Actualizado: sábado, 22 julio 2017 12:11

    VALLADOLID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -

   El libro 'OVNIs, las 50 mejores evidencias' sitúa entre los 50 avistamientos de objetos volantes no identificados en España desde 1947 a dos con la provincia de Valladolid como protagonista, concretamente en las localidades de Tordesillas y Pedrosa del Rey.

   El volúmen, recientemente publicado por Ediciones Cydonia en coincidencia con el 70 aniversario del primer avistamiento OVNI en España, el 24 de junio de 1947, ve la luz tras tres décadas de estudio de su autor, José Antonio Caravaca.

   El caso de Pedrosa del Rey narra la historia de Emiliano Velasco, un agricultor que el 17 de julio de 1975, según se explica en el libro, avistó, mientras trabajaba con su tractor, una "enigmática" aeronave suspendida en el aire a pocos centímetros de altura.

   En su relato, el testigo define la forma del aparato como de "lata de conserva" y explica que dio varias vueltas en torno a su tractor. Según el trabajador, el artefacto tendría "unos 2,5 o tres metros de altura por 2,5 de ancho", con un tamaño superior al del tractor y de un material parecido al aluminio, pero más brillante.

   Al parecer, en uno de aquellos movimientos la aeronave emitió un extraño zumbido cuyas ondas llegaron a perforar el cristal del tractor, que este agricultor presentó como prueba ante la Guardia Civil.

   El otro suceso situado en la provincia de Valladolid es el conocido como caso del "niño de Tordesillas", que la noche del 1 de octubre de 1977 quedó "atrapado por la luz" cuando tenía siete años y jugaba con varios amigos de la localidad.

   Antes de entrar en un recinto abandonado, arrojaron varias piedras para comprobar si había alguien dentro. En ese momento, un sonido seco y metálico retumbó en el silencio. A muy poca distancia, a no más de diez metros de los niños, había un enigmático objeto metálico en forma de lágrima, muy pronunciado por su parte superior, de color “gris plomo mate”. El artefacto emitía un extraño resplandor que iluminaba los alrededores. En su parte superior había tres ventanillas en forma de ojo de buey, de las que brotaba una luz rosa-azulada.

   El objeto se apoyaba sobre tres patas gruesas “parecidas a las torretas de alta tensión”. Aquel objeto, según el testigo, podría tener 2,80 metros de altura y unos dos metros de anchura. En su parte derecha poseía un juego de tubos metálicos, como escapes, por los que emanaban “gases”.

   Tras unos minutos de impávida observación, el objeto comenzó a vibrar y a elevarse lentamente. En ese momento del centro del artefacto metálico, surgieron cuatro rayos de luz, no más gruesos que un lápiz, que se proyectaban en varias direcciones, según su relato. A unos 4 o 5 metros, el artefacto voló en diagonal para perderse en la lejanía.

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