Zaragoza.- Un sociólogo cree que "está en manos de todos" que los jóvenes dejen de ser un "barco a la deriva"

Europa Press Aragón
Actualizado: viernes, 21 septiembre 2007 12:20

EJEA (ZARAGOZA), 21 (EUROPA PRESS)

El sociólogo ejeano Fernando Gil consideró hoy, en declaraciones a Europa Press, que "está en manos de todos", de la sociedad al completo, que los jóvenes dejen de ser "un barco a la deriva". "Tenemos que aplicar un poco de sentido común" a la hora de tratar a los jóvenes para que "ese barco no se vaya a pique", apuntó.

Fernando Gil, profesor "desde hace quince años" de la Universidad de Salamanca, presenta esta tarde, a partir de las 20.00 horas, en el Centro Cívico y Cultural de su localidad natal, Ejea de los Caballeros, su último trabajo, el libro 'Juventud a la deriva', un volumen de 160 páginas publicado por la Editorial Ariel.

"Este es un trabajo que ha llevado tres años", en el que se analiza "una juventud --entendiendo tal como jóvenes de entre 14 y 18 años-- que está a la deriva", título en el que "busco un equilibrio entre el mensaje preocupante y la catástrofe, porque aunque esté a la deriva, el barco todavía no se ha hundido ni ha naufragado", recordó Gil.

Simplemente, "ha perdido el rumbo, pero igual consigue llegar a buen puerto", un final para los jóvenes al que "les deben remolcar con ayuda de la sociedad adulta", porque sus problemas "son iguales que los que tienen los adultos", pero acentuados por el hecho de que "sus efectos" en los jóvenes "son más desastrosos porque tienen menos defensas", apuntó.

Así, la primera parte del libro se dedica a señalar "las luces rojas, de alerta, que nos dicen que la situación es preocupante". En este primer apartado se analizan los problemas más comunes de los jóvenes, entre los que aparecen el alcohol y las drogas, la violencia y el consumo incontrolado.

"Hay quien dice que estos problemas no son para tanto, que la juventud siempre ha sido una etapa inestable, pero hoy, y desde hace diez años, se han disparado el consumo de drogas y la violencia, contra las personas, con las peleas, y contra las cosas, con el vandalismo. Esas son las luces rojas" a las que hay que prestar atención, aseveró Gil.

En la segunda parte del libro, se estudian las causas que generan "esta insatisfacción. Se hace un repaso de una situación que es compleja y aquí se ve que la culpa no sólo la tienen las familias, sino que procede de un conjunto de factores", entre los que también se sitúan la religión, la política y la educación.

Siguiendo la metáfora del barco que va a la deriva, continuó Gil, "estas serían las estrellas que servirían para orientar al barco, y hoy, por primera vez en la historia, todas las estrellas --la política, la religión, la familia, la educación-- se han apagado". "Eso ha desaparecido, las iglesias están vacías de jóvenes porque sus mensajes no son juveniles", ejemplificó.

En el ámbito familiar, "muchos padres se identifican con personas como Woody Allen, un personaje dubitativo, con dudas existenciales, y si el padre se ve reflejado en él, esa persona inestable cómo puede ofrecer un marco consistente a su hijo", se cuestionó.

Asimismo, también "ha desaparecido el llamado rito de paso", la etapa en la vida de las personas en la que "se traspasaba una frontera que nos permitía tener unos privilegios que antes no teníamos" y que "nos servía de orientación", como el paso de la mayoría de edad. "Pero hoy en día le hemos dado la vuelta a este rito, y ahora son los adultos los que quieren ser jóvenes", y no al revés. "Nos hacen falta formas de orientación", indicó.

SENTIDO COMÚN.

Ante esta situación, para el sociólogo Fernando Gil las soluciones dependen "de todos" y "las dicta el sentido común". En el caso del ámbito familiar, "hay que pasar más tiempo con los hijos, y no solucionar la cuestión dándoles tanto dinero". Los padres deben "implicarse" en la educación de los hijos y no es suficiente con decir, por ejemplo, "que no beban, si nos ven antes de comer o de cenar bebiéndonos veinte cañas y comiendo veinte pinchos. Hay que ser consecuentes y predicar con el ejemplo", aseveró.

Buscar soluciones en la religión, sin embargo, "es más complicado". Gil señaló como las iglesias latinoamericanas sí cuentan con un buen número de fieles jóvenes, "porque han sabido adaptarse y adaptar sus mensajes a los tiempos, algo que no ha ocurrido aquí". En este sentido, "hemos pasado del Concilio Vaticano II al conservadurismo, y se habla incluso de celebrar las misas de nuevo en latín", una medida que hará que, "si ahora va a misa un uno por ciento de los jóvenes, con las misas en latín irá un cero por ciento".

Asimismo, "no se puede luchar por la igualdad de la mujer y encontrarnos conque las misas no las pueden oficiar mujeres, cuando podrían hacerlo perfectamente. Ellos (la Iglesia) sabrán lo que hacen, pero así sólo consiguen que los templos se queden vacíos", y deben responsabilizarse "si quieren recuperar a los jóvenes como fieles".

En el caso de la política, "también es complicado. Habría que dar ejemplo y actuar con sensatez, no mentir ni tirarse constantemente los trastos a la cabeza". No obstante, "las administraciones públicas son las que menos tendrían que sentirse culpables, porque posibilitan una gran oferta de ocio a los jóvenes a distintos niveles", desde conciertos a actividades deportivas. La administración pública sería, de todos los agentes implicados en la sociedad, "la que tendría la conciencia más tranquila" en lo que a los problemas de la juventud se refiere.

EDUCACIÓN EN EL OCIO.

Sobre la educación, y ante el candente debate sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, Gil también se mostró partidario de aplicar el sentido común. "No hay una educación estandarizada sobre las drogas, la paz, la pobreza o el consumo, y ni siquiera se plantea esta cuestión", advirtió.

En su opinión, "debería haber una educación en el ocio positivo", una asignatura en que se tratasen de cerca estas cuestiones. "El problema es que tenemos que educar a los jóvenes en un ocio constructivo", porque alternativas para ello no faltan, y "esto es tan necesario como una asignatura de matemáticas".

Respecto a la asignatura Educación para la Ciudadanía, Fernando Gil consideró que "se está sacando del tiesto. No entiendo que se llame así, porque si la ciudadanía son valores, estos deberían estar transversalmente presentes en todas las asignaturas; en el curriculum oculto, en cómo tratan los profesores a los alumnos y en las dinámicas de grupo".

Así, "es necesario un cambio importante en las actitudes y los valores", hay que "tratar menos temas --en referencia a la asignatura Educación para la Ciudadanía--, y no volvernos locos. Sería mejor, tal vez, localizar los problemas de los jóvenes y empezar la casa no por el tejado, sino por abajo", estudiando temas como las drogas, el consumo o la violencia de una manera "dinámica".

A pesar de que "las cosas no van por el buen camino porque nadie --ni la familia, ni los políticos, ni la iglesia, ni los educadores-- se pone las pilas", el sociólogo ejeano Fernando Gil valoró que solucionar la encrucijada en la que se encuentran los jóvenes todavía "está en nuestras manos, porque el barco esta a la deriva y para que no se vaya a pique es mejor que no perdamos el tiempo en discusiones, sino que hagamos caso al sentido común", concluyó.

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