividades médicas aquí, lo que incluye atención de emergencia, maternidad y pediátrica. Rápidamente, la noticia de la vuelta de MSF se propagó. Los pacientes están llegando ahora en cada vez mayor cantidad.

Son las 8 de la mañana y ya hay 20 personas esperando en una gran tienda de campaña instalada cerca de la entrada del edificio del hospital. Dos miembros del personal registran a los pacientes y realizan el triaje, otorgándoles un código de color en función de la urgencia de su estado, con el verde para los casos menos urgentes y el rojo para los más graves.

El doctor Roberto Scaini, jefe del equipo médico, se mueve con rapidez de un paciente a otro. "Me aseguro de que todos los pacientes son enviados al servicio adecuado", explica. "También me hago una idea de la carga de trabajo con el fin de organizarla bien. Varía de un día al siguiente", añade.

Dos niños pequeños con sarampión son llevados a la sala de emergencias y el doctor Scaini, al que todo el personal llama afectuosamente por su apodo, Roubi, supervisa a su equipo mientras trata a cada paciente.

Unos pocos minutos después, una pequeña niña llega con quemaduras en su cara y pies tras caer a un fuego la noche anterior. Su padre la ha llevado al hospital durante la noche para que reciba la primera atención y ahora ha venido para que una enfermera le cambie las vendas.

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BALLET MÉDICO

Los pacientes se suceden uno tras otro y la pequeña sala de emergencias está siempre llena. En el banco junto a la niña con quemaduras hay un niño desnutrido con neumonía. Sus preocupados padres observan el ballet médico en torno al quejoso niño.

Sentados en bancos, apoyados contra las paredes, la mayoría de los pacientes y sus familiares esperan en silencio. Algunos proceden de Haydan, otros de aldeas remotas escondidas lejos en las montañas. Al vivir tan lejos de un hospital, estas familias son particularmente vulnerables. Son las víctimas ocultas de la guerra que mueren lejos del frente.

"Muchas de estas personas viven a kilómetros de distancia del centro de salud más próximo", cuenta el doctor Scaini. "La mayoría no tiene un vehículo y no puede permitirse un taxi, así que si están enfermos esperan hasta el último momento. La gente muere cuando podría haber sido tratada simplemente porque no pueden llegar al hospital", lamenta.

FLORIAN SERIEX/MSF

Son las 23.00 horas pasadas cuando el doctor Scaini recibe una llamada de emergencia. Delante del hospital, las luchas de la ambulancia rompen el oscuro cielo. Minutos después, un pequeño cuerpo yace en una cama en la sala de emergencias. Bajo una manta de supervivencia, el niño de 13 años, con la cabeza vendada, está teniendo convulsiones.

Unas pocas horas antes, estaba combatiendo en el frente y fue alcanzado por una bala. El hospital de Haydan no tiene sala de operaciones así que el personal organiza su traslado a Saada. Unos pocos minutos después, la ambulancia desaparece en la noche, transportando una vida probablemente perdida.

Esta es una historia entre las muchas vidas perdidas en la oscuridad. Es la historia de un conflicto a puerta cerrada en una zona desfasada donde los civiles perecen bajo las bombas, ignorados, y donde los niños mueren, luchando para defender intereses que no son suyos.

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