Actualizado 12/03/2010 15:17

El chapín, un tipo de calzado, pieza del mes en el Museo de la Alhambra

GRANADA 12 Mar. (EUROPA PRESS) -

El Patronato de la Alhambra y Generalife ha escogido como pieza del mes del Museo de la Alhambra el chapín, un tipo de calzado compuesto por una suela bastante alta que ha sido restaurado recientemente y que se remonta a la época romana.

La pieza podrá ser visitada todos los sábados a partir de las 12,00 horas de la mano de la restauradora Isabel Cambil, que desvelará los detalles y curiosidades de este singular objeto, como por ejemplo que su suela se forma añadiendo capas de corcho y que la sujeción al pie se efectúa por encima del empeine con una brida o por dos orejeras de cuero unidas con cintas.

La pieza, que se ha conservado prácticamente completa, y ha sido recientemente restaurada, presenta una decoración a base de motivos vegetales y animales, trabajados sobre el cuero. Los orígenes de este calzado se remontan a la época romana, donde se utilizaba un calzado con suela alta de corcho, llamado fulmenta, que era de uso general entre las romanas.

Aunque originariamente se empleaba para el baño, comenzó a ponerse de moda entre las clases más privilegiadas. Recubiertos con piel, se solían decorar con oro, plata, esmaltes e incluso joyas. Mayoritariamente formaban parte del atuendo femenino, pero también existieron para hombres.

Su uso en la moda traspasó las fronteras hacia el área cristiana. En este sentido, se citan varios pares en los inventariados de la reina Isabel la Católica y de su hija Juana.

El chapín se colocaba sobre un escarpín y se utilizaba para salir fuera de la casa, ya que no era precisamente un calzado cómodo. Las mujeres, alzadas sobre altos chapines, eran obligadas a andar de una manera particular, dando pequeños pasos. A comienzos del siglo XIV se constituyó en Valencia un importante gremio, tanto, que los chapines valencianos alcanzaron una gran fama, llegando incluso a exportarse. Su uso se prolongó hasta los primeros años del reinado de Felipe V y su declive coincidió con la aparición de los tacones rojos de Versalles.

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