El quinto y último encierro de Cuéllar (Segovia) no registra heridos

Europa Press Castilla y León
Actualizado: jueves, 1 septiembre 2011 15:45

SEGOVIA 1 Sep. (EUROPA PRESS) -

Los novillos de la ganadería madrileña Escudero Cortos protagonizaron hoy el quinto y último encierro de la villa de Cuéllar, caracterizado por la potencia y nobleza de las reses, que permitieron emocionantes carreras a punta de pitón en el tramo urbano.

Los servicios médicos de la Plaza de Toros de Cuéllar no registraron heridos, pese a que se vivieron algunos momentos de peligro en la suelta de los corrales, junto al río Cega, donde uno de los novillos se desvió la manada y puso en serios aprietos a algunos espectadores, antes de volver a unirse al resto de las reses.

El novillo se dirigió hacia el lado derecho y llegó a saltar por encima de algunos espectadores que, al ver llegar la res, pudieron tumbarse en el suelo.

Los astados salieron de los corrales a las ocho de la mañana, arropados por decenas de caballistas, que lograron mantener compacta la manada y que ésta recorriera el tramo por el campo, de casi cinco kilómetros, con tranquilidad, realizando los correspondientes descansos. El recorrido campestre se realizó a ritmo sosegado.

La marcha se aceleró a las puertas el tramo urbano, hasta la zona de "el embudo" y los novillos mantuvieron un ritmo fuerte en la avenida Camilo José Cela y en las calles La Resina y Las Parras, estirándose en la avenida de San Francisco debido al cansancio de los bueyes, que dejaron la parte delantera de la manada a los novillos.

En el tramo urbano los corredores pudieron disfrutar de carreras a punta de pitón.

Los novillos de Escudero Cortos serán lidiados esta tarde en el último festejo de la feria taurina de Cuéllar por los novilleros Alberto López Simón, Víctor Barrio y Félix de Castro.

Los encierros de Cuéllar son considerados los más antiguos del mundo. Así lo certifican los documentos que se conservan en el Archivo Histórico de la Villa de Cuéllar, como el acuerdo sinodal firmado en 1215 por el obispo Geraldo de Segovia en el que se prohibía a los clérigos su asistencia a "juegos de toros".

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