BARCELONA, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha asegurado este viernes que "la historia en general y la Caputxinada en particular demuestran que no hay ninguna represión ni violencia física, verbal, jurídica y política que pueda evitar el deseo de la mayoría".
En el 50 aniversario de la Caputxinada --y que ha empezado con un minuto de silencio por el 11M--, Puigdemont ha dicho en su primer acto en el ámbito universitario: "50 años después nos sentimos directamente vinculados al espíritu de los actos de los que sufrieron la represión para defender la democracia".
La Caputxinada es la asamblea constituyente del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona durante el franquismo (recibió este nombre porque la reunión estudiantil tuvo lugar en el convento de los capuchinos de Sárriá en Barceona), cuando los asistentes fueron rodeados por la policía y permanecieron tres días en el convento hasta el asalto policial del 11 de marzo, lo que suscitó un movimiento unitario de solidaridad política y ciudadana, que derivó en la Taula Rodona Democràtica, y la incorporación de sectores eclesiásticos al antifranquismo.
El presidente ha lamentado que es un episodio poco reconocido y "una aberración más del régimen franquista para criminalizar la libertad y las expresiones de libertad más nítidas" hacia la universidad, que entonces representaba la capacidad de cambio.
"La Caputxinada abrió los ojos a la gente de dentro y de fuera, de aquella Europa cercana que debía protagonizar grandes transformaciones de raíz universitarias y cuyos ecos todavía siguen vivos", ha añadido.
CATALUÑA "A LA MANERA EUROPEA"
Además, ha reivindicado la manera catalana de reclamar, defender y ejercer la democracia con diálogo, paz y concordia: "Hoy como ayer, como hace 50 años, la manera catalana era y es la manera más europea de defender la democracia y su ejercicio: con asamblea, diálogo y paz".
El rector de la Universidad de Barcelona, Dídac Ramírez, ha recordado que los participantes de la Caputxinada reclamaban "una universidad nueva y libre, que fuera casa de acogida, espacio de reunión", y ha incidido en que el cincuentenario no se proyecta sobre el pasado, sino que debe permitir construir el futuro.
Por eso, ha anunciado que la universidad ha revocado este viernes las sanciones impuestas por el centro a ocho estudiantes y 67 profesores participantes de la Caputxinada del 9 al 11 de marzo de 1966, así como a todos los profesores y alumnos sancionados en periodo preconstitucional por motivos políticos.
Ha dicho que estas sanciones quedan anuladas de manera que se borren las represiones del franquismo a través de la universidad, una medida que afecta "a los que arriesgaron tres días de sus vidas, sus expedientes académicos y la consideración social de ir contra el régimen".
La secretaria general de la universidad, Isabel Miralles, ha leído los términos de esta resolución, que implica que se cancela a los afectados las calificaciones desfavorables y que no consten en sus expedientes.
Con este acuerdo, la universidad ha encargado a su archivo histórico un proyecto de recuperación de la documentación de este episodio, "para el mantenimiento futuro de la memoria de los profesores y los alumnos que participaron".
También han hablado el profesor emérito e historiador Borja de Riquer; la delegada de la Facultad de Ciencias del SDUB, Mariona Petit; el estudiante de la UB y coordinador del Consell de l'Estudiantat, Lluís Forcadell --que ha hecho un crítico discurso con el panorama universitario actual-- y el profesor de la UB Ramon Torrent.
El padre guardián de la Comunitat Caputxins de Sarrià, Enric Castells, ha recogido después una placa conmemorativa en reconocimiento de la defensa de la libertad y de los valores democráticos, y ha recordado que hace cuatro siglos que se encuentran en Sarrià.
También han asistido al acto --que ha acabado con la interpretación de 'Els segadors' a cargo del Coro de la UB-- el conseller de Asuntos y Relaciones Institucionales, Exteriores y Transparencia, Raül Romeva, y el exconseller Andreu Mas-Colell.
