WASHINGTON, 3 Oct. (OTR/PRESS) -
Psicólogos estadounidenses han llegado a la conclusión, tras varios estudios, que los virtuosos de la música y aquellos que utilizan la creatividad habitualmente en su vida diaria, usan ambos lados del cerebro más habitualmente que el resto de los humanos. Esta facilidad de los artistas puede deberse, según los expertos, a que en su vida diaria están acostumbrados a realizar actividades que, por ejemplo, necesita que ambas manos trabajen por separado. También deben utilizar ambos lados del cerebro cuando leen una partitura (con el lado izquierdo) y después la interpretan con sus instrumentos (lado derecho).
Los expertos de la Universidad de Vanderbilt, llevaron a cabo un estudio en el que se recogió el testimonio de 20 músicos con al menos 8 años de experiencia y profesionales de todo tipo de instrumentos, y de 20 personas que no tienen ningún conocimiento sobre este mundo. Gracias a ellos, descubrieron que aquellos que saben tocar usan con mayor asiduidad la creatividad, que técnicamente se denomina 'pensamiento divergente', lo que les lleva a utilizar tanto el lado izquierdo como el derecho de su cerebro más habitualmente y también más fácilmente que el resto de las personas.
En unas declaraciones a la publicación 'Brain and Cognition', recogidas por otr/press, Bradley Folley, autor del estudio señaló que decidieron escoger al colectivo musical porque el pensamiento creativo forma parte de su experiencia diaria y, "a través de ellos" encontraron "que había diferencias cualitativas en cuanto a respuestas ante diferentes situaciones y que en el caso de los músicos había mayor actividad cerebral".
Los participantes de este estudio tuvieron que pasar dos pruebas para demostrar esta teoría. En la primera de ellas los investigadores mostraron a los encuestados una variedad de objetos que habitualmente se encuentran en casa y les pidieron que ideasen nuevas funciones para ellos. Además, les hicieron una prueba de asociaciones de palabras escritas. En esta primera fase, los músicos dieron respuestas más correctas que los no músicos sobre todo en la prueba de asociación de palabras. En este sentido, los investigadores creen que esta habilidad puede atribuirse a una mayor capacidad verbal entre músicos.
En el segundo experimento, preguntaron de nuevo a los dos grupos que buscasen nuevos usos a objetos diarios, aunque en este caso había que alternarlo con otra prueba que consistía en realizar una tarea de control básica, de manera que la actividad de su cerebro fuera doble. Mientras, los psicólogos exploraron esta actividad mediante una espectroscopia o NIRS (que se encarga de medir los cambios de la oxigenación de la sangre en la corteza cerebral mientras un individuo realiza una tarea cognoscitiva).
"Cuando medimos la actividad de los sujetos mientras alterna dos actividades, encontramos que los músicos tenían la mayor actividad en ambos lados de sus lóbulos frontales. De este modo, no es que los músicos piensen con mayor facilidad usos para objetos, sino que hay una diferencia cualitativa en como ellos piensan en una información" dijo Folley.
FACILIDAD PARA USAR AMBAS MANOS
Para Folley, una explicación posible a este descubrimiento es que debido a su profesión, los artistas utilizan ambos hemisferios cerebrales para cumplir con actividades como usar ambas manos por separado para tocar sus instrumentos. Así, destacan en el artículo que los artistas instrumentales a menudo integran líneas melódicas diferentes con ambas manos en un pedazo musical, y para llevarlo a cabo tienen, además, que tener una gran manejo en la lectura simultánea de los símbolos musicales, algo de lo que se ocupa el hemisferio izquierdo, mientras que esas notas deben interpretarlas, actividad que se vincula al hemisferio derecho.
"En estudios anteriores la creatividad siempre se ha enfocado al 'pensamiento divergente', que es la capacidad de realizar varias facetas de una misma actividad a la vez. De este modo, los individuos sumamente creativos a menudo muestran el pensamiento más divergente que sus colegas menos creativos", concluye Folley.
