Navegando por la vida de Adriana Abascal

Adriana Abascal
EUROPA PRESS
Actualizado: miércoles, 9 mayo 2012 21:03

MADRID, 9 May. (OTR/PRESS - Ana Jerónimo) -

Bajo el título 'Navegando por mi vida', Adriana Abascal ha contado en primera persona a la revista '¡Hola!' los detalles más íntimos de su interesante y apasionante trayectoria, marcada por el amor de uno de los hombres más poderosos del mundo: Enrique Azcárraga.

Cuando Adriana llegó al mundo en la ciudad mexicana de Veracruz no era un buen momento en casa. Por aquel entonces, su padre pasó de disfrutar del éxito de su profesión de médico para después perder la visión de un ojo y sumirse en una fuerte depresión de la que nunca se recuperó, lo que ocasionó que su relación con él fuera "inexistente".

Por eso, desde pequeña se apoyó en el cariño de su madre y de su tía María Luisa, quienes muy pronto tuvieron que soportar su "rebeldía innata". Y es que Adriana aborrecía el colegio de monjas al que iba y tenía ansias de libertad, por lo que no dudó en presentarse al concurso de 'Miss Veracruz', premio que consiguió y que ocasionó que abandonara definitivamente sus estudios.

Cuando más tarde ganó el certamen de 'Miss México', Adriana conoció al que fue una de las personas más importantes de su vida: Enrique Azcárraga, accionista mayoritario y presidente ejecutivo de la compañía Televisa. Él fue quien se encargó de que la joven se sometiera una "brutal disciplina" para disputarse el premio de 'Miss Mundo', del cual alcanzó el cuarto puesto.

El fuerte carisma, su éxito y su fuerza fueron, entre otras, las principales cualidades que hicieron que Adriana se enamorara de Enrique cuando ella apenas contaba 19 años y él tenía 59. Pero la edad no importó. Juntos hicieron "maravillosos viajes", compartieron su afición por el submarinismo y surcaron océanos a bordo del 'Eco', su barco y su "verdadero hogar".

La televisión se convirtió después en una de las tareas más interesantes de Adriana cuando Enrique la nombró productora ejecutiva de la telenovelas de Televisa. Su nombramiento "no fue un regalo", pues tuvo que empezar "desde abajo" y ganarse la confianza de sus compañeros, que posteriormente la felicitaron por su excelente trabajo.

Fueron buenos tiempos hasta que Adriana tuvo que enfrentarse a uno de los mayores miedos que ha vivido: cuando Emilio enfermó y los médicos le diagnosticaron un melanoma en estado muy avanzado. "The party is over" (la fiesta terminó), recuerda que le dijo.

La luz de Emilio se apagó finalmente y la vida de Adriana nunca volvió a ser la misma. Tuvo que volver a poner el contador desde cero y enfrentarse a una nueva etapa ante la cual solo sentía pánico y no se consideraba preparada.