La Diputación de Zaragoza participa en la fiesta de los Corporales de Daroca, que vuelve a celebrarse tras la pandemia. - DPZ
DAROCA (ZARAGOZA), 16 (EUROPA PRESS)
Los Corporales de Daroca han vuelto a celebrarse tras el parón por la pendemia, y un año más, representantes de la Diputación de Zaragoza (DPZ), el presidente, Juan Antonio Sánchez Quero, y la vicepresidenta, Teresa Ladrero, han participado en la tradición, asistiendo a la eucaristía en la iglesia colegial de Santa María y a la procesión por las calles del municipio.
"La Diputación acompaña desde hace décadas a los daroncenses en este día tan especial en el que se conmemora el milagro de los Corporales. Es un honor formar parte de este día grande que desde 2006 está reconocido como Fiesta de Interés Turístico de Aragón", ha resaltado el presidente de la Diputación de Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero.
"Es una alegría que tradiciones como el Corpus vuelvan a celebrarse después de estos años tan complicados y que los vecinos de los municipios puedan volver a disfrutarlas", ha añadido Sánchez Quero.
Desde la década de los años sesenta, es costumbre que la institución provincial acuda como corporación a la fiesta de los Corporales en respuesta a la invitación que cada año le cursa el Ayuntamiento de Daroca. La asistencia de los diputados provinciales ha sido voluntaria y han acudido 20 de ellos.
La celebración de los Corporales, declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón, es el acto central de las fiestas del Corpus de Daroca, que este año se celebran del 11 al 19 de junio.
HISTORIA DE ESTE DÍA
Daroca celebra el jueves del Corpus, su día más especial de las fiestas, con la procesión desde la plaza de la Colegial hasta la Torreta como el acto central. Una vez en las afueras de la ciudad, cada año se celebra un sermón desde al menos 1414.
El milagro de los Corporales de Daroca se remonta a 1238, cuando el noble Berenguer de Entenza lideraba en las cercanías de Valencia compañías llegadas de Daroca, Calatayud y Teruel para hostigar a los musulmanes al sur del Júcar tras la conquista de Valencia por Jaime I. Los musulmanes sitiaron a los cristianos en El Pueyo.
Berenguer de Entenza, ante el asedio, ordenó a mosén Mateo, clérigo de la iglesia de San Cristóbal de Daroca, que celebrara una misa, durante la cual, al levantar el sacerdote el paño donde se guardaban seis hostias, estaban empapadas en sangre.
El hecho se consideró como un milagro y los cristianos se lanzaron a la lucha encabezados por el cura, que sobre un asno blanco mostró durante la batalla las hostias ensangrentadas y los musulmanes fueron derrotados.