MADRID, 30 Ene. (CHANCE) -
Desde CHANCE te traemos un nuevo artículo de Nano López, el coach para organizaciones y adolescentes, que nos habla esta semana de la importante diferencia entre Ser, Hacer y Estar siendo.
Cuando alguien nos dice "eres un cabezota" o "eres agobiante" la reacción más frecuente es sentirnos heridos. No nos solemos dar cuenta de que cuando utilizamos la palabra creamos una realidad que muchas veces está fuera de la propia verdad, que simplemente es un punto de vista de alguien que evalúa los hechos según su percepción.
Cuando nombramos algo desde el verbo Ser damos por hecho que lo que decimos es lo que es, la realidad.
Analicemos esto poniéndonos en una determinada situación: Imaginemos que es nuestro primer día de trabajo y nuestro nuevo compañero nos habla del que es nuestro jefe directo asegurando que es "muy cabezón, estricto y agobiante".
Tras escuchar esto, ¿cómo vamos a sentirnos cuando por primera vez veamos a nuestro jefe? Lo más probable es que nos hayamos hecho ya una fotografía de cómo puede ser bajo nuestro concepto de lo que es "cabezón, estricto y agobiante" y esto hará que nos sintamos incómodos cuando tengamos que relacionarnos con él.
Además, puede pasar que a ese jefe simplemente le guste que las cosas se solucionen rápido (cabezón), que se cumplan las fechas de entrega (estricto) y que pasemos diariamente un informe con incidencias (agobiante).
El significado de todo esto es que tenemos que saber distinguir entre Ser, Hacer y Estar siendo.
Esto mismo nos lo debemos plantear sobre nosotros mismos. Por ejemplo, cuando realizamos algo que no sabemos hacer y cometemos un error, ¿somos torpes o simplemente estamos haciendo algo incorrecto?
Tenemos una lucha constante por tratar de llegar a ser lo mejor posible, algo que muchas veces nos causa mucho estrés. Desde la infancia vamos llenando la mochila de carga, ya que somos educados para dar lo mejor de nosotros mismos y ser los mejores en todo.
Tomar conciencia de la distinción entre Ser, Hacer y Estar Siendo es esencial para conocernos y tomar las riendas de cómo nos sentimos. Cualquier cosa que nos ocurre crea en nosotros una fuerza que nos impulsa hacia la búsqueda de cómo nos hacen sentir las cosas que nos van ocurriendo, no de hacernos responsables de lo que no podemos controlar.
Para darnos cuenta de ello debemos de hacernos varias pregunta:
¿Cómo me siento tras lo que ha ocurrido? ¿Cuánto de mi ser hay en esto? ¿Qué hechos han ocurrido? ¿Cuáles son mis juicios?.
Dejemos de ser condescendientes en nuestra lucha contra nuestro ser y seamos conscientes de ello, ya que así descubriremos qué es lo que realmente estamos haciendo mal, qué es lo que nos hace sentir mal y quiénes estamos siendo en ese momento. Sólo así pondremos todas las herramientas a nuestro alcance para que el camino se haga de la forma más liviana posible.
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