Wolfenstein: The Old Blood (análisis): Breve intensidad

Actualizado: martes, 12 mayo 2015 15:14

MADRID, 12 May. (Mario Jiménez/Portaltic) -

   Antes esfuerzos como el de Bethesda y Machinegames por revivir y dignificar el género de "First Person Shooter" no cabe más que quitarse el sombrero. Con The New Order no sólo recuperaron la esencia del mejor Wolfenstein, sino que se metieron en el bolsillo a todos los fans de los FPS gracias a un desarrollo que aunaba perfectamente la acción frenética con un buen argumento y un acabado técnico notable. Ahora The Old Blood llega para confirmar que aquello no era un espejismo y que no queda otra que celebrar que esta mítica saga regresa por todo lo alto.

   En el caso de este título estamos ante una precuela de lo que sucedía en The New Order, protagonizada también por el ranger B. J. Blazkowicz. Los acontecimientos discurren ahora en 1946, momento en que el ejército nazi está venciendo en la Segunda Guerra Mundial gracias a lo avanzado de su tecnología armamentística y a sus investigaciones en torno a las fuerzas sobrenaturales.  En un último y desesperado intento de cambiar la situación por parte de los Aliados, "Blazco" y el "Agente Número 1" se infiltran en el castillo Wolfenstein para robar una carpeta con archivos secretos que obra en poder de la temible oficial de las SS Helga von Schabbs, que no nos va a poner las cosas fáciles, claro está.

UN EJÉRCITO "TUNEADO"

   Llegados a este punto, somos nosotros contra el mundo; concretamente contra cientos de soldados que disponen de la tecnología más avanzada para aniquilarnos. Y en nuestro camino hacia Helga encontramos todo tipo de enemigos: desde los soldados más básicos hasta otros que cuentan con un uniforme especialmente blindado, pasando por gigantescos robots prácticamente indestructibles, perros hambrientos de carne humana o drones... Para vencerles disponemos de una amplia variedad de armas ficticias aunque basadas en modelos reales de la época y con la posibilidad de pilotar algún vehículo, aunque de manera muy limitada.

   The Old Blood nos anima a avanzar sigilosamente (mucho más que en la entrega anterior) para sorprender a los enemigos por la espalda y, de hecho, contamos con una tubería que encontramos al inicio de la aventura (le cogeréis cariño, os lo aseguramos) con la que realizar ataques mortales sin que nos vean. También podemos llevar cuchillos que ayudan en este sentido. Los escenarios están dispuestos de tal manera que es relativamente sencillo avanzar sin ser vistos, aunque hay zonas tan plagadas de enemigos en que no queda otra que armarse de paciencia. En estos casos, es perfectamente posible optar por la vía rápida y limpiar la zona a tiros, aunque los generales que patrullan por esos escenarios no dejarán de pedir refuerzos hasta que les liquidemos.

   Y aunque hay varios niveles de dificultad y es posible cambiarla en mitad de la partida, el juego pone a prueba nuestra pericia en bastantes ocasiones pero sin llegar a desesperar. Esto se debe, en parte, a que la inteligencia artificial de los enemigos está muy bien trabajada y son capaces de hacernos encerronas muy a menudo o de buscar rutas alternativas para sorprendernos por detrás. En este sentido hay que mencionar que es donde, precisamente, hemos encontrado uno de los pocos fallos del juego, y es que en varias ocasiones algún soldado se ha quedado atrapado dando vueltas alrededor de objetos inexistentes hasta que le hemos disparado, pero afortunadamente no desluce el buen trabajo realizado con la IA.

SORPRESA FINAL

   Como hemos dicho, uno de los factores de la superioridad alemana en este acontecimiento histórico paralelo se basa en sus amplios conocimientos del mundo paranormal. Tanto es así que llegados a un punto de la aventura, una de nuestras acciones libera todo un ejercito de zombies que invaden el pueblo por donde debemos huir. Desde luego, es todo un giro en los acontecimientos, ya que cuando uno pensaba que tenía superado eso de acabar con supersoldados, ahora nos toca lidiar con un montón de muertos vivientes que, menos mal, también atacan al ejército nazi.

   Entre los zombies los hay de varios tipos, pero sólo os diremos que algunos no entran para nada dentro del perfil típico, ya que son capaces de efectuar movimientos rapidísimos que nos dejan un margen de reacción muy limitado. Además, algunos de los enemigos humanos que eliminemos podrán resucitar, así que id preparados para sudar.

   A esta parte final del juego no tardaréis más de 6 horas en llegar, y es que este es el tiempo que dura la historia, que tampoco deja muchas opciones de volver a jugar porque ni hay finales alternativos ni un historial de objetos coleccionables lo suficientemente llamativo, más allá de unos montones de oro y ciertos archivos que no tienen mayor interés, así como un ranking mundial online en el que podemos participar.

   La pregunta es si este contenido no debería habernos llegado en forma de DLC. Probablemente sí, dado lo reducido de su precio (19,95 euros) y nos habría gustado igual, pero hay una parte que justifica, de alguna manera, el lanzamiento como juego independiente, y es que supone una evolución con respecto a The New Order. Técnicamente se ve más pulido, con unos gráficos que aprovechan algo más la potencia de la nueva generación, sobre todo en los movimientos y en las texturas de los personajes. La banda sonora es igualmente una delicia, con temas épicos que encajan a las mil maravillas con la acción y que ayudan a que nos metamos más en los acontecimientos.

   Además, es un juego tremendamente divertido, muy adictivo y con una curva de dificultad bien ajustada. Es una pena que se haga tan corto y que no incluya unos extras a la altura del resto del título (ojo a la posibilidad de jugar al Wolfenstein original con las armas del actual al desbloquear una zona oculta). Aún así, no dudéis en haceros con él si os gusta descargar adrenalina.