Olvidados en el este de Ucrania cuatro años después del inicio del conflicto

Una mujer sentada en un edificio abandonado en Donetsk
REUTERS / ALEXANDER ERMOCHENKO 
Actualizado: lunes, 16 abril 2018 10:38

La violencia continuada y la presencia de minas suponen un riesgo diario para quienes viven junto a la 'línea de contacto'

MADRID, 14 Abr. (EUROPA PRESS) -

Olvidados. Así se sienten los cientos de miles de ucranianos del este del país que desde hace cuatro años experimentan a diario las consecuencias del conflicto entre el Gobierno de su país y los separatistas prorrusos en Donetsk y Lugansk y para el que no parece haber una solución cercana.

Unos 4,4 millones de afectados y más de 2.500 civiles muertos y hasta 9.000 heridos, es el balance del conflicto que estalló en abril de 2014, según la ONU. La realidad cotidiana es particularmente complicada para los alrededor de 600.000 ucranianos, incluidos 100.000 niños, que viven en torno a los 457 kilómetros de la 'línea de contacto' que hace de frontera entre los territorios bajo control gubernamental y las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.

Aunque hay quien habla de conflicto "congelado", es un adjetivo con el que discrepan la jefa de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Ucrania, Ingrid Macdonald, ya que considera que lo desmiente "el hecho de que hay una media de 40 incidentes de disparos de artillería y armas ligeras cada día" en la franja a 5 kilómetros de la 'línea de contacto', en zonas controladas por el Gobierno.

   MSF/Amnon Gutman

En estas zonas, subraya en una entrevista concedida a Europa Press, "viven más de 200.000 hombres, mujeres y niños que siguen con sus actividades diarias y que se exponen a la inseguridad cada día". En 2017 más de 600 civiles murieron o resultaron heridos, incluidos 238 por la explosión de minas, otro de los grandes peligros en esta zona, "una de las más contaminadas del mundo" por minas y artefactos explosivos sin estallar. Así pues, recalca, "esta crisis está lejos de estar 'congelada'".

Una opinión que comparte el jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ucrania, Mark Walsh. "El del este de Ucrania no es un conflicto congelado ni tampoco un conflicto caliente, sino que es un conflicto en el punto de ebullición", subraya a Europa Press. Sin embargo, el hecho de que "no haya grandes batallas" y que "lo que pasa hoy es lo que pasó ayer, lo que pasó la semana pasada y hace dos años" ha generado que "pierda su interés", reconoce.

COMPETIR POR LA ATENCIÓN Y LOS FONDOS

En contra de los ucranianos también juega el hecho de que en la actualidad son muchas las crisis humanitarias a nivel mundial y los millones de personas necesitadas de ayuda, lo que obliga a "competir" tanto por la atención como por los fondos, destaca Walsh, una batalla que por ahora no están ganando los ucranianos.

Como resalta Macdonald, los fondos solicitados para el este de Ucrania no están llegando. "Necesitamos 187 millones de dólares para cubrir las necesidades de 2,3 millones de los ucranianos más vulnerables pero, en estos momentos, este llamamiento solo ha recibido el 3 por ciento de los fondos", lamenta.

En el caso de MSF, el hecho de contar con fondos propios no les hace depender de los donantes internacionales, como les ocurre a las agencias de la ONU y otras ONG, aunque, admite Walsh, sus equipos están viendo "el impacto en pacientes que antes recibían ayuda de otras ONG" y ahora han dejado de hacerlo, lo cual afecta "a su salud y su bienestar".

   MSF/Maurice Ressel

Pero el que lo que pasa en el este de Ucrania no salga en las noticias no significa que los 4,4 millones de afectados y los 1,5 millones de desplazados no sigan padeciendo sus efectos. Muchos, subraya la responsable de OCHA, "han agotado ya sus magros recursos y se enfrentan cada vez más a elecciones duras e imposible para sobrevivir". "Millones de personas tienen que elegir entre comprar comida, enviar a sus hijos a la escuela o comprar medicinas", ilustra.

