La alegría por las desgracias ajenas ayuda a predecir el acoso escolar y el ciberacoso, según un estudio de la UCO

CÓRDOBA 21 May. (EUROPA PRESS) -

El Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia de la Universidad de Córdoba (Laecovi) ha desarrollado una investigación para crear y validar un instrumento que permita medir la alegría maliciosa ante situaciones de victimización entre escolares. Se partía de la hipótesis de que disfrutar ante el dolor ajeno podía predisponer a los adolescentes a agredir a sus compañeros, ya sea cara a cara o a través de las redes sociales.

Según exponen, la alegría maliciosa se ha estudiado en contextos como el político o el deportivo, pero no se contaba con una escala ajustada a lo que ocurre en el contexto educativo. Para desarrollar la herramienta, el equipo formado por los investigadores de Laecovi Antonio Cabrera, Daniel Falla, Rosario Ortega y Eva Romera se ha basado en la teoría del merecimiento --creencia de que las personas se merecen lo malo o bueno que les pasa-- y la teoría de la identidad social --se basa en cómo las personas construyen su identidad según su pertenencia a grupos--.

"Hemos observado que la alegría por las desgracias del otro puede comprenderse en base a dos dimensiones clave", explica Antonio Cabrera, primer autor del trabajo. "La primera implica satisfacción por el hecho de victimizar a alguien que se lo merece --exclusión, agresión, daño-- por sus acciones previas, por ejemplo: 'Me hace sentir bien ver que alguien que ha hecho daño a otros reciba su merecido'", comenta.

Mientras, indica que "la segunda ayuda a entender cómo esa alegría también puede depender del grado de aversión que se siente hacia la persona que está sufriendo, bien porque no cae bien, porque es mejor que esa persona o simplemente porque no es de su grupo, por ejemplo: 'Disfruto cuando un compañero que no aguanto está sólo en el recreo'".

La escala diseñada por el equipo, compuesta por nueve ítems, ha sido validada con una muestra de 3.183 estudiantes de entre diez y 17 años, demostrando su efectividad en la medición independientemente del género y la edad. Los escolares encuestados han reconocido ampliamente haber experimentado esta compleja emoción moral, que rompe los esquemas de lo que sería esperable en términos de empatía y solidaridad al ver sufrir a otra persona.

Han sido concretamente los chicos los que han reportado mayores niveles de alegría maliciosa por aversión, algo que "lleva a poner el foco en el análisis crítico de los valores culturales asociados a los roles de género, que impactan de forma significativa en el desarrollo adolescente".

VALIDEZ PREDICTIVA

La herramienta ha mostrado evidencias de validez predictiva. Los resultados han revelado que "la alegría maliciosa por aversión puede aumentar el riesgo de participar en situaciones de agresión". Estos hallazgos subrayan que "la satisfacción por las desgracias de aquellas personas hacia las que se siente rivalidad, envidia u odio supone un verdadero riesgo en la implicación en comportamientos de agresión". "No se puede obviar que la acción agresiva puede explicarse, en parte, por la propia búsqueda de la satisfacción experimentada ante la violencia que se observa", destacan.

Así, este trabajo pone en evidencia que "esta emoción moral está muy presente en el día a día del estudiantado y que hay que ayudar a esos chicos y chicas a reconocer lo que sienten y a ajustar sus emociones a lo que se espera de ellos en términos de equidad y cuidado del bienestar de los demás".

El equipo continúa estudiando "cómo afecta la desconexión moral al aumento de la alegría maliciosa y su relación con la agresión, lo que permite comprender mejor la gestión de la red de iguales y las emociones asociadas al acoso escolar y el ciberacoso".

TRANSFERENCIA A LAS AULAS

El trabajo de transferencia de estos resultados ya se está realizando en el marco de un proyecto de Prueba de Concepto, a través del modelo psicoeducativo denominado 'CuidaMe', dirigido a promover la calidad de las relaciones interpersonales entre los iguales y la prevención de la violencia, coordinado por la catedrática Eva Romera.

Su puesta en práctica y evaluación en colegios e institutos ha permitido evidenciar la relevancia de trabajar con los escolares el desarrollo de una competencia social, emocional y moral que les permita tomar decisiones ajustadas a la ética del cuidado.