VALLADOLID, 31 Oct. (EUROPA PRESS) -
El cineasta Nadav Lapid radiografía el nacionalismo israelí en 'Yes', una sátira incómoda, estridente y crítica en la que cuestiona la postura de la sociedad de su país tras los atentados del 7 de octubre de 2023 y la acción sobre el pueblo palestino en la Franja de Gaza.
Tras estrenarse en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes, el filme, de dos horas y media de duración, se ha proyectado en estreno nacional este viernes en la octava jornada de la 70 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
La primera proyección ha tenido lugar en los Cines Broadway, donde se ha desplegado un dispositivo policial con más de una decena de agentes de la Policía Nacional que ha controlado quien pasaba a las salas, todo ello ante el temor de una posible acción de boicot.
La Plataforma Solidaria con Palestina de Valladolid ha criticado la inclusión de este filme en la Sección Oficial a concurso al tratarse de un cineasta israelí y contar con fondos públicos del Gobierno de este país. Así, en la previa a la gala de inauguración de la Semana vallisoletana, decenas de personas se manifestaron en el entorno del Teatro Calderón, mientras el director del certamen, José Luis Cienfuegos, defendió que la cinta ofrecía la visión de Lapid sobre el conflicto y la relación con su país.
Y es que el cineasta, que reside en Francia, ahonda en esta propuesta en su crisis de identidad israelí, en este caso tras los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023 y de la mano de un pianista al que le encargan componer un himno para la "generación de la victoria" sobre Gaza.
Este artista es Y. (Ariel Bronz), quien vive en Tel Aviv con su esposa bailarina, Yasmine (Erfat Dor), y su hijo, nacido justo el 8 de octubre posterior a los ataques que desataron esa "guerra" que se menciona innumerables veces a lo largo de una película dividida en tres actos.
TRES ACTOS
En el primero, con el título de 'La buena vida', ambos se dedican a ser los animadores de extravagantes fiestas de personas adineradas y políticos, e ignoran la violencia que ejerce el Estado de Israel sobre Palestina pese a las informaciones que reciben en notificaciones en su teléfono móvil. Ante ello, encienden la música y siguen bailando como si nada ocurriese.
Se codean con una alocada alta sociedad -- jefes de propaganda y magnates dedicados a la tecnología y el armamento incluidos-- en busca de mejorar su posición social y se adaptan al nacionalismo que se demanda por todas partes, con banderas, mensajes y canciones. Hasta que a Y. le encargan componer el himno.
Lapid introduce, posteriormente y ahondando en ello en el segundo acto 'El camino', el debate ético de Y., quien se pregunta que pensaría su madre fallecida de cáncer de él y de la violencia ejercida por su Gobierno sobre Gaza.
El protagonista emprende un recorrido a la frontera de Israel con al Franja acompañado por una novia militar, cuyos testimonios parecen ayudarlo a autoconvencerse del himno compuesto. Ante su mirada, caen las bombas sobre el pueblo palestino. Mientras, Yasmine vive su propia crisis moral y decide buscar para ella y su hijo, Noah, un futuro en otro país porque, a su juicio, "no hay pero lugar en el mundo que su hogar".
LA IMPOSICIÓN DEL 'SÍ'
En el tercer acto, 'La noche', el cineasta plasma el margen inexistente de la pareja para decir que no ante el nacionalismo israelí y reproduce un himno -- en el filme el supuesto creado por Y.-- que anuncia la llegada de los aviones israelíes para bombardear Gaza y "aniquilar".
"Los aniquilaremos a todos", cantan unos niños en este videoclip real que se introduce en el contexto de la película, en cuyo final se explica que esta pieza audiovisual real fue elaborada por el grupo israelí Frente Cívico y publicada en noviembre de 2023.
La canción es una adaptación de 'Hareut', un famoso poema de Haim Gouri que conmemora a los judíos asesinados antes del establecimiento del Estado de Israel en 1948. La familia del poeta no ha autorizado esta versión que enaltece la violencia sobre el pueblo palestino, recuerda también director.
Lapid ofrece en este filme un retrato del nacionalismo israelí, el debate ético y de identidad en el contexto actual y la justificación de la violencia. Para ello, recurre a lo estridente, con personajes narcisistas y caricaturescos, giros de cámara que marean, planos torcidos , efectos de parpadeo y música estruenduosa.
Con la fotografía de Shai Goldman, enfoca el lujo de la sociedad de Tel Aviv en contraste con el paisaje de una Gaza destruida, y añade a ello fragmentos documentales, todo en un largometraje intenso que provoca irritación.