VALENCIA 19 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un 43 por ciento de los niños de la Comunitat Valenciana de entre uno y diez años come mal, lo que supone unos 220.000 menores, según se desprende del Primer Estudio Pediasure sobre Niños Malcomedores, publicado por el Observatorio de la Nutrición Infantil.
Así, a nivel nacional, este problema afecta a un 47 por ciento de los niños de entre uno y diez años, que comen poca cantidad de alimentos, poca variedad o ambas circunstancias a la vez. Por provincias, en Valencia el número de niños 'malcomedores' asciende a 112.000, con algo más de 32.000 en Valencia capital; en Alicante hay cerca de 82.000 menores con este problema; y en Castellón, 27.000.
Según este estudio, uno de cada tres niños come "muy poca variedad" de alimentos y casi la mitad no llega a comer nunca alimentos "un poco más difíciles" como verduras, legumbres o pescado. Para los expertos, "en este punto radica una de las causas del comportamiento del niño malcomedor, ya que al rechazar este tipo de alimentos y para evitar enfrentamientos, los padres terminan ofreciendo sólo aquellos alimentos que le gustan", indica.
Los responsables de este informe señalan que los padres empiezan a detectar los primeros síntomas de niño malcomedor a partir de los dos años, "momento en el que ya incurren en el primer error: pensar que con el tiempo se solucionará el problema y los niños empezarán a comer de todo por iniciativa propia". Sin embargo, advierten, "conforme crecen, el problema se agrava y se produce una disminución progresiva de la cantidad y la variedad de alimentos que acepta el menor".
El problema del niño malcomedor, según concluye el estudio Pediasure, es ligeramente más frecuente en chicos que en chicas y también más en aquellos que son hijos únicos. Según los especialistas, las causas principales residen en la cesión por parte de los padres a "los caprichos y deseos" del niño, "en detrimento de una ausencia de normas que cumplir a la hora de las comidas".
El 90 por ciento los padres entrevistados admite que se enfada con sus hijos ante el rechazo de la comida y que prolongan en exceso las comidas. Según el estudio, los niños malcomedores emplean una media de 45 minutos para comer, prácticamente el doble del tiempo que sus padres consideran suficiente, y que ronda los 20 minutos. Ante esta situación, los progenitores confiesan que terminan cediendo a las preferencias del niño, o intentan distraerlo con juegos o la televisión. Un 75 por ciento de los niños come viendo la televisión y tarda el doble de lo habitual.
El psicólogo infantil y coautor del libro 'Aprendiendo a enseñar. Estrategias sencillas para educar' Luis Torres Cardona apunta que, "cuando la conducta de los padres es ceder a los antojos del niño, se favorece que el comportamiento tienda a perpetuarse".
DISCUSIONES Y ENFADOS
El experto explica que las discusiones y enfados a la hora de comer llevan al niño a negarse a participar de la comida, "puesto que concibe este momento como una situación de estrés y por tanto intenta evitarla a toda costa, con la consiguiente imposición por parte de los padres, la discusión y vuelta a empezar". El estudio detecta que en el 40 por ciento de las ocasiones la hora de comer termina en enfrentamiento.
Casi un 70 por ciento de los padres de niños malcomedores reconoce que el problema del hijo preocupa de forma importante en la familia, especialmente por las repercusiones en el desarrollo físico.
Los especialistas consideran que, teniendo en cuenta que los problemas de los niños malcomedores suelen aparecer a partir de los dos años, es recomendable "comenzar cualquier intervención en esa edad, o incluso antes, para evitar el desarrollo de este problema".
En caso de que el problema "ya esté instaurado", se debe iniciar un proceso de "reeducación" en los hábitos alimentarios, "que a menudo no resultará sencillo", apunta Torres Cardona.
La primera medida que recomiendan tanto pediatras como psicólogos es la de establecer "unas normas y una disciplina" en cuanto a las comidas, respetar unos horarios y unas costumbres en la mesa, como intentar comer en familia, regular la alimentación o no permitir la selección de alimentos.