MADRID, 25 Mar. (CHANCE) -
La vivienda es un derecho fundamental de las personas. Una casa es el lugar al que regresar y sentirse seguro y protegido. Un espacio para el descanso y el desarrollo de la vida, en todas sus facetas y circunstancias. Un hogar, en definitiva. ¿Pero es una vivienda, por definición, saludable? La respuesta es no.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece una serie de directrices que vinculan vivienda y salud de una manera tan directa como natural. Son recomendaciones que nos hablan, por ejemplo, sobre la reducción del hacinamiento, el aislamiento de interiores para el frío y el calor, la seguridad o la accesibilidad.
De lo que se ocupa menos la OMS es del bienestar estético. Que no es definitivo, pero contribuye poderosamente a la salud física y emocional de las personas. En los últimos tiempos, hemos reflexionado mucho sobre cómo debe ser la vivienda que queremos y se ha disparado la demanda entre aquellas personas que están decididas a dar el paso. Muchas lo harán, además, para empezar una nueva vida en entornos rurales y estar más en contacto con la naturaleza. Es una opción.
Pero, ¿qué sucede con aquellos que ahora mismo no pueden cambiar de vivienda? Un estudio del portal inmobiliario pisos.com confirma que en 2020, la demanda compradora se incrementó hasta un 19% en áreas metropolitanas. Queremos alejarnos de la gran urbe, pero no demasiado y esto nos empuja a seguir residiendo en pisos, lejos de la naturaleza. Aunque hay maneras de traerla a casa. Vamos a descubrir unas cuantas.
La naturaleza como oportunidad de sanación
Puede que nos suene un tanto místico, pero la naturaleza sana. ¿Sabes qué son los baños de bosque? En Japón la gente practica el Shinrin-Yoku, una actividad que consiste en pasar tiempo en el bosque para aumentar la salud y el bienestar, así como potenciar la felicidad. Tiene un componente espiritual importante, pero hay estudios que sugieren que la naturaleza tiene un poder directo y más que relevante en la sanación de los individuos.
Algunos de los beneficios sugeridos tienen que ver con la mitigación del estrés acústico, la reducción de la exposición a contaminantes atmosféricos o incluso la disminución de la tensión arterial, la frecuencia cardíaca o los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en sangre.
De ahí que los parques, jardines y, en general, espacios naturales, tengan un papel fundamental en las grandes ciudades. Pero, ¿y si pudiéramos llevar la naturaleza a casa? No será lo mismo que hacer un baño de bosque, pero llevar a la práctica estas ideas seguro que nos ayudará.
Cultivar nuestro propio huerto
No es una idea rara, en absoluto. Cada vez son más los que se animan a cultivar su propio huerto urbano. En realidad tan solo necesitamos un poco de espacio exterior, en la terraza o el balcón. Ser nuevos en esto no es una excusa. Lo que hay que hacer es consultar antes qué tipo de cultivos son los más adecuados y en qué estación del año tienen más posibilidades de salir adelante. Ya os avanzamos que son perfectos ajo, berenjena, cebolla, espinaca, fresa, haba, lechuga, pepino, pimiento, rábano, tomate o zanahoria.
Aprenderemos cómo funcionan las etapas de la siembra, el cultivo y la cosecha, lo que sin duda es una experiencia maravillosa, porque educa en hábitos saludables, respeto, responsabilidad y paciencia. Veremos, de hecho, que esta es una actividad perfecta para los que tengan niños en casa.
Crea tu jardín de plantas aromáticas
Dan mucho juego en la cocina y son un auténtico placer para los sentidos. Las plantas aromáticas son fáciles de cultivar y juntas o por separado son bienvenidas en cualquier hogar, balcón o galería. Necesitan mucha luz y un buen drenaje para evitar el exceso de agua. Si no tenemos demasiado espacio, existen distintas opciones, como los jardines verticales. También podemos cultivarlas en un interior, pero debemos contar con los medios adecuados.
Una solución interesante es Smart Grow de Bosch, un sistema inteligente para cultivar nuestro propio huerto de plantas aromáticas en el interior. ¿Lo más ventajoso? Que podremos disfrutar de nuestras favoritas durante todo el año.
Elegir plantas trepadoras
Las plantas trepadoras son especies majestuosas, con capacidad para cubrir grandes extensiones con una ocupación mínima del suelo, en aquellos entornos que les son propicios. La mayoría resisten bien tanto el frío como el calor, de modo que no tendrán mayores problemas para persistir durante las estaciones con temperaturas más extremas.
Tenemos infinidad de opciones, a cual más hermosa: jazmín, glicina, hiedra, madreselva, buganvilla, akebia, pasionaria, plumbago, campanilla morada No necesitan grandes cuidados, pero hay que tener en cuenta que pueden llegar a ser muy frondosas y tapar la luz que necesitan otras plantas presentes en la terraza o jardín. Hay que tenerlo en cuenta.
Plantas y naturaleza deco: un clásico
Si nuestra casa no admite plantas trepadoras, ni tenemos metros cuadrados para cultivar un pequeño huerto, nuestro proyecto de llevar la naturaleza a casa tendrá que ser un poco menos ambicioso, pero no por ello menos encantador. En este caso, tendremos que optar por las plantas de interior. Añaden alegría, paz y bienestar a cualquier entorno y nos ofrecen un mínimo contacto con lo natural.
Aunque nos parezca que no sabemos nada de plantas, pronto nos daremos cuenta de que cuidarlas y conseguir que estén sanas y crezcan fuertes nos proporciona muchas satisfacciones. Hay que dejarse asesorar sobre aquellas especies que son más adecuadas para el tipo de vivienda que tenemos, teniendo en cuenta factores como el espacio o, muy importante, la iluminación.
Además, podemos aprovechar los famosos baños de bosque o paseos silvestres para recoger flores, ramas, hojas o semillas Unas sencillas ramas de eucalipto, lavanda, olivera o craspedia le darán un toque natural encantador a nuestro hogar.
Apostar por los materiales naturales
Vamos a hacer, por último, una invitación a regresar a los orígenes. Porque no solo las plantas y las flores nos harán conectar con la naturaleza. La elección de los materiales presentes en nuestro hogar también es muy importante. La madera, por ejemplo, es perfecta para crear entornos cálidos, ya sea a través del mobiliario, suelos o paredes.
También podemos elegir el mimbre, el yute, el cáñamo, el sisal, el ratán, el corcho o el bambú, que son materiales cálidos y se usan en objetos decorativos, como alfombras, cestas e incluso algunos muebles. También los suelos de piedra, con pizarra, arenisca o mármol, dan una sensación de naturalidad primigenia y aportan mucho frescor en verano.