El hecho de que el conflicto se prolongue y los recursos se agoten hace que "aumente la dependencia de la ayuda humanitaria para la supervivencia y empuja a la gente a realizar prácticas negativas para salir adelante, incluido el alcoholismo", subraya Macdonald. Además, en la actualidad, unos 1,2 millones de ucranianos sufren inseguridad alimentaria, cifra que se ha duplicado en el último año.

LOS ANCIANOS, PARTICULARMENTE NECESITADOS

Una de las singularidades del conflicto en el este de Ucrania es que el 30 por ciento de los 3,4 millones de personas que necesitan ayuda son ancianos, "la mayor proporción de personas mayores afectadas en el mundo", resalta Macdonald. "La mayoría sobrevive con escasas pensiones, a las que cientos de miles de jubilados ucranianos están perdiendo el acceso", añade.

Según explica, los jubilados que residen en las zonas bajo control rebelde deben registrarse como desplazados internos en las zonas bajo control gubernamental para poder recibir ayudas, lo que hace que las personas mayores representen un buen porcentaje del millón de cruces que se producen al mes de la 'línea de contacto'.

Sin embargo, sus escasos recursos y sus problemas de salud, unido a las gélidas temperaturas en invierno en la zona, no siempre hacen posible su desplazamiento. La comunidad humanitaria ha constatado que a finales de 2017 más de 600.000 jubilados habían perdido sus pensiones, que en muchos casos no superan los 55 dólares, debido a que no completaron el proceso de registrarse como desplazados.

   MSF/Sarah Pierre

Son estas mismas personas las que constituyen buena parte de los pacientes que trata MSF en sus 27 clínicas móviles en la zona y que en general suelen presentar enfermedades crónicas. "Optaron por quedarse porque no tienen dónde ir o porque no quieren dejar atrás sus casas y las pocas pertenencias que les quedan", explica Walsh. Para MSF es prioritario atender las enfermedades crónicas, máxime cuando en el caso de los jubilados se ven obligados a "elegir entre comprar medicinas o comer dado lo exiguo de sus pensiones".

Pero el conflicto también afecta a los niños, sobre todo a los cerca de 15.000 que viven en asentamientos próximos a la 'línea de contacto' y que "experimentan bombardeos y el riesgo de explosión de minas casi a diario", resalta la responsable de la OCHA. La continuada inseguridad y la falta de apoyo psicológico podrían llevar a problemas a largo plazo. "Hay informes de sorprendentes cambios de conducta en estudiantes antes y después de que comenzara el conflicto y en las zonas muy afectadas, muchos niños muestran síntomas de desorden de estrés postraumático", añade.

ESTRÉS PSICOLÓGICO

Niños y mayores presentan un "gran estrés psicológico" por la continuación de la violencia, que suele registrarse principalmente por la noche, lo que "tiene un gran impacto en su salud", coincide el responsable de MSF, cuya organización ofrece apoyo psicológico. "Desgraciadamente no hay un final a la vista y la población local tienen pocas esperanzas de que los enfrentamientos cesen", admite.

"Para la población local, la única esperanza es que la comunidad internacional ayude a buscar una solución" pero el hecho de que no se esté prestando atención a esta crisis ha generado en ellos el sentimiento de que están "olvidados", lamenta Walsh. "No estamos escuchando sus voces de sufrimiento pero tampoco sus deseos de esperanza de un mañana mejor", agrega Macdonald.

Por ello, el responsable de MSF defiende tajante que "no es el momento de reducir" la asistencia humanitaria ya que de lo contrario el bienestar y la situación de quienes padecen este conflicto se seguirá deteriorando. También sería de utilidad, tanto para ellos como para las ONG que trabajan en la zona, un alto el fuego, ya que facilitaría el acceso.

"El año pasado ofrecimos ayuda a 1,1 millones de personas vulnerables en ambos lados de la 'línea de contacto'. Podríamos hacer mucho más si tuviéramos más fondos y acceso sin restricciones a todas las zonas", reivindica Macdonald. En el caso de MSF, trabaja solo en las zonas bajo control gubernamental pero sigue "explorando las posibilidades" de poder trabajar también en Donetsk.

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