Los residentes del este de Alepo hablan de miedo, frío y hambre antes de huir

Desplazados de Alepo este en la parte oeste
ACNUR/MOHAMED JERTILA
 
Actualizado: miércoles, 14 diciembre 2016 19:04

ALEPO (SIRIA), 14 Dic. (Por Firas al Khateeb, ACNUR) -

El hambre finalmente empujó a Mohamad, de 16 años, y su familia a abandonar su casa en el asediado este de Alepo, esquivando las balas de los francotiradores mientras huían para salvar sus vidas.

"Nos estábamos muriendo de hambre en el este de Alepo, teníamos que irnos", ha contado Mohamed al personal del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), después de que él y varios miembros de su familia llegaran al oeste de la ciudad.

"Nos solían dar bolsas de pan, pero luego el pan paró y solo era arroz. Entonces no hubo arroz y los precios de los alimentos eran tan caros que ya no podíamos permitírnoslos", ha explicado.

Mientras recorrían las calles arrasadas por la artillería, corriendo en busca de refugio, el padre de Mohamed se separó, lo que obligó al adolescente a elegir entre buscarle o hacer que el resto de su familia llegara a un lugar seguro.

Finalmente consiguieron llegar a la fábrica de algodón de Mahalej, un refugio de transición para los recién llegados donde ACNUR está ofreciendo ropa de abrigo, mantas, colchones, sacos de dormir, agua y alimentos a los que lo necesitan. Mientras su hermana de 6 años Ahlam --que significa "sueños" en árabe-- juega detrás, Mohamad cuenta que todavía no sabe qué pasó con su padre.

Mohamed es uno de los nuevos desplazados del este de Alepo que han descrito la dureza y el terror de la vida en el asediado enclave, mientras ACNUR repite sus llamamientos a todas las partes en el conflicto para que garanticen la seguridad de decenas de miles de civiles que se cree que todavía siguen atrapados dentro de la ciudad.

Foto: ACNUR / Dima Alnaeb

Semanas de intensos enfrentamientos han cobrado un elevado precio entre los civiles en Alepo, que antes del conflicto en Siria era la ciudad más grande del país y un nodo comercial.

La feroz batalla por el control del este de la ciudad, que ha estado bajo control de la oposición por buena parte de los últimos cuatro años, ha obligado a unos 40.000 civiles a buscar refugio en el oeste controlado por el gobierno en las últimas semanas, aunque dado que es difícil de evaluar cifras exactas, la cifra real podría ser muy superior.

Hombres, mujeres y niños que han llegado recientemente a los refugios han ofrecido desgarradores detalles tras sufrir semanas de bombardeos así como falta de alimentos, atención médica y combustible para calentarse. Su sufrimiento se vio agravado por el hecho de que los combates han impedido que la asistencia humanitaria llegara al este en los últimos cinco meses.

Además de ofrecer bienes de primera necesidad, ACNUR también está ofreciendo asesoramiento y servicios de protección a los traumatizados recién llegados, incluidos muchos niños. Bader, de 12 años, que perdió a su madre por enfermedad antes de la crisis, está sentado acurrucado dentro del refugio con su padre, su madrastra y seis hermanos.

"PASÉ MUCHO FRÍO Y MUCHA HAMBRE"

"Pasé mucho frío y mucha hambre en los últimos diez días", comenta Bader, con los ojos llenos de lágrimas. "Teníamos una casa, pero quedó completamente destruida. Es muy impactante ver nuestra casa convertida en ruinas", añade.

Aziza, una madre soltera, está llorando en una esquina de uno de los grandes hangares convertidos en refugios, sentada en el suelo con sus dos hijas pequeñas. "Cuando llegamos aquí, me di cuenta de que estábamos malditas con el desplazamiento. Me da mucho miedo lo que el futuro nos pueda deparar, y especialmente para mis hijas", ha contado al personal de ACNUR.

La agencia de la ONU y sus socios están incrementando su respuesta humanitaria en Alepo para cubrir las necesidades de los nuevos desplazados, así como aquellos que previamente se vieron desplazados en el oeste de Alepo. Junto con la comida, agua y servicios de protección, una de las necesidades humanitarias más acuciantes es encontrar cobijo seguro para los nuevos desplazados.

La llegada del invierno hace incluso más vital que las familias estén en lugares cálidos y secos, una pequeña comodidad tras meses viviendo en medio del constante miedo.

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