El acusado de asesinar a su ex novia en Pedrajas (Valladolid) de 17 cuchilladas niega que quisiera matarla

Dice estar arrepentido y asegura que se obcecó cuando ella le espetó que su nuevo novio valía mucho más que él

Europa Press Castilla y León
Actualizado: lunes, 21 septiembre 2009 17:23

VALLADOLID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) -

El hombre de origen rumano acusado de acuchillar mortalmente a su ex novia en la fábrica donde ambos trabajaban en Pedrajas de San Esteban (Valladolid), crimen registrado el 22 de septiembre de 2008, negó hoy que su propósito fuera el de arrebatarle la vida, a pesar de las 17 cuchilladas que presentaba el cadáver, y alegó que sufrió un episodio de arrebato u obcecación cuando la víctima, de la misma nacionalidad, le espetó en los servicios de la factoría que su nuevo novio valía mucho más que él.

En la primera sesión del juicio iniciado en la Audiencia de Valladolid por el procedimiento de jurado popular, integrado por siete varones y dos mujeres, el autor confeso del crimen, I.B, de 44 años, rechazó que el día de autos hubiera seguido a la víctima armado con un cuchillo de cocina hasta los servicios de la empresa 'Derivados y Sistemas Metálicos' (Desime), aseguró que el encuentro fue casual y precisó que el arma empleada no era suya y que la cogió del botiquín.

Si bien indicó no recordar nada del momento puntual de la agresión, el procesado, en declaraciones recogidas por Europa Press, sí explicó que acaba de orinar y se estaba lavando las manos en el servicio cuando su ex novia, que siete meses antes había roto la relación que ambos mantuvieron durante cuatro años, salió del cuarto del retrete y al encontrarse con él le preguntó por una bolsita con semillas para hacer pasteles que creía haberse dejado en su piso.

"Le respondí que si la encontraba se la daría, y también le pregunté en broma si la necesitaba porque había empezado a hacer pasteles para Salva, su nuevo novio", dijo el acusado, a lo que, según el declarante, la víctima le respondió de forma afirmativa y en tono despectivo al espetarle que su nueva pareja valía mucho más que él.

La respuesta de la fallecida, según alegó el procesado, desencadenó el trágico suceso registrado aquel "maldito día", según sus propias palabras, y por el cual, arrepentido, pidió perdón a los familiares de su ex pareja. "No sé lo que se me pasó entonces por la cabeza, pero cogí el cuchillo que había sobre el botiquín y entonces pasó lo que todos sabemos", advirtió I.B, que, sin poder reprimir el llanto en algunos momentos de su declaración, reiteró que en ningún momento pretendió acabar con la vida de la que fue su novia y con la que compartió vivienda durante años en Íscar (Valladolid).

"MUCHÍSIMOS CELOS"

Y eso a pesar de los "muchísimos celos" que sintió al conocer que otro hombre había entrado en la vida de su ex pareja. De hecho, aseguró que una vez roto el noviazgo seguía viéndose con la víctima para tomar alguna copa o "cafetito" y que incluso habían acudido juntos en una ocasión a una fiesta en la ermita de Sacedón, en Pedrajas de San Esteban. "Sentía adoración por ella, y pese a que la relación se había roto seguía diciéndola te amo mucho y te espero", añadió en un intento de demostrar que el crimen no fue premeditado.

La versión del acusado, cuyo letrado solicita para él una pena de 10 años por delito de homicidio, contrasta sin embargo, con las posturas de las dos acusaciones públicas que ejercen el Ministerio Fiscal y la Abogacía del Estado, que solicitan 18 años por asesinato, y de la acusación particular, que eleva la petición a 20 años, pues todas ellas entienden que los hechos son constitutivos de asesinato al concurrir, entre otras, la agravante de alevosía, es decir, que I.B. atacó a su ex de forma "súbita y repentina" y sin que ésta tuviera la más mínima opción de evitarlo.

El escenario elegido para ello, los servicios de la fábrica, "una auténtica ratonera", tal y como definió el fiscal; el número de cuchilladas recibido por la víctima, hasta un total de 17, siete de ellas en la zona del cuello, una de las cuales atravesó la laringe y provocó que la mujer falleciera ahogada en su propia sangre, y la virulencia de las mismas, que dejaron la hoja del cuchillo doblada en ángulo recto y llegaron a fracturar también la empuñadora del arma, fueron esgrimidas por los acusadores como prueba de las verdaderas intenciones del acusado y de que la fallecida no pudo defenderse.

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